La claustrofobia o fobia a los espacios cerrados es una patología que limita la autonomía de las personas a diario. Va mucho más allá de pasarla mal en habitaciones pequeñas: implica una pérdida de control y un aumento excesivo de los niveles de angustia. Es, a fin de cuentas, un trastorno de ansiedad.

Algunos síntomas de esta alteración psicológica son temblores, respiración agitada, tensión muscular, pensamientos catastróficos sobre lo que ocurrirá, mareos, irritabilidad, aumento de la presión sanguínea, sudores fríos, y una necesidad de huir del lugar cuanto antes, menciona el portal Psicología y Mente.

1. Acudir a terapia: Es una manera efectiva de incorporar habilidades para el manejo de la ansiedad. Consultar a un médico también puede ayudar, pero tomar medicamentos psicotrópicos no ataca la raíz del problema, ya que su beneficio es aliviar los síntomas a mediano plazo.

2. Salir de tu zona de confort: Para superar la fobia a los espacios cerrados, tendrás que enfrentarte a situaciones psicológicamente desagradables, pues es imposible superar la fobia si no nos enfrentamos a lo que nos asusta. Esto no significa que tengas que pasar por situaciones que te provocan ansiedad una y otra vez, sino que, junto con el especialista, se tracen metas accesibles.

3. Hablar con tus seres queridos acerca de lo que ocurre: Hoy en día hay una mayor sensibilización acerca de los problemas de salud mental y merece la pena darles la oportunidad de que te ofrezcan su apoyo.

4. Usar técnicas de relajación antes de irte a dormir: Dormir puede ser sumamente complicado si tenemos claustrofobia. Por ello, podés usar aplicaciones o videos de YouTube que ayudan a respirar. De este modo, serás menos vulnerable al estrés y tendrás una mayor capacidad de resiliencia ante los aspectos incómodos del día a día.

5. Aceptar la realidad: Si tratás de evitar que la ansiedad entre en tu mente, te volverás más susceptible a ella. Lo mejor es aceptar que su presencia es temporal y centrarse en otros estímulos.

(Por El Comercio GDA)