Redacción El País
Desde chicos hemos escuchado que el calcio es un mineral fundamental para el desarrollo de los huesos y la prevención de enfermedades óseas. Si bien es cierto, no basta solo con eso: también es importante contar con la cantidad necesaria de vitamina D, porque sin ella el cuerpo no logra absorber el calcio óptimamente.

Las vitaminas son nutrientes esenciales para que todos los procesos del cuerpo sucedan de forma óptima. Su ingesta desde edades tempranas es fundamental para garantizar un crecimiento y desarrollo adecuado. Una de las vitaminas más importantes es la D, en parte porque facilita la absorción del calcio.

El consumo diario de vitamina D es aún más importante para las personas mayores. Entre las fuentes de vitamina D se encuentran los pescados grasos como el salmón, la trucha, los peces blancos y el atún, así como los hongos, los huevos y los alimentos fortificados, como la leche y los cereales. Sobre todo, la luz solar contribuye a la producción de vitamina D en el cuerpo.

Otra forma de consumir vitamina D es a través de suplementos nutricionales, pero siempre se recomienda consultar con un médico antes de iniciar su consumo.

Según Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, la falta de vitamina D puede provocar la pérdida de densidad ósea, lo que a su vez puede llevar a osteoporosis y fracturas.

Además, en niños la carencia de este nutriente puede causar raquitismo, una enfermedad que se caracteriza por el ablandamiento y debilitamiento de los huesos. Por su parte, los adultos pueden padecer osteomalacia, que incluye huesos débiles, dolor en los huesos y debilidad muscular.

Es importante realizarse exámenes médicos regularmente para verificar la salud de los huesos.

El Centro Nacional de Información sobre la Osteoporosis y las Enfermedades Óseas de EEUU señala que, al igual que sucede con los músculos, los huesos son tejidos vivos que responden al ejercicio y se fortalecen. En este sentido, realizar actividad física es fundamental para tener una mayor densidad ósea, es decir, huesos más fuertes y consistentes.

Los mejores ejercicios para los huesos deben incluir tareas de resistencia y de sostener el propio peso.