Mariana Sánchez, El Universal/GDA
Todo lo que podamos hacer por nuestra salud es bienvenido, y en la naturaleza se encuentran grandes aliados. Desde tiempos remotos el ser humano se ha valido de muchos alimentos y productos naturales como medicinas alternativas para el alivio de afecciones, enfermedades y dolencias de distintos orígenes.
La moringa es un árbol originario de la India que muchos conocen como “árbol milagroso”. Se trata de una especie que es rica en vitaminas como las A, C, E y algunas del complejo B, y que también puede aportar proteínas, minerales y antioxidantes, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
En cuanto a su uso medicinal, la moringa se ha asociado al tratamiento de distintas dolencias, infecciones, úlceras, espasmos, enfermedades en la piel y digestivas, para regular la presión arterial y prevenir la anemia. En este marco, se destacan sus propiedades antiinflamatorias, por su contenido de isotiocianatos y flavonoides, por lo que es recomendable para el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis.
La moringa es un árbol comestible en su totalidad. Si nos centramos en sus hojas, desde el Centro Internacional para la Investigación Agroforestal afirman que pueden asemejarse con las espinacas por su contenido de hierro y calcio. Siempre se recomienda la consulta con el médico antes de incorporarla entre nuestros alimentos.