Cómo impacta el estrés en el sistema digestivo: el síndrome del intestino irritable puede empezar en la mente

Investigadores hallaron que el estrés mental y el consumo de alimentos no saludables perjudican el microbioma intestinal.

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Dolor de panza
Mujer con malestar estomacal.
Foto: Freepik.

Giulia Vidale, O Globo
El síndrome del intestino irritable (SII) es un trastorno crónico complejo y multifactorial que afecta al estómago y los intestinos. La condición se considera común en la población en general y famosos como la modelo Yasmin Brunet y la actriz y presentadora Fernanda Paes Leme han dicho públicamente que enfrentan el trastorno.

¿Cuáles son las causas del síndrome del intestino irritable?

Aunque la alimentación es uno de los desencadenantes de los ataques, que incluyen síntomas como cólicos, dolor y distensión abdominal, gases, diarrea o estreñimiento, el estrés mental también se señala como un importante desencadenante de este trastorno gastrointestinal.

Sin embargo, la forma en que la tensión emocional causa una cascada de daños que termina en el intestino era poco conocida. Hasta ahora. Un estudio publicado recientemente en la revista científica Nature, muestra con detalles de qué forma el estrés actúa como el punto de partida para ataques en el intestino que causan malestar.

Los investigadores colocaron ratones bajo estrés crónico para evaluar las alteraciones. Mostraron que el estrés crónico, ocurrido durante semanas, reduce los niveles de células que protegen el intestino contra patógenos. Esto ocurre porque el metabolismo de las células madre intestinales que normalmente se convierten en esas células protectoras estaba defectuoso.

La activación del sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de "lucha o huida" del cuerpo y frecuentemente desencadenada por el estrés mental, puede remodelar el microbioma. Algunas bacterias del género Lactobacillus, que ocurren naturalmente en el intestino y se proliferan bajo condiciones estresantes, producen una sustancia química llamada indol-3-acetato (IAA). Los investigadores descubrieron que un nivel elevado de IAA, desencadenado por el estrés, impedía que las células madre intestinales del ratón se convirtieran en células protectoras.

La buena noticia es que, al menos para los ratones, los autores encontraron un posible antídoto: un suplemento llamado α-cetoglutarato, que toman algunos fisicoculturistas, que inició el metabolismo de las células madre deficientes en los intestinos. Sin embargo, se necesitan más trabajos para comprender los efectos a largo plazo de este suplemento y si reduce los síntomas de disfunción intestinal.

¿Son aplicables las observaciones hechas en ratones a humanos? Los investigadores reunieron evidencia de que sus hallazgos pueden ser ciertos para los seres humanos: el equipo encontró niveles elevados de bacterias Lactobacillus e IAA en las heces de personas con depresión, en comparación con personas sin depresión.

"Cuando sufrimos estrés, nuestro microbioma intestinal también sufre estrés", puntúa la endocrinóloga.

Qué pasa con la dieta.

Además del estrés, los hábitos alimentarios están relacionados con un aumento en los ataques del síndrome intestinal. Los desencadenantes son individuales, de forma que algunas personas tienen más o menos tolerancia a determinados alimentos. Pero el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y proinflamatorios suele ser un desencadenante común.

"Estos pacientes deben evitar alimentos ricos en FODMAPs", recomienda la médica nutróloga Marcella Garcez, directora y profesora de la Asociación Brasileña de Nutrología (ABRAN).

Ellos son: jarabe de maíz, miel, manzana, pera, mango, cereza, sandía, jugos de frutas, leche de vaca, leche de cabra, leche de oveja, yogur, nata, crema, queso ricotta y cottage, cebolla, ajo, puerro, trigo, cuscús, harina, masa, centeno, caqui, chicoria, alcachofra, remolacha, espárragos, zanahoria, quimbombó, col, lentejas, garbanzos, frijoles, guisante, soja, damasco, melocotón, ciruela, lichia, coliflor y champiñones.

Garcez explica que esta dieta se prescribe temporalmente, hasta que se identifiquen los alimentos desencadenantes, ya que como el aporte de probióticos de la dieta es bajo, si se mantiene durante mucho tiempo puede llevar a cuadros de estreñimiento y disbiosis.

"Los tratamientos con probióticos suplementarios específicos e individualizados también pueden ayudar. Si los síntomas son muy prevalentes, este paciente debe buscar atención médica, para descartar otras patologías, identificar los desencadenantes, reorganizar la dieta y el estilo de vida", dice la nutróloga.

Las especialistas destacan que el paciente debe buscar un médico y seguir una dieta equilibrada, variada y lo más natural posible, aliada a la buena ingesta de agua y estilo de vida saludable.

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