Victoria Vera Ziccardi, La Nación - GDA
La costumbre de tomar café es una práctica arraigada en muchas culturas alrededor del mundo. Esta infusión se consume por varios motivos, entre ellos: su sabor, aroma y efectos estimulantes debido a la presencia de cafeína. Asimismo, es muy común en varios países servir la taza de café junto a un pequeño vaso de agua. Una práctica ampliamente aceptada que, según los especialistas, puede tener beneficios subjetivos para algunas personas, como la hidratación o la neutralización de sabores.
Existen diversas teorías sobre el origen de esta costumbre. Una de ellas se remonta a la época del Imperio austrohúngaro; en ese entonces, los integrantes de la nobleza vienesa se encontraron con un dilema en el momento de tomar café: no sabían qué hacer con la cuchara manchada de crema o leche después de remover la taza. Como consecuencia, acompañaban la taza con un vaso de agua para poder depositar en este la cucharita.
Otra de las hipótesis señala que en Europa el vaso de agua era visto como una muestra de respeto y cortesía de los establecimientos gastronómicos hacia sus clientes. Como los exclusivos cafés europeos eran visitados por personas pertenecientes a la nobleza y a las clases altas, “la casa” les ofrecía como cortesía el diario del día junto a un recipiente con agua con el fin de lograr que dichos comensales se habituaran a concurrir a su establecimiento.
La tercera suposición se remonta a Italia. Se cree que la tradición del vaso de agua nació allí en el año 1920 con el fin de acompañar el fuerte sabor del reconocido “Espresso” -bebida principal en base a café de grano-. Desde ese entonces, tomar café con un vaso de agua se transformó en un ritual matutino para los italianos que se prolongó en el tiempo y se expandió hacia otras culturas.
Café acompañado de agua: ¿si o no?
Según explica la licenciada en Nutrición, Mercedes Engemann, tener un vaso de agua junto al café es una tradición que en el último tiempo fue analizada por profesionales de la salud que descubrieron razones específicas de por qué puede ser beneficioso para el organismo implementar este hábito.
“Como profesional recomiendo que si se toma agua junto a una infusión esta debe ser agua natural para evitar síntomas de irritación en la mucosa o acidez”, sugiere Engemann. A su vez, agrega que en cuanto al gusto del grano de café, este hábito sirve para “limpiar la boca” de alimentos consumidos anteriormente y así poder apreciar el verdadero sabor de la cafeína.
En la misma línea, la profesional añade que se aconseja no tomar el agua demasiado fría porque puede provocar malestar estomacal al colisionar con la alta temperatura del café; y por otro lado, revela que como beneficios, el agua colabora con la hidratación del cuerpo y ayuda a mitigar la sed y brinda una sensación de saciedad.
Coincide con esto Facundo Sirimarco, especialista en infusiones y barista Senior en Öss Kaffe, quien a su vez destaca que en el ámbito del café de especialidad se recomienda tomar el vaso de agua antes del café por varios motivos:
Para limpiar y preparar al paladar. “Si el paladar está limpio y ya humedecido se podrá apreciar mejor el sabor y las notas que ese café tenga para dar. Básicamente si una persona viene de consumir alimentos y toma el café directamente terminará sintiendo una mezcla de sabores en la que la cafeína, probablemente, casi no se sienta”, dice.
Para hidratar. “El café es un diurético natural que al ser consumido desencadena el proceso de deshidratación del cuerpo. Al hidratarse previamente con agua uno sacia la sed antes de tomar la infusión y hace que el cuerpo tenga reservas para prevenir la deshidratación y el hambre”, sostiene Sirimarco.
Para respetar las reglas de etiqueta. “De acuerdo con las indicaciones de la etiqueta del café, se sugiere consumir agua antes de tomar café porque, justamente, este líquido limpia el paladar y permite apreciar las propiedades aromáticas del espresso. Es por esto que se cree que quienes beben agua después del café no aprecian verdaderamente esta bebida ni son conocedores de la misma”, revela.
Asimismo, el especialista explica que otra razón por la que no se recomienda tomar agua posteriormente es porque los amantes del café prefieren que el sabor del grano del café permanezca en su paladar por un tiempo prolongado ya que “si uno se hidrata inmediatamente después se acorta la experiencia y el gusto del café”, cuenta.
En otro orden de cosas, la Lic. Engemann sostiene que respecto de si conviene tomar el café con leche o solo esto depende de gustos personales, pero que nutricionalmente agregarle leche aporta un mayor valor nutricional ya que se incluyen las proteínas de este líquido fermentado. “Hay que tener cuidado en el caso de las personas que presentan deficiencia de hierro ya que el café inhibe la absorción del hierro presente en los lácteos”, dice.
Por último, Sirimarco destaca que en las cafeterías de especialidad se acostumbra preparar las bebidas con leche a una temperatura que oscile entre los 60 y 65 grados. ¿A qué se debe? Según el experto está relacionado con que a esa temperatura el paladar percibe mejor el sabor del café; “Si la bebida está más caliente, el primer sorbo quema las papilas gustativas y estas como mecanismo de defensa se anestesian y no despliegan sus funciones”, cuenta. Asimismo, explica que otro motivo que respalda la disminución de la temperatura es que al vaporizar la leche a dicha temperatura esta llega a un punto de cremosidad perfecta para la bebida, “si se calienta más se corre el riesgo de que se pase la leche y pierda el gusto”, concluye.