Trastornos del neurodesarrollo en la infancia: ¿Cuál es la diferencia entre el diagnóstico de TDA y TDAH?

La edad pico para el diagnóstico es entre ocho y diez años; sin embargo, a veces no se diagnostica hasta después de la adolescencia.

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Niña pequeña charlando con sus padres.
Foto: Freepik.

Laura Albarracín, El Tiempo/GDA
En la primera infancia pueden aparecer trastornos del neurodesarrollo, condiciones neurológicas que pueden afectar la atención, la memoria, la percepción, el lenguaje, la resolución de problemas y la interacción social.

Hasta 1987, se hablaba siempre de TDA: trastorno por déficit de atención. Sin embargo, luego el diagnóstico empezó a ser TDAH, es decir, se agregó el término 'hiperactividad'.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes de la niñez. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los niños con TDAH pueden tener problemas para prestar atención y controlar conductas impulsivas (pueden actuar sin pensar cuál será el resultado) o ser excesivamente activos.

La literatura clínica de la enfermedad estima que entre un dos y un cinco por ciento de la población infantil a nivel global será diagnosticada con esta patología. Asimismo, se ha determinado que, en promedio, más del 50 % de los niños que tienen este diagnóstico en la infancia mantendrán los síntomas en su vida adulta.

La edad pico para el diagnóstico es entre ocho y diez años; sin embargo, a veces no se diagnostica hasta después de la adolescencia en pacientes que presentan el tipo con predominio de déficit de atención.

Los signos y síntomas principales de TDAH, según el Manual MSD, son:
- Falta de atención
- Impulsividad
- Hiperactividad (responder antes de tiempo a las preguntas, hablar demasiado y moverse de forma impaciente)

Algunos niños con TDAH tienen comportamientos hiperactivos y otros no, pero el diagnóstico es TDAH en cualquier caso. "Lo importante es que, en el momento que lo detectemos, intervengamos. Cuando antes lo hagamos, mejor pronóstico tendrá este trastorno", señala la psicóloga y pedagoga Jimena Ocampo.

El menor debe recibir acompañamiento a través de ejercicios como integración neurosensorial y terapia de psicopedagogía para desarrollar la concentración y manejar sus impulsos. Los expertos recomiendan la terapia psicológica que ayudará al paciente a dar sentido a sus esfuerzos y asimilar su condición.

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