Victoria Vera Ziccardi/La Nación GDA
¿Hay un margen de tiempo en el que se notan resultados positivos? “Constantemente le hacía esta pregunta a mi psicólogacuando empezamos a trabajar juntas. Quería asegurarme de que ‘valía la pena’ hacer esto y que en algún momento me sentiría bien; algo así como una fecha de expiración del malestar que sentía en mi cabeza. Quería ver resultados lo antes posible y seguir adelante con mi ‘nueva yo’. ¿No era justamente esta la razón por la que le estaba pagando?
Sesión de por medio le volvía a sacar el tema: ‘Silvi, ¿cuándo me voy a empezar a sentir mejor?’ y ahí ella por trigésima vez me decía que tenía que tener paciencia, que todos los procesos terapéuticos son distintos para cada persona. Me cayó como un balde de agua fría; ahí me di cuenta de que no iba a ser tan simple como yo pensaba”, revela una joven ingeniera llamada Sofía,
Planteos como este y cuestionamientos sobre la duración de un tratamiento psicológico abundan en los consultorios de los profesionales. En una sociedad que se acostumbró a los resultados inmediatos de la tecnología y a conseguir todo ya, es entendible que muchos se desesperen cuando una etapa de malestar psicológico no cuenta con una fecha de caducidad.
“Lo principal a saber es que la terapia ayuda a sentirse mejor emocionalmente. Es un espacio en el que se puede hablar libremente y expresar las emociones. Las personas adquieren herramientas para manejar las situaciones que enfrentan día a día”, explica Julieta Fabi, licenciada en Psicología especializada en consumos problemáticos. Según ella, atendiéndose psicológicamente uno descubre lo importante que es no guardarse internamente los sentimientos y pensamientos negativos ya que eso, a largo plazo, daña interna y externamente. “Te ayuda a darte cuenta de la libertad que se siente al hablar y pedir ayuda”, sostiene.
Dependiendo de a quién se le pregunte, al menos 10 tipos de corrientes o terapias se encuentran en el campo de la Psicología; por ende, se puede inferir que dada la gran variedad de tratamientos, es imposible dictaminar la duración exacta. Esto ocurre porque cada uno cuenta con su propio modelo del cerebro o mente, la naturaleza de la angustia y el camino hacia la sanación; en síntesis, tienen su propio sistema de valores.
“Muchos siguen imaginando a un psicólogo sentado tras un diván donde una persona acostada cuenta lo que le pasa, pero la Psicología es un campo muy amplio que va más allá de la psicoterapia”, aclara Fabi. No obstante, añade que si bien hay diversas ramas que estudian la psiquis, todas tienen una base general, solo que “el eje está puesto en diferentes aspectos”. “Esta diversidad hace que el tipo de terapia que elige una persona sea más específica en algunos aspectos y ayude en la resolución de las problemáticas propias”, aclara.
A nivel general, las encuestas evidencian que la mayoría de las personas asiste a tan solo una sesión de terapia psicológica en su vida. Esa primera consulta con el profesional de la salud mental generalmente se enfoca en hacer preguntas introductorias sobre la vida del paciente, no en brindar un apoyo sustancial; por ende, como consecuencia puede fallar en hacer que la persona siga con el tratamiento. En su mayoría, estos individuos que recurren en busca de ayuda -alegan- sentirse desalentados por quienes sostienen que la terapia es algo que “debe ser hecho de por vida”. Sin embargo, algunos terapeutas y pacientes cuestionan esa idea y defienden que sí pueden conseguirse resultados positivos al tiempo de empezar el tratamiento.
¿Existe una cantidad mínima de terapia que sea efectiva?
La duración del tratamiento de los problemas psicológicos variará necesariamente de un individuo a otro, destacan los profesionales de la American Psychological Association (APA). Según señalan, el tratamiento (tipo y duración) siempre debe adaptarse a la naturaleza y gravedad de las dificultades que presenta la persona. “Los problemas agudos generalmente requieren menos sesiones de tratamiento que las condiciones crónicas. Otro factor a tener en cuenta para la duración del mismo es el tipo de tratamiento proporcionado ya que algunos suelen ser ofrecer menos sesiones que otros”, explican.
Para esta institución, varias investigaciones recientes indican que, en promedio, se requieren de 15 a 20 sesiones para que el 50 por ciento de los pacientes note una mejoría. Asimismo, añaden que, en la práctica, los pacientes y los terapeutas a veces prefieren continuar el tratamiento durante períodos más largos para lograr un “cierre” más completo de los síntomas y sentirse confiados con las habilidades adquiridas para mantener los logros del tratamiento.
“Considero que muchas veces ya dar el paso inicial de pactar un turno trae cierto alivio en la persona. El hecho de movilizarse y hacerle un lugar a eso que a uno le está pasando de por sí va a tener un efecto positivo”, destaca la psicóloga Ludmila Bosco. Además, añade que es fundamental que el paciente entienda que la mejoría en la terapia no deviene de sacarse de encima al síntoma bien rápido sino de alojarlo, de hacerle un lugar, reconocerlo propio y lograr entender qué tiene que ver eso con uno mismo.
En lo sucesivo, dice la profesional que también, en varios pacientes es imposible determinar la fecha de resolución de su malestar porque a medida que avanza la terapia van surgiendo temas nuevos y se elaboran otras cuestiones distintas al motivo inicial de consulta.
“Vengo porque quiero solucionar todos mis problemas”; “quiero volver a sentirme feliz”; “busco resultados rápidos”; “necesito que el/la psicólogo/a me diga qué hacer”; estas son -según las especialistas citadas- algunas de las frases o pedidos más recurrentes de los pacientes en la primera sesión.
“Buscan cambios notables en tiempo récord cuando en verdad, la terapia es un proceso, una intervención individualizada y personalizada entre el paciente y el especialista por lo que establecer un tiempo de finalización se vuelve tarea casi imposible”, aclara Fabi. También agrega que la duración del tratamiento depende de variables como: el tipo de terapia, el paciente, la adhesión al tratamiento, la regularidad en las asistencias.
Sumado a esto, otro elemento que no debe ser pasado por alto al medir la efectividad de un tratamiento es el vínculo entre el profesional y el paciente. Un artículo publicado por APA describe cómo la relación terapéutica es fundamental para mejorar la terapia. En el mismo, dan ciertas pautas a tener en cuenta en el momento de iniciar un tratamiento psicológico:
- Es importante que la relación terapeuta-cliente se base en la colaboración, donde tanto el terapeuta como el cliente son socios iguales en el proceso de terapia
- El paciente y el profesional deben establecer juntos las metas y expectativas para el tratamiento, tienen que estar en la misma página
- Los objetivos generales o metas pueden incluir de todo, desde establecer límites hasta encontrar un nuevo trabajo, reducir el consumo de alcohol o controlar los síntomas de la depresión
- Una relación de terapia efectiva también incluye resolver problemas nuevos que surjan. Como en cualquier relación, hay que prever que puede haber desacuerdos en el tratamiento, también llamados rupturas de la terapia
Para Robert Rosenthal, psicólogo de la Universidad de Harvard, el cliente promedio que recibe psicoterapia se encuentra mejor que el 79% de las personas que no buscan tratamiento. Esta conjetura personal está respaldada por evidencia; el profesional comparó los efectos que tenía la psicoterapia con los efectos de la medicación; consecuentemente Rosenthal demostró de manera convincente que los efectos típicos de la psicoterapia a menudo superan el grado de efecto encontrado en los avances biomédicos.
“Cada persona es diferente, no es una ciencia exacta la Psicología, y por eso, tiene la capacidad de adaptarse a la necesidad y los tiempos de cada persona. El paciente puede estar seguro que como resultado positivo, obtendrá un mayor conocimiento de su conducta y manera de pensar; además de la confidencialidad terapéutica que llegará a alcanzar con el profesional”, concluye Fabi.