Habla y su acento la delata: Anne Caroline Biancheri es francesa, pero su corazón se radicó en Latinoamérica hace muchos años, primero en Argentina, actualmente en Uruguay.
En 1992, cuando le faltaba poco para diplomarse en Business and Management en la American University de París, viajó al país vecino para hacer una pasantía en una agencia de publicidad.
El plan, en ese momento, era solamente estar un tiempo y retornar a Francia, pero pasaron tan solo algunos meses y decidió quedarse a vivir en Argentina. Allí estuvo hasta que el coronavirus agarró de sorpresa al mundo y, como hicieron muchas personas, comenzó a buscar un cambio de aire. Pensó en mudarse. Fue entonces cuando eligió a Punta del Este como su nuevo hogar.
“Cuando viajé a Buenos Aires para hacer mi pasantía, descubrí fue el mundo de la edición. Al tiempo, cuando me di cuenta de que no me gustaban algunas cosas de cómo se trabajaba en la agencia, renuncié y fundé mi propia empresa de publicidad y editorial”, recordó Biancheri.
Gracias a algunos libros que publicaba, el vino llegó a su vida. “El gobierno de Mendoza me pidió hacer uno sobre la región. Me mudé allí, donde luego me casé y tuve a mis tres hijos”.
Su familia, siendo francesa, siempre tuvo una conexión con la gastronomía y el vino. “Aunque en mi juventud yo no estaba directamente involucrada con los viñedos, siempre había un culto a la gastronomía en mi hogar”, dice. Y agrega: “Mi padre, a pesar de que trabajaba en el rubro del transporte, que no tiene nada que ver, siempre vivió una pasión por el vino. Tenía pequeños viñedos y le dedicaba tiempo a hacer sus propias bebidas. Creo que en la vida, de alguna forma, uno cumple los sueños de sus padres y para mí fue un momento muy lindo cuando me di cuenta que quería seguir ese sueño”, sostuvo Anne.
El mundo del vino.
Desde la década de los 90 hasta al día de hoy, Biancheri realizó un recorrido que describe como “una travesía fascinante”.
Algo clave para que pasara de la publicidad al mundo del vino, fue conocer al francés Michel Rolland, amigo de su padre y uno de los enólogos de mayor renombre del mundo. Su coterráneo estaba en ese momento buscando terrenos en la provincia argentina de Mendoza para iniciar un proyecto con viñedos y bodegas.
“Michel me habló maravillas del lugar y cuando lo visité, yo también me enamoré de la zona. Entonces decidí quedarme y compré 126 hectáreas. Entre el 2000 y el 2005 empecé a plantar viñedos, siguiendo la tradición francesa de no enfocarme en vinos varietales, sino en lograr una complejidad armoniosa a través de diversas cepas”, contó.
Anne señaló que el proceso de plantar vid y producir vino fue una aventura en sí misma, en medio de la cual nació su marca, Antucura: desde los comienzos comprendió la importancia del suelo y de tener buena materia prima.
Mendoza resultó le ideal, ya que tiene aspectos que son todo un regalo de la naturaleza para quienes hacen vino: buenos terruños, una posición con respecto a la Cordillera de los Andes que le permite jugar con la altitud y suavizar las temperaturas, entre otros privilegios.
Así comenzó la colaboración de Biancheri con Rolland y otros enólogos que trabajaban en la región, detalló la experta, que presentó sus creaciones en la boutique de vinos Vinbutik, en Montevideo.
En el año 2003 lanzó su primera cosecha con Antucura, pero para brindar una experiencia completa, dos años más tarde inauguró un pequeño hotel de lujo en medio de la misma propiedad.
El establecimiento funcionó bajo la administración de otra bodega durante casi una década y actualmente reabrió, como una casa ideal para quienes buscan descansar, conectarse con la naturaleza y disfrutar de su biblioteca de más de 8.000 volúmenes, en la que la dueña de casa integró sus dos grandes pasiones: los libros y el vino.
La casa también cuenta con un fresco del artista mendocino Sergio Roggerone y busca, de distintas maneras, promover el arte local.
Con respecto a los vinos que produce, Anne contó que a lo largo de los años, ampliaron la gama y hoy elabora desde blancos y blends hasta varietales, como Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot.
“Este viaje ha sido una mezcla de aprendizaje, pasión y dedicación, y me emociona continuar compartiendo mi amor por el vino y la cultura con todos aquellos que visiten nuestro proyecto en Mendoza”, confesó.
Su mudanza a Punta del Este.
Antes de decidir mudarse a Uruguay, Biancheri había estado solamente un par de veces en nuestro país.
“El primer lugar que visité antes de mudarme a Argentina fue Uruguay, en julio de 1992. En ese momento yo vivía en París y tenía un muy buen amigo uruguayo que me hizo descubrir Montevideo”, recordó. Luego, durante todos sus años en Mendoza, un par de veranos visitó Punta del Este.
La pandemia por coronavirus fue la gota que faltaba para rebasar un vaso que ya estaba colmándose, con muchas ganas de un cambio de vida: “Los recuerdos que yo tenía de mis visitas anteriores a Punta del Este me gustaban mucho. Entonces decidí volver a Uruguay y realmente me encantó”.