Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, una condición que afecta entre el 5% y 10% de los niños

La psiquiatra de niños y psicoterapeuta cognitivo-conductual Natalia Trenchi explica que “se trata de una condición con la que la persona vive y que tiene un sustrato biológico, no es un trastorno emocional".

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Familia en consulta terapeútica
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Foto: Canva

Se calcula que entre el 5% y 10% de los niños del mundo tienen Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y Uruguay no es la excepción. El TDAH es un trastorno del desarrollo en el que factores genéticos y neurológicos interactúan para que el desarrollo de algunas funciones se vea alterado. Es un desorden multifactorial que con el tiempo de vida puede eventualmente, no necesariamente, ir mejorando.

Natalia Trenchi —médica jubilada, psiquiatra de niños y psicoterapeuta cognitivo-conductual— explica que “se trata de una condición con la que la persona vive y que tiene un sustrato biológico, no es un trastorno emocional como dice la gente". Al respecto, se comprobó un fuerte componente genético con una heredabilidad del 76%, una de las más altas en afecciones mentales.

El TDAH es un trastorno donde están alteradas algunas de las vías atencionales y sobre todo debilitadas las funciones ejecutivas, una serie de funciones que tiene nuestro cerebro que sirven para ordenar la información que recibimos y expresarla. "Las funciones ejecutivas son como si fuera el control de un aeropuerto, el control de vuelo; es lo que ordena, lo que entra y lo que sale", clarifica.

Uno nace con las funciones ejecutivas absolutamente inmaduras y a lo largo de la vida, con el desarrollo, la maduración y el entrenamiento van mejorando. Algunas de estas son: la función inhibitoria, es decir la capacidad de poner el pie en el freno y de controlar una conducta o comportamiento en el momento justo; la flexibilidad, si vas por un camino y se complica poder probar otro y no quedarse tercamente intentando ir por donde planeabas; la capacidad de planificar o de organizar, etcétera.

"La lista las funciones ejecutivas es larga y todas ellas están disminuidas en el TDAH. El nombre Trastorno de Déficit Atencional, con o sin hiperactividad, es un nombre absolutamente machete porque parece que lo único que estuviera alterado es lo atencional o la inquietud y en realidad aquel que tiene un TDAH tiene todas las funciones ejecutivas en menos", reflexiona Trenchi.

Esto implica que además de ser distraído, se es impulsivo, desorganizado con los objetos y con las actividades, suelen tener mucha dificultad para planificar y seguir etapas. El TDAH es una interferencia muy global para el funcionamiento en la vida cotidiana. Un niño con este trastorno experimenta, por ejemplo, la vida escolar como un suplicio porque implica que tenga que poner el pie en el freno buena parte del tiempo y que pueda planificar y seguir órdenes y etapas, cosa que es muy pesarosa para un niño con estas características. "Pueden ser niños muy inteligentes, potencialmente inteligentes, pero no rendir esa inteligencia porque su funciones ejecutivas están disminuidas", asegura.

Diagnóstico oportuno, no precoz

Con la finalidad de difundir y sensibilizar sobre esta condición, cada 13 de julio se conmemora el día internacional del TDAH. Este es un trastorno que no se diagnostica en los primeros años de vida, simplemente se sospecha. Puede manifestarse, y no necesariamente así lo sea, en un bebé muy irritable, que duerme poco, niños muy activos y toquetones, difíciles de entretener.

"Esas características son solo una exageración de las características normales de los niños en los primeros años. El TDAH no tiene un síntoma que lo caracterice, no tiene una rareza. Lo que es normal, está exagerado", expone la profesional y enfatiza en que es muy importante no hacer diagnósticos tempranos porque puede cometerse un error y etiquetar lo que después es difícil de desetiquetar.

Que no se diagnostique en los primeros años no quiere decir que no haya que intervenir porque, etiqueta puesta o no, la convivencia con estos niños puede ser muy complicada. "Muchas veces es peor lo que sucede como consecuencia del mal ajuste entre el entorno y los niños que el trastorno biológico de base. Hay veces que uno interviene precozmente para ayudar a la familia a surfear esta situación es que es muy difícil", sentencia.

Para Trenchi la intervención más importante es la orientación a padres, para aprender a funcionar y manejar cosas sin que esto deje huellas sostenidas en el tiempo.

Niño aburrido
Niño aburrido
Foto: Canva

Hay quienes llegan a la etapa adulta sospechando que tienen determinada condición y, en ese sentido, la profesional no duda en que siempre es oportuno el diagnóstico.

"Si bien como trastorno del desarrollo, el tiempo puede ir mejorándolo, igual genera una cantidad de dificultades y consecuencias que son muy dolorosas. No hay que apurarse por el diagnóstico, pero sí hay que hacerlo cuando sea oportuno para saber qué hacer y cómo ayudarlo a andar por la vida con esta condición. Siempre vale la pena, así sea para mirar para atrás y entender que pasaba con tal cosa y tal otra", sostiene.

Falso trastorno de atención

En la década de 1980 no se enseñaba en psiquiatría de este trastorno; años después se le puso nombre, se estudió e investigó y ahí hubo una primera ola de diagnósticos totalmente razonable, pero después aparecieron las pantallas y el estilo de vida cambió mucho.

Las funciones ejecutivas se fortalecen con el entrenamiento que da la vida normal, ya sea la espera del turno con el médico o que la comida se caliente, pero cuando eso no existe quedan débiles. Los niños de hoy entrenan muy poco las funciones ejecutivas: desde que son chiquititos se les da el celular para que se entretengan, para que el pediatra los pueda revisar y hasta para viajar en auto.

"Todos los niños y adultos hoy somos más dispersos, nos cuesta más sostener la atención, nos cuesta más mantener la atención durante periodos prolongados. A todos nos pasa pero en los niños es mucho peor. Los chiquilines hoy solo prestan atención a estímulos muy intensos y si no lo son su cerebro no puede sintonizar. Todos esos son los que yo llamo falso déficit atencional", dictamina.

Son niños u adolescentes que no nacieron con esa condición, tienen un déficit atencional funcional por mal entrenamiento de la capacidad de mantener atención, de esperar, de controlar impulsos; todo tiene que ser ya, rápido, y exactamente como lo queríamos.

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