El Tiempo/GDA
Hay ciertos hábitos comunes al intentar adelgazar que, paradójicamente, pueden dificultar la pérdida de peso y ralentizar el progreso deseado.
Estos hábitos suelen surgir de ideas erróneas o prácticas poco sostenibles que, aunque parecen efectivas en el corto plazo, tienden a sabotear los resultados a largo plazo.
De acuerdo con las guías de nutrición, uno de los errores más frecuentes es adoptar dietas extremadamente restrictivas o eliminar por completo ciertos grupos de alimentos.
Este enfoque puede llevar a una reducción drástica de calorías, pero también puede desacelerar el metabolismo, ya que el cuerpo entra en "modo de supervivencia". Además, estas dietas suelen ser insostenibles, lo que puede generar episodios de atracones al no poder mantenerlas.
Otro hábito perjudicial es centrarse únicamente en las calorías y no en la calidad de los alimentos. Según expertos, aunque reducir el consumo calórico es esencial, optar por alimentos procesados bajos en calorías en lugar de opciones naturales y nutritivas puede provocar deficiencias nutricionales y sensación constante de hambre, dificultando el proceso de pérdida de peso.
Para el pediatra José Andrade Guerrero es importante tener una educación alimentaria. "Así aprendemos a elegir los alimentos más adecuados para cubrir nuestras necesidades nutricionales. No se trata de hacer dietas estrictas, sino de conocer qué, cómo y cuándo comer para llevar una vida sana", aclara.
Por otro lado, muchas personas subestiman la importancia del ejercicio físico. Algunos confían exclusivamente en la dieta, mientras que otros caen en el extremo contrario, realizando ejercicios intensos sin suficiente descanso, lo que puede aumentar los niveles de cortisol, una hormona que favorece la retención de grasa, especialmente en el área abdominal.
El descanso insuficiente también juega un papel crucial. No dormir lo suficiente o tener un sueño de baja calidad afecta las hormonas del hambre, como la leptina y la grelina, lo que puede llevar a comer en exceso y a elegir alimentos poco saludables.
Además, la falta de sueño afecta negativamente el metabolismo y la capacidad del cuerpo para recuperarse del ejercicio.
Por último, muchas personas no toman en cuenta el impacto del estrés en la pérdida de peso. El estrés crónico puede desencadenar la liberación de cortisol, que no solo fomenta la acumulación de grasa, sino que también puede aumentar los antojos por alimentos ricos en azúcar y grasa, dificultando aún más el control del peso.
Para perder peso de manera efectiva y sostenible, es fundamental adoptar hábitos saludables equilibrados, como una alimentación variada, ejercicio regular, descanso adecuado y estrategias para manejar el estrés.
Estos cambios, aunque no prometen resultados inmediatos, aseguran una pérdida de peso más estable y beneficios a largo plazo.