Los riesgos de algunas dietas para perder peso con alto contenido de proteínas: aspectos a tener en cuenta

Hay regímenes alimenticios que se suelen recomendar para adelgazar que pueden hacer que se deje de lado algunos nutrientes o la calidad de los alimentos que se consumen.

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Pollo con verduras.
Pollo con verduras.
Foto: Unsplash

Redacción El País
Las dietas ricas en proteínas pueden resultar en una sensación de saciedad más duradera, lo que potencialmente contribuye a la pérdida de peso. A pesar de eso, seguir una alimentación de este tipo durante períodos extensos puede traer implicaciones negativas para la salud, y aún se investigan las consecuencias a largo plazo de restringir el consumo de carbohidratos (hidratos de carbono).

Algunas dietas con alto contenido de proteínas limitan tanto el consumo de carbohidratos que es posible que no se obtengan los nutrientes ni las fibras que el cuerpo necesita. Esto puede provocar problemas como mal aliento, dolor de cabeza y estreñimiento, según la nutricionista de Mayo Clinic Katherine Zeratsky.

El cuerpo descompone los carbohidratos en glucosa (el azúcar en sangre), que es la principal fuente de energía para las células, los tejidos y los órganos. La glucosa puede usarse inmediatamente o almacenarse en el hígado y los músculos para su uso posterior, explicó MedlinePlus.

Otras dietas ricas en proteínas permiten el consumo de carne roja, carnes procesadas y otros alimentos ricos en grasas saturadas, que pueden aumentar el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, apuntó Zeratsky. De igual manera, pueden aumentar el colesterol LDL, también conocido como "colesterol malo".

Una dieta alta en proteínas puede empeorar el funcionamiento de los riñones en personas que sufran una enfermedad renal. Esto puede suceder por la acumulación de desechos producto del metabolismo de las proteínas.

Es vital elegir fuentes sanas de proteínas y evitar aquellas procesadas. Entre las alternativas de proteínas más recomendables, según Mayo Clinic, se encuentran la proteína de soja, los porotos, los frutos secos, el pescado, el pollo magro, las carnes magras, el cerdo y productos lácteos bajos en grasa.

Además, es fundamental cuidar la calidad de los carbohidratos consumidos, optando por aquellos ricos en fibra y nutrientes, como los granos enteros y varias verduras y frutas. Se debe eliminar de la dieta los carbohidratos procesados y con poco valor nutritivo.

Antes de empezar con una dieta para adelgazar, es esencial consultar con un profesional de la salud, especialmente en casos de afecciones médicas crónicas como la enfermedad renal o la diabetes. Es importante tener en cuenta que la pérdida de peso obtenida puede ser temporal, particularmente si se retoman hábitos alimenticios previos. La clave está en adoptar un plan de alimentación que se pueda mantener de manera consistente.

Este contenido fue hecho con la asistencia de inteligencia artificial y verificado por un periodista de El País.

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