Cuando las estrellas Jennifer Lopez y Ben Affleck anunciaron en 2022 que volverían a ser pareja luego de veinte años de su separación —por entonces estuvieron a punto de casarse— muchos vieron (o quisieron ver) que el amor puede atravesar tiempo y espacio y aún así permanecer más o menos intacto. O que aquella llama podía volver a brillar.

Esta vez, además, sí se casaron. Todo iba viento en popa.

Foto: AFP.

Ahora que, una vez más, Lopez y Affleck comunicaron que se separarían de nuevo, muchos cínicos deben haber sentido que se anotaron una victoria. "¿Vieron? El amor no vence", seguramente deben haber pensado. La realidad es un poco más compleja. O matizada.

Alfredo Vares —psiquiatra y psicólogo— tiene tres décadas de experiencia de terapia de parejas encima, y ha visto de todo.

También él está al tanto del caso Lopez-Affleck y dice —grosso modo y haciendo todas las salvedades del caso porque no conoce los pormenores— que "Probablemente, aquellas razones que los llevaron a separarse la primera vez se fueron diluyendo, y comenzaron a quedar 'ocultas' en las nuevas vidas que cada uno de ellos llevó después de separarse".
Además, el especialista dice que el tiempo transcurrido es otro factor puede haber influido en la vuelta de la pareja: "Con el paso de los años, es posible que los recuerdos que quedaron son los más gratos, no los problemáticos. Porque ninguna pareja es absolutamente espantosa".

Al encontrarse una vez más ante los mismos desacuerdos, la única "solución" posible fue volver a separarse. "El o los problemas que estaban presentes no desaparecen con una separación, a menos que se los elabore".

De todas las parejas a las que asesoró durante tres décadas de trabajo clínico ¿la mayoría de las que volvieron luego de separarse consolidaron su vínculo? Vares dice que no tiene un registro estadístico de los éxitos o fracasos de parejas que reconectaron luego de la separación, pero sí que hay vínculos que se retomaron luego de una ruptura, y siguieron adelante.

"Las parejas que vuelven, enfrentan aquellas dificultades iniciales que llevaron a la separación y esta vez las resuelven, sí siguen".

—Entre esos problemas a los que usted se refiere, ¿estaba el de la infidelidad?
—Sí. Ese es uno de los problemas en donde hay mayor variación. La infidelidad, como también la relación romántica, es vivida de una manera totalmente original.

Con eso, Vares quiere decir que cada individuo experimenta la infidelidad a su manera, única. No existen, según el terapeuta, reglas o leyes que siempre se cumplen. Excepto dos.

La primera, continúa, es que no se debe ahondar en los detalles del vínculo sexual que se mantuvo con la persona fuera de la relación. "Hablar de la infidelidad en esos términos no sirve. Muchas parejas se sienten tentadas a preguntar '¿Y cómo era con...?'. Todas las veces que se meten en eso, generan más problemas que los que resuelven", afirma Vares.

Lo que tiene que haber es la aceptación de que hubo una salida de la estructura de la fidelidad, y la voluntad de reestructurarla, para seguir con la relación. "Eso no se logra si se cuentan intimidades vividas por fuera del vínculo de pareja".

Y hay otro tema vedado: que los hijos opinen sobre la relación de sus padres. "Ese es otro axioma: los hijos no pueden opinar. Pueden sí expresar rechazo a, por ejemplo, las discusiones fuertes y agresivas entre los padres. Pueden pedirle a sus padres que, si van a discutir, que lo hagan entre ellos y lejos. Pero no opinar si tal o cual hizo bien o mal, si tiene razón este o el otro. En todos mis años experiencia, no he visto que eso contribuya, todo lo contrario".