Mariana Mastroroco vive en Uruguay y es la chef de la embajada de Brasil en Montevideo.

Entre recetas de pão de queijo, coxinhas o feijoada, su camino hasta aquí fue de todo menos convencional. Llegó a Uruguay en 2019 en una casa rodante, con el plan de recorrer la región junto a su familia. Esa vida nómade, sustentada en la venta de comida en playas y ferias, le permitió descubrir su verdadera pasión: la cocina.

Aunque nació en Santos, una ciudad costera en el estado de San Pablo, Brasil, Mariana siempre responde con una sonrisa y algunas dudas cuando le preguntan de dónde es. “Soy de muchas partes”, suele decir. Desde pequeña, el movimiento constante fue parte de su vida. Creció viajando por Brasil, una experiencia que marcó su espíritu aventurero.

De adulta, trabajaba como secretaria de un diputado cuando un problema de salud le hizo replantearse todo. “Tuve un principio de infarto y decidí cambiar de vida”, contó.

“Con mi pareja de ese momento y mis dos hijos siempre habíamos querido viajar, así que renuncié y decidimos recorrer América Latina en nuestro motorhome”, contó. Aquel viaje comenzó a fines de 2019, el plan era seguir pero la pandemia de Covid los agarró en Uruguay y se vieron obligados a quedarse. Con el tiempo, Mariana “se enamoró” del país y lo eligió como su hogar.

En aquel momento, no pensaban permanecer acá tanto tiempo. Sus hijos eran pequeños y, mientras asistían a la escuela, su movilidad en la casa rodante era limitada.

El primer verano en Uruguay, la familia volvió a la ruta, exploró y conoció distintos lugares. “Para ganarnos la vida, empezamos vendiendo comida en la playa y luego en ferias”, recordó. Pasaron por ferias como las de Atlántida, Parque del Plata, Marindia o La Floresta.

Durante la pandemia, se establecieron en un camping ubicado en Marindia, Canelones, pero las dificultades aumentaron. “Entonces empezamos a ofrecer más nuestra comida brasileña y desde Montevideo empezaron a hacernos muchos pedidos, así que nos mudamos desde Marindia a Solymar para estar más cerca de los clientes”, explicó.

Mariana descubrió que la cocina no solo era un medio de vida, sino también una pasión. Aunque todo lo que sabía lo había aprendido de su abuela, decidió profesionalizarse. “Me inscribí en la UTU para estudiar gastronomía y empecé a explorar más tanto la cocina brasileña como la uruguaya. Me gusta la idea de fusionarlas”, señaló.

El año pasado, por ejemplo, en la Semana de Brasil que se celebra cada setiembre en Montevideo, presentó un menú que incluía una torta frita hecha en aceite de dendê y un brigadeiro de vino tannat.

Lo que comenzó como una forma de sustento se convirtió en una carrera. Mariana pasó de vender en ferias a organizar eventos para la comunidad brasileña, ofreciendo clases de cocina y talleres.

Luego, la embajada de Brasil en Montevideo la contrató para algunos eventos puntuales y, en determinado momento, la cocinera que tenían allí desde hacía años se jubiló: fue la oportunidad perfecta para ella y después de varias pruebas y papeleo, recibió un “sí” como respuesta. En agosto cumplió un año de trabajo allí.

Cuando le preguntan qué platos recomienda para quienes quieran probar la auténtica cocina brasileña, Mariana es prudente. “Es difícil decirlo, porque Brasil es un país enorme con muchas variantes regionales”, comentó.

“Me gusta mucho la comida minera (de Minas Gerais), como el feijao tropeiro. Me parece que son únicos. Pero hay tantas opciones; porque cada región tiene sus propias especialidades”.

Meterse en el mundo de la cocina la llevó a lugares que no imaginaba, y eso también incluye la televisión: participó en en la competencia de El show de la tarde en canal 10 y ganó, luego fue parte del jurado.

En su cuenta de Instagram, lo resume de esta manera: “Este pequeño país me hizo experimentar tantas emociones. Vine para quedarme 6 meses, y ya hace 5 años. Aquí pasé toda la pandemia de Covid, lloré muchas muertes de muchos amigos y familiares (…) empecé de nuevo, me mudé de ciudad, cambié de trabajo, participé en una competencia de cocina en televisión y gané, comencé a trabajar como chef en la Embajada de Brasil, construí una nueva familia maravillosa con mis amigos acá. Conocí personas increíbles y de esta gente que me enamoré completamente. ¡Gracias Uruguay, encontré mi lugar en el mundo!”.