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Desperdicio de alimentos, huella hídrica y alimentación sostenible: así afecta lo que comemos a nuestro planeta

Los alimentos que incluimos en nuestra dieta no solo repercuten en nuestra salud, también en nuestro planeta.

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Frutas y verduras.
Foto: archivo

Mañana 5 de junio, se conmemora un nuevo Día Mundial del Medio Ambiente; es momento de pensar como nuestra alimentación contribuye a él o lo afecta.

Los efectos del cambio climático, se ven año a año: temperaturas extremas en verano e invierno, cambios bruscos en el clima o las recientes inundaciones en el sur de Brasil, son un ejemplo claro y cercano.

Los alimentos que incluimos en nuestra dieta no solo repercuten en nuestra salud, también en nuestro planeta.

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Frutas, verduras, pescado, todo forma parte de los alimentos recomendados para esta etapa de la vida.
Foto: Easy Peasy AI.

En cuanto a la relación de nuestra dieta y cómo proteger al medio ambiente podemos hablar de dos temas: alimentación sostenible y la huella hídrica de los alimentos.

Alimentación sostenible: Desde el momento en que planificamos que comemos, no solo tenemos que pensar en una alimentación que sea saludable, variada y suficiente, si queremos cuidar a nuestro planeta, también debe ser sostenible.

La producción de alimentos es una de las actividades que más afecta a la salud del planeta:
ambios en el suelo por cultivos, pérdida de biodiversidad, uso de agrotóxicos, huella de CO2, huella hídrica, etcétera.

Entre la ganadería y agricultura se genera el 20% de los gases de efecto invernadero en el mundo, lo que incluye la producción, las diferentes etapas del proceso de cada alimento, hasta que llega a nuestra mesa (incluido envasado, transporte, distribución, los residuos que se generan y el desperdicio alimentario).

¿Qué es una alimentación sostenible?

Aquella que durante su producción ha reducido el impacto medioambiental, no agotan los recursos naturales y respeta a la biodiversidad.

El desperdicio de alimentos genera un fuerte impacto medioambiental, resulta insuficiente pensar solamente en consumir menos envases y plásticos, hay que pensar lo que causa en el ambiente el ciclo de producción de los alimentos y el uso que le damos a cada producto.

El desperdicio alimentario, que representa un tercio de la producción, la FAO calcula que recupera la mitad de lo que se desperdicia, bastaría para alimentar a todo el planeta.

FAO
Fuente: FAO

La alimentación sostenible busca reducir el impacto ambiental, optimizar los recursos naturales y humanos y reducir al máximo el desperdicio, aprovechando los alimentos desde que los compramos.

La huella hídrica de los alimentos:

Si no conocés este término, te cuento que es un indicador de uso medio ambiental y muestra cuánta agua se necesita para la producción de un alimento. Si pensamos en el agua como un recurso natural que debemos proteger —y de eso supimos bastante en 2023 ante la ausencia de lluvias en Uruguay— debemos fomentar el consumo de productos que tengan un bajo consumo de agua en su producción.

La huella hídrica puede emplearse para medir el consumo de agua de casi cualquier cosa, desde ropa, alimentos hasta el consumo total de un país. Según los datos de FAO el 70% de la huella hídrica del planeta deriva de los alimentos.

Así como para un tomate se precisan 13 litros, 25 para papa y 50 litros para naranja en el otro extremo para un bife de carne se necesitan 7.000 (en el caso de la leche serían unos 1.000 litros).

Con esta guía rápida de acciones sencillas y prácticas, podemos ayudar al medio ambiente desde nuestra alimentación:

Menos carne y lácteos, pero de mejor calidad. No pretendo inducir a nadie a que sea vegano o vegetariano, pero según Greenpeace si consumimos alrededor de 300 gramos menos de carne o leche; podemos reducir a la mitad los niveles de contaminación de la producción ganadera. La carne (vacuna, cerdo, pollo) es el grupo de alimentos con mayor impacto medioambiental teniendo la huella hídrica más alta.

Con estos datos, con tu granito de arena contribuirás a brindarle más sostenibilidad al planeta tierra, podés animarte a sumar otras fuentes de proteínas, como las de origen vegetal. Probar un día a la semana sin carne, o si te sirve la referencia 1 vaso de leche ya son unos 200 gramos aproximados, no son cambios inviables (probar bebidas vegetales es un sustituto), sino un compromiso sencillo en el día a día. A su vez los cereales y derivados (pan, pasta, papas y arroz) tienen una sensible huella hídrica menor que las carnes.

Tomate tu tiempo para planificar y cocinar.

Planificar las comidas y dedicar el tiempo a cocinar y comer, ayuda a mejorar los hábitos alimenticios. Podés empezar con un listado de tus comidas preferidas y elaborarlas en casa, sin juzgar qué tan saludables son, sabiendo que para prepararlas harás compras más inteligentes y también beneficiarás a tu bolsillo. Elegí un día o unas horas para planificar la semana.

Considerá tu presupuesto, cuanto tiempo tenés para cocinar, que días estás en casa. Armate platos realistas y tratá de usar los recursos de manera eficiente: preparaciones que resuelvan más de una comida o alimentos que sirvan para más de un plato.

Dedicarle tiempo al momento de la compra, evita comprar en exceso, adquirir lo que realmente necesitás es una forma de tomar conciencia y reducir el desperdicio alimentario que daña al planeta.

Consumir frutas y verduras de estación y locales.

Los alimentos de temporada son aquellos que se cosechan dependiendo de la estación del año y las condiciones climatológicas. Son básicamente frutas, vegetales y granos que se dan cada determinado mes, su consumo es bueno para la salud, y para el bolsillo porque se encuentra mayor oferta. Tener un calendario de frutas y verduras, es una forma de conocer que hay más en cada estación.

Reducir los alimentos procesados ya que estos productos consumen más recursos durante su producción creando un gran impacto ambiental. Son productos cero ecofriendly, ya desde el vamos usan envases y embalajes para su traslado. Sin adentrarme en el detalle que son una bomba de grasa, sal y azúcares para tu cuerpo.

Mas aceites vegetales, pero cuidado con el de palma Cocinar con aceites vegetales (aceite de oliva, de girasol, etcetera) tienen un menor impacto que las grasas de origen animal como la manteca.

Eso si es importante hablarte del aceite o grasa de palma enemiga del ambiente, pero la favorita en la industria y que está muy presente en varios productos sobre todo en los procesados. (la mayoría de los procesados cuando hablan de aceite vegetal, y no aclaran girasol, maíz es porque están usando aceite de palma). Las plantaciones de palma ya han hecho estragos en países del sudeste asiático aumentando la producción de CO2 a la atmósfera además de generar deforestación y extinción de especies animales. Por eso es fundamental siempre dedicar unos minutitos a leer los ingredientes de la etiqueta nutricional del producto que estamos comprando.

No pretendo que dejes de utilizar los recursos y los medios de vida que el ambiente nos brinda, sino buscar un intercambio sano, tanto si lo hacemos individualmente como colectivo. Así conservaremos y cuidaremos la fuente de todo, que es el planeta.

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