La Nación/GDA
Su aroma, sabor y color los transforma en los favoritos de la primavera y parte del verano. Sin embargo, las ventajas de los frutos rojos, en todas sus variantes, van más allá debido a que ofrecen múltiples beneficiospara la salud. En plena temporada, se impone consumirlos a diario, frescos o en preparaciones.
Frutillas, frambuesas, arándanos, moras y cerezas componen la familia de frutos rojos producidos y disponibles en la región. “Se dice que cuanto más color tiene la fruta, mayor es su valor nutricional”, afirma Lorena Pérez, licenciada en Nutrición.
Los frutos rojos asoman en setiembre -aunque en algunos casos su aparición se observa desde el invierno- y se los disfruta hasta el comienzo del verano. En este tiempo, la nutricionista indica consumir una taza al día.
Su colega Claudia Sempé señala que consumiendo 150 gramos diarios se consigue el aporte de fibras y antioxidantes necesarios para el organismo.
Los antioxidantes hoy en día son considerados de una enorme importancia para el organismo, ya que “contribuyen a la prevención de cáncer, diabetes y enfermedades neurodegenerativas porque contienen polifenoles. También contienen licopeno y antocianinas, que disminuyen el riesgo de padecer cáncer y enfermedades cardiovasculares”, señala Sempé. A nivel cardiovascular, especialmente los arándanos tienen una acción vasodilatadora, “lo que favorece al sistema circulatorio y disminuye la presión arterial”, explica Pérez. Al regular los movimientos intestinales, “favorecen un mejor tránsito intestinal. Y ayudan a cuidar el peso por su bajo aporte calórico y su alto poder saciante”, agrega.
Los frutos rojos están contraindicados para personas alérgicas. Aunque “las alergias con los frutos rojos son poco frecuentes. Hay que tener en cuenta si el paciente tiene antecedentes de alergias alimentarias. En ese caso, tener precaución y estar atentos a si experimenta, por ejemplo, picazón en la boca, hinchazón o urticaria. Pero, no es muy frecuente”, recalca Sempé.
Pérez explica, paso a paso, cómo limpiar los frutos rojos: “Se sumergen en un recipiente, con una parte de vinagre blanco por tres partes de agua durante quince minutos. Luego se enjuagan con agua y se dejan secar en papel absorbente. Se guardan, finalmente, en recipientes con huecos, que permitan la respiración, tapados, en la heladera”.
Siempre conviene comerlos frescos, durante los meses de estación. Para acceder a su consumo durante el año, es posible comprarlos congelados, en su mayoría importados. “Los frescos conservan mejor sus principios nutritivos y son más sabrosos. Cuando se congelan, como el proceso es rápido, pierden pocos nutrientes. En cambio, si se cocinan y se exponen a altas temperaturas, se degradan los antioxidantes y las vitaminas”, aclara Sempé. También es posible congelarlos en casa y descongelarlos en el momento en que se van a comer. “Consumirlos congelados no sería un problema, ya que, al ser un método de conservación, no habría diferencia de nutrientes respecto de los frescos”, considera Pérez.
Se pueden comer frescos, en licuados, jugos, postres o mermeladas caseras, todas son una buena manera de incluirlos dentro de una dieta balanceada, según las recomendaciones del nutricionista de cabecera.
Frutillas.
La frutilla es una fruta rica en fibras, por lo que favorece el tránsito intestinal. Baja en calorías, “cada 100 gramos, suma sólo 40 kcal.”, detalla Pérez. Frescas, en licuados, batidos, jugos, ensaladas, mermeladas y salsas, resultan sumamente versátiles y fáciles de adaptarla a todas las preparaciones para aprovecharlas en su corta temporada. Suman comprobados beneficios, gracias a sus “propiedades terapéuticas, analgésicas, cardioprotectoras y preventivas de enfermedades como el cáncer, la anemia y la hipertensión”, sostiene Pérez. Evitarlas en casos de alergias o malestares gastrointestinales.
Frambuesas.
La frambuesa, al igual que la frutilla, tiene un alto contenido de fibra, lo que la vuelve una aliada del funcionamiento intestinal. Entre otros beneficios, las frambuesas disminuyen la inflamación crónica y mejoran la colitis ulcerosa grave. Tienen también acción antioxidante y mejoran la salud cardiovascular y la digestión
Arándanos.
Los arándanos se encuentran en su mejor momento desde mediados de setiembre hasta mediados de diciembre. “Sus beneficios se relacionan con enfermedades cardiovasculares y cáncer”, afirma Pérez.
Tienen, además, propiedades antiinflamatorias. Su rico contenido de fibras los convierte en un potente laxante. Además, gracias a su alto nivel de agua y de taninos, antioxidantes polifenoles, disminuyen la inflamación intestinal.
Moras.
Las moras están disponibles desde agosto hasta principios de octubre. “Ayudan a reducir el colesterol, cuidan las encías y los dientes, además de ser antioxidantes”, señala la nutricionista Pérez.
Cerezas.
A las cerezas hay que esperarlas un poco más, ya que inundan las fruterías más entrado el verano. Su aporte calórico es bajo, de apenas 100 kcal. por cada 200 gramos de fruta. Aportan vitamina C y K y un alto contenido de fibra, lo que da sensación de saciedad. Entre sus ventajas para el organismo, “ayudan a reducir el ácido úrico y los dolores articulares”, destaca Lorena Pérez.