Dicen que el desayuno es la comida más importante del día, pero ¿y si no te gusta desayunar?

Sea cual sea la razón por la que te salteás la primera comida del día, merece la pena considerar las implicaciones para la salud.

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Para algunos, esta es la manera de arrancar el día. Otros no pueden ni ver comida cuando se levantan.
Foto: Freepik.

Elizabeth Passarella - The New York Times
No desayuné antes de empezar a escribir este artículo. Pero sí le di de comer a mis tres hijos antes de enviarlos a la escuela. De hecho, sé que el desayuno es tan importante para los niños que mi marido y yo servimos de comer a nuestra hija de secundaria delante de su espejo de maquillaje, como si fuera miembro de la realeza, para asegurarnos de que se alimente. ¿Y nosotros dos? Nos limitamos al café.

Desde luego, no somos los únicos. Muchos adultos se saltean el desayuno porque están apurados, distraídos o simplemente no tienen hambre a primera hora de la mañana. ¿De verdad es para tanto? La opinión general de los expertos es que una comida matutina —idealmente una combinación de proteínas, fibra y grasa— estabiliza el azúcar en sangre, te da energía y te mantiene saciado, por lo que es menos probable que comas en exceso más tarde. “Pero quizá a ti te funcione otra cosa”, dice Lindsay Malone, nutricionista. “¿Quién soy yo para decirle a alguien que tiene que desayunar si no le apetece?”.

La clave está en escuchar a tu cuerpo. Podés pensar que te encontrás bien sin desayunar, pero podría haber consecuencias a las que no estás prestando atención. Antes de seguir saltéandote el desayuno, he aquí algunas cosas que debés tener en cuenta.

¿No tenés hambre por la mañana?

“Fisiológicamente hay trucos para animar a nuestro cuerpo a comer por la mañana”, comenta Ivory Loh, nutricionista. Pero si pasaste años sin desayunar, puede que tu cuerpo haya dejado de enviar señales de hambre que sabe que van a ser ignoradas. “Yo les digo a mis clientes que prueben a comer algo de forma constante durante tres semanas”, dice Loh. “Simplemente inténtalo. Tu cuerpo empezará a anticiparse a ser alimentado”.

¿Tomás café?

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Café y medialunas; una combinación infalible tanto para desayuno como merienda.
Foto: Freepik.

El café puede inicialmente suprimir el apetito y darte un poco de energía, sobre todo si lo tomás con leche, que aporta un poco de grasa.

Pero tomarte solo un café con leche puede volverse en tu contra. Quizá esto te suene familiar: empiezas el día, te distraés y no te das cuenta de que el impulso que te brindó el café desapareció. Horas después, tenés hambre.

“Es como si tu cuerpo te enviara mensajes de texto y los ignoraras. Entonces te empieza a llamar. Para cuando prestás atención, es un grito urgente”, ilustró Loh.

Intentá escuchar las señales del hambre antes de que las cosas se salgan de control. “Quizás no tengas hambre hasta las 10 a. m. No pasa nada. Comete un yogur y una banana. Eso sigue contando como ‘desayuno’”, explica Lauren Au, profesora asociada de nutrición.

Si no querés comer otras opciones son un licuado o una cucharada de colágeno en el café (para obtener proteínas), dice Malone.

¿Es posible que no te guste la comida del desayuno?

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No hay una regla inmutable sobre lo que se debe comer en el desayuno.
Imagen: Freepik.

Ninguna norma dice que tengas que ceñirte a un tipo de comida Comete los fideos que sobraron de anoche si querés, o las porciones de pizza que quedaron de la reunión de amigos.

¿Estás ayunando?

Malone dijo que limitar las horas del día en las que comes para que tu cuerpo queme grasa como combustible, una práctica conocida como ayuno intermitente, puede ayudar a perder un poco de peso y a estabilizar el azúcar en sangre en las personas con diabetes de tipo 2. Pero no improvises. El verdadero ayuno no permite tomar un vaso de jugo de naranja, por ejemplo; tu cuerpo empezará a quemar el azúcar en lugar de la grasa, anulando el objetivo. Los diabéticos, sobre todo, deben consultar a un médico o nutricionista para elaborar un plan, ya que los niveles altos o bajos de azúcar en sangre pueden ser peligrosos.

“Puede que el desayuno no funcione para todas las personas. Si te nutrís lo suficiente a lo largo del día, todo bien. Pero no lo conviertas en algo que dejás para después”, concluyó Loh.

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