Creatividad y buena cocina: propuestas a puertas cerradas, con menú sorpresa y platos para paladares exigentes

Las cocinas a puertas cerradas surgen como una tendencia que combina exclusividad, creatividad y una proximidad entre los comensales y con los chefs.

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Adrián Orio y Mariela Risotto con su propuesta "La mesa entre el monte y la cocina"
Adrián Orio y Mariela Risotto con su propuesta "La mesa entre el monte y la cocina"

Las cocinas a puertas cerradas han surgido como una tendencia que combina exclusividad, creatividad y una proximidad especial entre los comensales y con los chefs. Este concepto ofrece una experiencia que permite a los participantes no solo disfrutar de platos sorprendentes, sino también interactuar directamente con los cocineros, conocer detalles de la preparación y aprender sobre los ingredientes utilizados.

La esencia de estos encuentros, que pueden ser almuerzos o cenas, radica en ir con la mente abierta y la disposición a dejarse sorprender, porque en la mayoría de los casos, los asistentes desconocen los detalles del menú, lugar o con quienes compartirán la mesa.

En esta nota compartimos tres propuestas que destacan en Uruguay: las cenas de Nidal, los almuerzos rodeados de naturaleza de la mano de La mesa entre el monte y la cocina, y La Cena de Basilio, cada una con su propia visión y estilo.

Nidal, una experiencia para descubrir y compartir.

Es una de las propuestas de cenas a puertas cerradas que funciona en Montevideo, fue creada por el chef Fernando Do Santos y su pareja, Cecilia Rivero, fotógrafa y artista visual. De la mezcla entre sus perfiles surge una experiencia que combina arte, comunidad y alta gastronomía en un entorno íntimo.

La historia de Nidal comenzó hace poco más de dos años de manera informal, con encuentros entre amigos apasionados por la gastronomía.

“A todos nos gusta comer, la mayoría estábamos vinculados a la gastronomía, teníamos libres los lunes y empezamos a juntarnos ese día para cenar. Cada uno ponía algo, o traía un vino, y yo hacía distintas preparaciones”, recordó Fernando. Estas reuniones, a las que bautizaron Antilunes, ganaron popularidad rápidamente gracias al boca a boca.

Fue así que comenzaron a organizarlas una vez al mes en su hogar, recibiendo a grupos de alrededor de diez personas en una mesa única.

En estas cenas, Fernando presenta un menú que siempre cambia y es sorpresa, se adapta a las preferencias y restricciones alimenticias de los comensales, consultadas previamente.

“Me motiva mucho la cercanía que tenés con el comensal y responderle dudas que tenga, poder transmitirle, enseñarle o que sepa diferenciar ingredientes”, comentó.

En la cena que se realizó en junio, por ejemplo, hubo entradas que incluyeron chipá con manteca de hongos, polenta frita con pesto rojo y parmesano, platos como un caldo de cordero, pesca curada con aguachile de tuna y cítricos, cordero confitado y una versión de arroz con leche que incluyó boniatos especiados con almíbar, entre otras preparaciones, acompañadas con vinos locales.

La mesa entre el monte y la cocina: naturaleza y gastronomía.

Adrián Orio y Mariela Risotto son los creadores de La mesa entre el monte y la cocina, una experiencia gastronómica que combina la belleza natural de San Luis (Canelones) con una cocina basada en productos locales, y muchos de ellos de recolección.

Ubicada en un entorno rodeado de plantas nativas, esta propuesta ofrece un almuerzo al aire libre en un patio que como el nombre del evento lo indica, está ubicado entre la cocina y el monte.

Desde hace varios años, Adrián y Mariela organizan estos encuentros en los que los comensales comparten una mesa única y disfrutan de un menú de nueve pasos. “Nunca en mi vida hice un menú igual al otro. Siempre pruebo cosas nuevas, a veces con ingredientes que son los mismos, pero con distintos platos o versiones”, contó Adrián,

Con ingredientes y técnicas que aseguran la frescura y calidad de cada preparación, estos almuerzos están acompañados con bebidas que pueden ser vinos de bodegas locales, cervezas artesanales, dependiendo la propuesta.

El menú es sorpresa: es una de las condiciones que hace especial esta experiencia. Los encuentros se realizan una o dos veces al mes, depende la época del año.

La mesa entre el monte y la cocina no solamente ofrece una experiencia culinaria excepcional, sino que también promueve un estilo de vida sostenible y en armonía con la naturaleza.

Adrián y Mariela crearon un espacio donde la gastronomía y el entorno natural se fusionan para ofrecer una experiencia que promete nutrir, y no solamente el cuerpo.

Entre las últimas preparaciones que compartió el dúo, están, por ejemplo, la pesca con crema agria y eneldo silvestre, cordero sobre brasas con chips de cáscaras de boniato y criolla de yerba carnicera, o un helado de anacahuita, con salsa y semillas tostadas de quebracho flojo.

La cena de Basilio, exclusividad y sorpresas.

Marcelo Cerminara, matemático que las vueltas de la vida convirtieron en chef, lleva unos tres años ofreciendo cenas a puertas cerradas con La Cena de Basilio, en Montevideo.

Este formato le permite compartir una experiencia de alta cocina en un entorno íntimo y único. El concepto con el que trabaja Marcelo se basa en la calidad y la estacionalidad.

“Uso los mejores ingredientes que están a mi alcance, tanto locales como importados", señaló, al tiempo que está pendiente de la rotación de productos que hace en el menú, sobre todo algunos, como pescados y vegetales, que son estacionales.

Su propuesta de siete pasos también cambia constantemente, buscando siempre sorprender a los comensales. “La idea es que se sorprendan, que se animen a confiar en que lo que uno hará será bueno”, dijo.

En su menú podemos encontrar, solo por nombrar algunos, platos como buñuelos de calamar, carne de pato en diferentes preparaciones, y variedad de pasos que él define como “snacks” y son pequeños pero muy trabajados platos.

La creatividad y la buena cocina dicen presente en cualquiera de las tres propuestas, cuyo ticket varía entre $2000 y $3000, dependiendo el menú, los vinos y la ocasión.

Una experiencia que, además, al ser comunitaria es una buena opción para compartir con amigos, pareja, o incluso ir solo con la mente abierta no solo a disfrutar del menú, sino también a compartir con nuevas personas.

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