Estamos predispuestos a que nos encante el pan incluso desde antes de ser Homo Sapiens

Investigadores estadounidenses mapearon el gen responsable de digerir el almidón, que podría haberse duplicado por primera vez hace 800.000 años.

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Pan.
Foto: Pexels.

O Globo - GDA
El placer de comer carbohidratos como el pan y la pasta podría tener un origen mucho más antiguo de lo que se pensaba, reveló un nuevo estudio publicado este viernes en la revista Science.

La investigación, dirigida por la Universidad de Buffalo y el Jackson Laboratory en Estados Unidos, indicó que la duplicación de los genes para la digestión de estos alimentos comenzó hace aproximadamente 800.000 años.

Se trata del gen de la amilasa salival (AMY1), responsable de digerir el almidón, un tipo de carbohidrato presente en alimentos como papas, arroz y harina. La amilasa, además de descomponer el almidón en glucosa, también le da sabor a estos alimentos.

“La idea es que cuantas más copias del gen de la amilasa tengas, más amilasa puedes producir y más almidón puedes digerir de manera eficiente”, explica Omer Gokcumen, de la Universidad de Buffalo.

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Pasta, otro alimento rico en carbohidratos.
Foto: Flickr.

Los investigadores analizaron y mapearon el genoma de 68 humanos antiguos, incluyendo una muestra de 45.000 años de Siberia. La investigación descubrió que los cazadores-recolectores preagrícolas, es decir, antes del desarrollo de la agricultura, ya tenían, en promedio, entre cuatro y ocho copias del gen AMY1 por célula. Esto sugiere que mucho antes de comenzar a domesticar plantas y consumir grandes cantidades de almidón, los humanos que vivían en Eurasia ya presentaban una amplia variación en el número de copias de este gen.

"Esto sugiere que el gen AMY1 pudo haberse duplicado por primera vez hace más de 800.000 años, mucho antes de que los humanos se separaran de los neandertales y mucho antes de lo que se pensaba anteriormente", afirma Kwondo Kim, del Jackson Laboratory.

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Arroz.
Foto: Pixabay.

Posteriormente, según el estudio, el número de copias del gen de la amilasa aumentó considerablemente gracias a los agricultores europeos, especialmente en los últimos 4.000 años debido a las dietas ricas en almidón.

El impacto genético también se dio en animales domesticados que suelen vivir con humanos, como perros y cerdos. De acuerdo con los investigadores, estas especies tenían más copias de AMY1 en comparación con animales que no tienen dietas ricas en almidón.

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