"Los alimentos son la medicina primaria”, aseguró Carla Pereira, nutricionista y coautora -junto a Ramón Aguileira- de “Restauración fisiológica. El camino de la purificación”, un libro en el que buscan acompañar al lector “en un proceso de desintoxicación integral -cuerpo, mente, espíritu-” y ofrecerle las herramientas necesarias para que cada uno sea “el gestor de su propia salud”.

La invitación es a un plan de 9 días para limpiar el hígado, los riñones y el intestino, que se apoya en lo alimenticio, pero también en lo emocional. "Es solo un inicio de algo que va mucho más allá y que tiene que ver con un cambio integral de la forma de alimentarse y de vivir", afirmó.

“Siempre se piensa en el nutricionista como alguien que ayuda a bajar de peso, pero no se tiene en cuenta el hecho de mejorar nuestra salud y energía, de tener una vida plena y de tener pensamientos positivos. No se piensa en cómo estar más alineados a lo que queremos. Vivimos aletargados, hinchados, distendidos y normalizamos esos síntomas. Yo lo veo con mis pacientes y es increíble cómo cambiando la alimentación, cambia todo, hasta la forma de pensar”, remarcó.

Pereira estudió nutrición, se recibió hace 10 años, pero no sentía que la carrera le hubiera dado lo que quería y luego se especializó en medicina naturista. “Fue un despertar”. Toda su vida había sufrido de colon irritable, “vivía en la queja, tenía ansiedad y atracones”. Pero se mejoró. Aguileira, en tanto, es cocinero funcional, mentor en salud y especialista en cocina antiinflamatoria. Es brasileño, vivió en Nueva Zelanda, se radicó en Uruguay y curó su adicción a las drogas aplicando lo aprendido en un libro que combinaba cocina con biología médica.

“La microbiota maneja absolutamente todo, desde emociones hasta pensamientos, hasta formas de actuar. Esto lo hablamos en el libro. Modulando la microbiota y desinflamando el cuerpo, podemos cambiar todo. Y yo lo comprobé. Fue un proceso largo, pero empieza de a poquito, por la autocompasión, el amor propio, conocer el cuerpo y escucharlo”, contó Pereira.

El punto central de la restauración que propone el libro está en el cambio de alimentación. Sin embargo, en entrevista con El País la nutricionista explicó que desde hace 10 años trabaja guiando procesos depurativos y pudo ver que, si bien las personas logran reenfocarse, cuando terminan el proceso no logran sostener los nuevos hábitos. Por eso, apuntó, es necesario tener acompañamiento psicológico, porque si no se ahonda en las emociones, los cambios no logran afianzarse.

“Hay que profundizar en el vínculo entre emociones y alimentos y darnos cuenta de que la mayoría de las veces comemos por hambre emocional. Y esto es un proceso que puede llevar años. Todos comemos por hambre emocional, en menor o mayor medida, y hay que buscar esa raíz, desenmarañarla, entender qué emoción se está tapando, qué es lo que pasa: si hay ansiedad, angustia, etc.”, agregó.

Consultada sobre lo ambicioso que puede sonar para muchas personas este cambio tan integral, Pereira dijo que lo que proponen en el libro es un inicio, “algo fácil y práctico”. “Si alguien ve que no puede cumplir los 9 días de limpieza, puede empezar por lo que le quede bien. Por ejemplo: hablamos del descanso digestivo de 12 horas, pero si no se puede, solo el hecho de cenar temprano ya es muchísimo. También proponemos empezar la mañana con agua con limón o un jugo de vegetales. Pero si no se puede, también hay recetas de infusiones”, explicó.

Foto: Difusión

El programa de restauración fisiológica sirve también para adelgazar, aunque no está pensado específicamente para ello. “Al hablar de sobrepeso solemos enfocarnos más en lo externo, en pesarnos, contar calorías y restringir. Es lo que nos enseñaron, pero si dejamos eso de lado y nos enfocamos en sanar el vínculo con la comida, en ver por qué estoy comiendo de más, el cuerpo va logrando el equilibrio y el descenso de peso viene como consecuencia”, apuntó la profesional.

“Lo más importante es no presionarte. Yo estuve mucho ahí, en la exigencia, en la presión y eso es lo que nos termina haciendo mal. Cuando yo empecé con todo esto era: no puedo comer nada y todo tiene que ser sin gluten y sin lácteos y, al final, termina siendo una ortorexia, termina siendo una obsesión”, apuntó Pereira.

“Entonces, cada uno su ritmo, cada uno su tiempo”, resumió.