Por Patricia Vicente
Estaba en un cumpleaños, una amiga filmaba un video divertido y ella se sumó. Todo fue alegría hasta que lo vio. Porque lo miró, pero no se encontró a sí misma. Pensó: esa no soy yo. Se sintió mal con su cuerpo, su imagen y con los 40 kilos de sobrepesoque llevaba. Agos, como todos la conocen, tenía 30 años y ese día hizo un click que le cambió la vida.
Una semana antes, Agos, que es Agostina Bisio, argentina, de 35 años, estuvo arreglando su jardín. Muchas horas agachada, esfuerzo físico y el nervio ciático, que ya le venía alertando, la dejó paralizada. “Por la noche quise ir al baño y no podía moverme, bajé de la cama, pero quedé dura en la habitación a oscuras y me daba vergüenza llamar a mi marido. Llegué al baño gateando y comprendí que mi salud y mi exceso de peso estaban modificando mi calidad de vida, estaban transformando mis acciones y mis posibilidades. Eso me golpeó un montón. Lo cuento y se me pone la piel de gallina”, contó a El País.
En definitiva, fueron dos sus clicks. Y, en realidad, en la vida de las personas con sobrepeso suele haber varios. Pero hay uno que se convierte en la llave para el cambio. Puede llegar por un video o una prenda de ropa, por un estudio médico que no trae buenas noticias, por comentarios dolorosos de personas cercanas… Los motivos son infinitos, pero llegan.
Hoy, cinco años después de esos dos puntos de inflexión, Agostina lidera el Proyecto Sirenas, que nació en 2021, en plena pandemia, con algunas charlas informales vía Instagram. Allí varias personas le preguntaron cómo había hecho para bajar esos 40 kilos y ella les contó. Se sumaron más interesados y organizó una transmisión en vivo. Luego otro y otro; vio que se sentía bien ayudando y que muchas personas necesitaban lo que ella podía darles, que era motivación y no una dieta. Entonces, le puso un nombre a este viaje que apenas arrancaba, y creó una cuenta (@proyectosirenas) y fue sumando profesionales de la salud (psicóloga, nutricionista, endocrinóloga, psiquiatra) a sus charlas, dejó su carrera como diseñadora y ahora brinda talleres online en forma mensual a miles de mujeres de varios países.
“Persistir” es el lema del Proyecto Sirenas, que su creadora define como una comunidad. Actualmente, hay más de siete mil mujeres de todo el mundo que participan de los talleres (que tienen costo) y 158.000 que siguen su cuenta abierta, donde comparte mensajes motivacionales y testimonios de quienes alcanzaron el bienestar. De hecho, varias de esas “sirenas” se sumaron al equipo y hoy trabajan con Agostina.
"¿Cuánto me pesa lo que peso?”
"Lo que yo más quiero es que las personas tomen conciencia de que no se trata solo de una cuestión física, sino de calidad de vida. Que hay que tener el tema siempre presente, pero tiene que dejar de ser un problema. Por eso, mi idea es generar conciencia de que esto no es bajar de peso y se termina, sino que se trata de transformar tu vida y de dejar atrás el peso emocional de no poder con esta situación”, explicó la argentina a El País.
“¿Cuánto me pesa lo que peso?”, es una pregunta clave. “Tenemos que enfrentar el dolor que eso nos genera y transformarlo en algo positivo, en el primer paso. Porque no verlo no significa que no esté sucediendo y poder afrontarlo es una bisagra”, agregó. Y claro, el problema sigue estando, “pero es diferente la forma en que uno lo aborda”. Por ejemplo: hoy estoy de vacaciones, fui a desayunar en el hotel y había churros y donnuts y tenía ganas de abalanzarme, pero en este proceso tuve que corregir esa intención y tomar decisiones buenas para mí”, contó.
“Porque la gente te ve y piensa que porque ya bajaste de peso ya está. ¡Y no! Yo sigo batallando todos los días. Salgo a caminar aunque no tenga ganas, a las puteadas, pero lo hago. Porque es distinta la forma de enfrentarlo cuando te sacaste de encima el peso de no poder. Esto no pasa por una dieta, pasa por sentirse mejor, por tener el bienestar, la calidad de vida y poder defenderlos. Porque muchas veces el problema es que nos olvidamos: bajamos de peso y pensamos que ya está, y aparece la comida nuevamente en un lugar de satisfacción y de placer tan fuerte, que la dejamos entrar”, agregó.
Esas decisiones de las que habla Agostina, pasan por ir a lo que ella llama “comida real”, evitando harinas, azúcares y, sobre todo, los ultraprocesados.
La fuerza del “no gracias”
Agostina es consciente de que su prédica va contra el mensaje dominante, porque la sociedad hoy premia el placer instantáneo, transmite que la felicidad y el placer están en juntarse a comer algo bien pesado y tomar alcohol o bebidas azucaradas. “Voy contra la corriente con mucha honra, porque cada vez la sociedad está más enferma. Yo celebro poder imponerme ante un sistema que lo que busca es hacerte enviciar más y hacerte más adicto, y estar metido en un sistema de búsqueda de recompensas instantáneas, que nos hace estar más estresados y con más ansiedad. A mí me enorgullece poner un stop y decir no. Acá estamos haciendo algo diferente, que es disruptivo y que ayuda a las personas”, enfatizó.
Una de las frases de cabecera del Proyecto Sirenas es: “No, gracias”. En un cumpleaños a la hora de la torta, en un restaurante cuando llega el postre o en casa, frente a la clásica frase de “un poquito, no te va a hacer nada, no estás tan gorda”. “En ese ‘solo un poquito o el ‘solo por hoy’ está la clave. Ese ‘pedacito´ seguro que fue la puerta, tantas otras veces, para que un proceso que habíamos iniciado se cortara y volviéramos a lo de antes”, explicó.
“¡El ‘no gracias’ está tan mal visto!. Pero al hacerlo se abre un mundo de posibilidades, porque estás forjando tu voluntad. Es importante no ser tan permisivo, porque eso muchas veces nos hace daño. Tanto permitido, tanto placer con comida todo el tiempo, tanto presente… Hay que pensar en el futuro como un valor, hay que aprender a decir que no y focalizar en el objetivo”, sostuvo.
Una de las bases de hacer este cambio, opinó, pasa por no pensar desde la falta, no focalizar en "dejé de comer tal cosa", cuando en realidad lo que la persona está haciendo es tomar distancia de cosas que le hacen mal y dando la oportunidad a otros alimentos mucho más sanos. "Como digo siempre: es más fácil abstenerse que detenerse”, dijo.
“Esto es por mí”
Agostina contó que su proceso de descenso de peso y la nueva forma de encarar su vida le llevaron también a cambiar su relación con las personas que la rodeaban. Comenzó, así como con los alimentos, a elegir los “vínculos nutricios”, a rodearse de personas positivas.
“La gente habla. siempre habla. Hagas dieta o no, bajes de peso o no. El tema es que cuando uno lo expone y dice ‘quiero cambiar’, muchas personas escuchan: ‘yo estoy haciendo esto por mí y vos no’. Y sucede mucho que empiezan los comentarios negativos o se busca ridiculizar o ningunear. De hecho, yo sé que hay gente que todavía está esperando que yo engorde, que pise el palito, para sentir una satisfacción personal”, aseguró.
Si bien aclara que no se trata de aislarse, sí se trata de cuidarse y defender el proceso. “Porque es interno, no es para un otro, ni para cumplir las expectativas de los demás. Y además: ¿Cuando comías una milanesa con papas fritas no te decían nada y ahora porque comés sano te critican?! ¡Vaaamos!”.
Pasada la pandemia, Agostina y las mujeres que formaban parte de los talleres sintieron la necesidad de conocerse, por lo que comenzaron a organizarse las caminatas del Proyecto Sirenas. Hasta ahora, solo se habían hecho en Buenos Aires, pero este sábado 11 de febrero habrá una en Montevideo, para las “sirenas uruguayas”. Será a las 16.00 horas y partirá desde Kibón.
“Cuando nos juntamos nos vemos, nos conocemos, nos abrazamos y cuando terminamos comemos algo saludable, que nos llevamos en un tupper y esto también está bueno, hacemos elecciones saludables juntas”, contó.
La revolución de los tuppers
Agostina defiende, cual si fuera su arma más poderosa, a los tuppers. Y los recomienda como un aliado para reuniones familiares y de amigos, para el trabajo, hasta para una fiesta. “Más allá de cualquier cosa que haya para comer o de lo que elijan los demás, yo estoy haciendo algo por mí y si el sistema no me está ayudando, si el lugar no me lo hace accesible, tengo que imponerme. El tupper es la defensa, es como un escudo para mi proyecto”, sostuvo.
“Si está todo a disposición para que uno no haga elecciones saludables, entonces esas elecciones tienen que venir de forma preparada. Esto es fundamental: la clave para que esto salga bien y sea sostenible es el orden, la programación y la previsibilidad”, acotó.
Y de nuevo, la gente habla. “De afuera muchas veces dicen: ‘uuhh se trajo el tupper, qué problema’. Y es al revés, a la persona que lo hace le da tranquilidad, y hay que normalizarlo: un celíaco lo hace, un vegano, un vegetariano o un niño que se lleva la vianda a la escuela”.