Melanie Shulman, La Nación/GDA
El consumo de productos orgánicos y balanceados es el primer gran paso hacia una alimentación consciente que se basa en mantener hábitos saludables en la vida cotidiana. No hay “receta mágica” que prometa fines “milagrosos”, sino que el buen funcionamiento del organismo radica en priorizar el consumo de alimentos que no sean industrializados y que le proporcionen al cuerpo los nutrientes esenciales que necesita cada día.
Por ello, el punto de partida consistió en retomar algunos hábitos ancestrales. Lejos de elaborar platos sofisticados, las poblaciones consumían lo que cosechaban y producían de forma orgánica. De esta manera, como la comida era natural, es decir, sin aditivos ni conservantes, tenían una calidad de vida óptima ya que no corrían el riesgo de padecer enfermedades crónicas tales como la diabetes o la hipertensión.
En ese entonces los alimentos eran elaborados a base de semillas que forman parte de los granos integrales y que hoy resurgieron gracias a sus múltiples nutrientes y a su versatilidad para cocinar. Precisamente por esto, son cada vez más las cocinas de todo el mundo que las adoptan y las incluyen como parte de sus platos: fríos, calientes, dulces y salados e incluso en bebidas.
Y entre todas ellas, el lino es una de las que más se destaca. Originario de la zona de la Mesopotamia, su origen data de la Edad de Piedra, cuando el hombre empezó a elaborar herramientas. Pero, se estima que fue el emperador Carlomagno quien introdujo esta semilla en Europa para usos culinarios y medicinales. Luego, durante la época de la colonización de América, el lino desembarcó en los Estados Unidos y Canadá, países que actualmente se destacan dentro de los principales productores junto a China, Egipto y la India.
El lino, un aliado para la salud
Un informe de la Universidad de Harvard publicado en la revista Harvard Health Publishing, revela que el consumo de granos integrales -entre ellos el lino- aporta grandes beneficios para la salud. Destaca que reduce la presión arterial, el azúcar y el colesterol en sangre, como también la inflamación crónica.
Por su parte, Yael Hasbani, Health Coach certificada en Salud y Nutrición Holística, agrega que las semillas de lino son ideales para combatir el estreñimiento intestinal y proteger la salud digestiva. Según relata, ello se debe a la cantidad de fibra que contiene: “Un componente que regula el tránsito intestinal y que reduce la absorción de azúcares y grasas. Combate el colesterol malo (LDL) evitando que las arterias se tapen y protegiendo al corazón de posibles patologías”, explica Hasbani.
Para la licenciada en Nutrición, Estefanía Beltrami, el lino también es fuente de carbohidratos, proteínas, omega 3, 6 y 9; antioxidantes que previenen el deterioro de las células, vitaminas del grupo B y minerales: calcio, hierro, potasio y magnesio.
Ahora bien, gracias a todos estos aportes, en el informe de la Universidad de Harvard se mencionan investigaciones que encontraron que las personas que consumían una mayor cantidad de granos integrales, es decir, al menos una porción diaria, tenían un 9% menos de chances de contraer una enfermedad cardíaca.