En el último tiempo, muchas personas han elegido retomar algunos hábitos alimenticios ancestrales. En la antigüedad, las poblaciones consumían lo que cosechaban y producían de forma orgánica. De esta manera, como la comida era natural, es decir, sin aditivos ni conservantes, tenían una calidad de vida óptima, y no corrían el riesgo de padecer enfermedades crónicas tales como la diabetes o la hipertensión.
Como resultado de este movimiento, uno de los alimentos que han resurgido son las semillas. Su aporte de nutrientes y versatilidad para cocinar hacen que cada vez más personas las incluyen como parte de sus platos: fríos, calientes, dulces y salados, e incluso en bebidas.
La semilla de lino es originaria de la zona de la Mesopotamia. Se estima que fue el emperador Carlomagno quien introdujo esta semilla en Europa para usos culinarios y medicinales. Luego, durante la época de la colonización de América, el lino desembarcó en los Estados Unidos y Canadá, países que actualmente se destacan dentro de los principales productores junto a China, Egipto y la India.
Los beneficios del lino.
Un informe de la Universidad de Harvard publicado en la revista Harvard Health Publishing reveló que el consumo de granos integrales -entre ellos el lino- aporta grandes beneficios para la salud. Destacó que reduce la presión arterial, el azúcar y el colesterol en sangre, como también la inflamación crónica.
Por su parte, Yael Hasbani, Health Coach certificada en Salud y Nutrición Holística, agrega que las semillas de lino son ideales para combatir el estreñimiento intestinal y proteger la salud digestiva. Según relata, ello se debe a la cantidad de fibra que contiene: “Un componente que regula el tránsito intestinal y que reduce la absorción de azúcares y grasas. Combate el colesterol malo (LDL) evitando que las arterias se tapen y protegiendo al corazón de posibles patologías”, explica.
Según la licenciada en Nutrición Estefanía Beltrami, el lino también es fuente de carbohidratos, proteínas, omega 3, 6 y 9; antioxidantes que previenen el deterioro de las células, vitaminas del grupo B y minerales: calcio, hierro, potasio y magnesio.
Asimismo, en el informe de la Universidad de Harvard se mencionan investigaciones que encontraron que las personas que consumían una mayor cantidad de granos integrales, es decir, al menos una porción diaria, tenían un 9% menos de chances de contraer una enfermedad cardíaca.
¿Cómo se consume el lino?
Beltrami comenta que la fibra viene de dos maneras: “La insoluble que se encuentra en la cáscara y que se resiste a la digestión, y la soluble, que es el interior de la semilla”. Hay que intervenirlas para incorporar los nutrientes de manera efectiva y aprovechar sus ventajas.
Hasbani cuenta que se las muele hasta que se forma un polvo. Una vez listo, se lo puede incorporar a todo tipo de comidas, por ejemplo, a yogures, ensaladas o salteados, como también a preparaciones como panes, budines o cualquier tipo de masa.
En estos casos, “lo ideal es que cada uno las muela al momento de usarlas, de lo contrario si quedan a la intemperie, expuestas al aire, se oxidan”, detalla la Health Coach. Y en cuanto a la cantidad recomendada sugiere que sea de una cucharada diaria, que, según dice, equivale a siete gramos de lino, que aporta a su vez dos gramos de fibra.
Otra opción es hidratarlas. Al respecto, Beltrami comenta que la idea es formar un gel, conocido técnicamente como mucílago. “En estos casos se lo puede usar como pudding o ingrediente para cocinar”, dice la nutricionista. En un recipiente se coloca una cucharada de lino y dos de agua y se lo deja reposar durante 20 minutos aproximadamente.
Contraindicaciones de consumir lino.
Si bien se trata de un alimento que la mayoría de las personas puede consumir, hay excepciones. “Por el momento se sabe que los que deben tener especial cuidado son los que padecen trastornos gastrointestinales o divertículos”, remarca Beltrami.
Esta enfermedad, que se caracteriza por la presencia de pequeñas bolsitas en el intestino, se acrecienta si se ingieren alimentos de tamaño chico porque “pueden quedar allí atrapadas y causar inflamación”, cuenta Beltrami. Además, agrega que el nivel de tolerancia de la fibra varía entre personas. “A algunos les puede causar malestar estomacal e irritación, a otros nada”, comenta.
(Por La Nación GDA)