O Globo - GDA
Presente en la alimentación diaria de mucha gente, el arroz blanco compite con el arroz integral, una alternativa que a menudo se considera más saludable. Sin embargo, entre dudas y algunas concepciones erróneas, ¿cuál es la mejor opción? Depende del objetivo de tu dieta. A continuación, compará los pros y contras de cada tipo y conocé mejor sus diferencias.

La diferencia entre ambos radica en el proceso de refinado. El arroz blanco no tiene la cáscara (que es rica en fibra), y tiene un índice glucémico más alto por porción.

“No son muy diferentes en cuanto a la cantidad de calorías y proteínas. Cuando observas la composición nutricional, el arroz integral tiene más magnesio, fósforo y una mayor concentración de vitaminas del complejo B”, explica la nutricionista Juliana Magalhães.

Debido a que tiene un índice glucémico más bajo, el arroz integral es recomendado para personas con síndromes metabólicos, como la diabetes.

“Se recomienda aumentar la fibra en la dieta, y esto puede lograrse sustituyendo el arroz blanco por el integral. Sin embargo, también es posible enriquecer el arroz blanco añadiendo fibras durante la preparación y en la composición del plato. Un plato con arroz blanco, frijoles, ensalada, verduras y hortalizas compensa mucho más que simplemente cambiar el tipo de arroz”, explica Juliana.

Si el objetivo es reducir el consumo diario de carbohidratos, el arroz integral también puede ser una opción, ya que promueve una sensación de saciedad más rápida. Esto lo explica la nutricionista Júlia Marques, especializada en Nutrición Deportiva Funcional:

“El arroz blanco, al tener menos fibra, se puede comer en mayor cantidad sin sentirse rápidamente satisfecho. Con el arroz integral, es lo contrario”.

Foto: Pxhere.

Para las personas que buscan aumentar la masa muscular, el arroz blanco puede ser una buena opción. La nutricionista detalla que este alimento proporciona una fuente de energía rápida, lo que lo convierte en una elección adecuada antes de actividades que requieran un mayor rendimiento físico.

Según Marques, otro factor a considerar en un plan alimenticio es la adecuación al gusto personal:

“Existe una idea errónea de que una dieta es algo que se sigue hasta alcanzar un objetivo, y luego se deja de lado. Es importante recordar que la dieta es todo lo que comemos. Si pensamos en la dieta como algo restrictivo, que se sigue por un tiempo limitado, no tiene una vida útil interesante”, resalta Júlia.

Este factor contribuye a que muchas personas no continúen con sus planes alimenticios. “La adecuación al gusto del paciente nos asegura que el proceso será placentero. Si la dieta no incluye alimentos que le gusten al paciente, probablemente abandonará el proceso”.