Redacción El País
Como muchos saben, el ajo pertenece a la misma familia de plantas que la cebolla, los puerros y el echalote. Se cultiva en diversas partes del mundo y es un ingrediente fundamental en la cocina. También una excelente fuente de micronutrientes como manganeso, vitamina B6, vitamina C y selenio, y su contenido calórico es bajo. Además, es rico en polifenoles y otros antioxidantes, cuya concentración es aún mayor en el ajo negro.

De acuerdo con la página oficial del gobierno de México, los antioxidantes presentes en el ajo ayudan a mejorar el flujo sanguíneo, lo que es crucial para personas diabéticas, ya que facilita la distribución de glucosa en todo el cuerpo.

Por su parte, la Fundación Española del Corazón señala que el ajo puede reducir los niveles de colesterol total y triglicéridos, sugiriendo que una terapia con ajo podría ser útil para quienes tienen riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Algunas creencias sugieren que el consumo de ajo crudo es la forma más eficaz de aprovechar sus beneficios. Sin embargo, no es necesario limitarse a esta presentación para evitar la monotonía y facilitar su inclusión en la dieta diaria.

Otra opción es consumir ajo en tabletas, cápsulas, extractos, pasta o en infusión, ya que estos formatos conservan muchas de sus propiedades. Además, estas alternativas pueden ser útiles para minimizar el mal aliento asociado al consumo de ajo.

Foto: Pickpik.

Además de regular el azúcar en sangre y el colesterol, el ajo ofrece otros beneficios importantes:

• Disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas.
  
• Refuerza el sistema inmunológico.
  
• Contribuye al control de la presión arterial.
  
• Mejora la resistencia física.
  
• Posee propiedades antioxidantes.
  
• Ayuda en la prevención de ciertos tipos de cáncer.
  
• Favorece la salud digestiva.

Es importante recordar que antes de hacer cambios en la dieta o en el estilo de vida, es recomendable consultar con un médico o nutricionista.