¿Dónde habita el dolor emocional? Algunos lo ubican en el corazón, otros en el cerebro. Pero, ¿por qué se nos cierra la garganta o sentimos un nudo en el estómago? La escritora e ilustradora Amalia Andrade reflexiona al respecto en su nuevo libro No sé cómo mostrar dónde me duele, una obra que invita a pensar sobre cómo sentimos y brinda herramientas para decir dónde nos duele lo que nos duele.
Con más de 350 mil seguidores en Instagram, Amalia se ha convertido en un fenómeno viral. Su nuevo libro, de Editorial Planeta, está dirigido a “cualquier persona interesada en entenderse mejor y entender mejor el mundo”, sostuvo.
— ¿Por qué es necesario mostrar donde a uno le duele?
— Vivimos en una sociedad que hace todo lo posible para anestesiarnos del dolor emocional. Es fundamental no solo que dejemos de huirle maniaticamente, sino que también podamos atravesarlo. Además, es necesario entender que los procesos emocionales no suceden solamente en el cerebro o el corazón; todo nuestro cuerpo está involucrado en el proceso de nuestras emociones. Entender el cuerpo como una herramienta fundamental para sanarnos y transitar estados emocionales es muy poderoso.
— ¿Qué le llevó a escribir sobre este tema?
— Entendí que tenemos educaciones emocionales muy precarias. Nuestras emociones nos atropellan. No nos sentimos cómodos sintiendo muchas de ellas. No sabemos cómo regularnos y tampoco entendemos la enorme influencia que tiene la sociedad en algo que sentimos tan absolutamente privado, como las emociones. También, vivimos en un mundo que nos dice que hay emociones buenas y malas, y eso es absolutamente falso. Entender las emociones nos da herramientas para vivir más plenamente.
— Uno de los temas que toca el texto es el amor romántico. ¿Por qué es importante cuestionarlo?
— Al amor romántico hay que cuestionarlo entero; de dónde nació, con qué fin, para qué y por qué se perpetúa. Así como vivimos obsesionados con la felicidad, lo mismo nos pasa con el amor. El amor es absolutamente maravilloso. A mi manera de ver, es un milagro, una fortuna. Pero la manera en la que la sociedad está obsesionada con él es enfermiza. Se ha vuelto un medidor de éxito, una moneda, algo que revela cosas de una persona. No puede ser así, no podemos medir el éxito o el valor de una persona por si tiene o no pareja. Eso es un sinsentido.
Cuestionar el amor romántico es un acto de rebelión porque además de guardar en sí mismo muchísimo machismo y violencias, se nos impone como un imperativo categórico, incuestionable. Todo lo que implique repensar la norma, y más en cuanto al mundo emocional o sentimental, es un acto de rebeldía.
— ¿De qué maneras usted creció o cambió al escribir el libro?
— De muchas; la más importante, tal vez, es que ya no siento tanto miedo de hacer los libros que quiero hacer, ni de cómo quiero hacerlos. Y ya no me da miedo sentir, que no es poquita cosa.