El Universal/GDA
El padecimiento gastrointestinal puede presentarse en diversas formas, como gastritis, una mala digestión, entre otras. En muchas ocasiones, esto se puede prevenir a través de una dieta balanceada y rica en probióticos.

Los probióticos son bacterias beneficiosas que se albergan en el intestino, afectando la microbiota intestinal y así poder lograr el buen funcionamiento digestivo. En el intestino, todos los seres humanos albergamos bacterias, algunas “buenas” y otras “malas”. Ambas deben encontrarse en perfecto equilibrio para realizar la digestión.

Datos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, señalan que hay diferentes tipos de probióticos, pero en general los más comunes incluyen: lactobacilos, bacilos, bifidobacterias, enterococos, escherichia, saccharomyces y estreptococos.

Existen muchos alimentos que incluyen probióticos para mantener una buena flora intestinal, algunos de ellos suelen ser de origen natural y otros manufacturados, que pasan por un proceso más elaborado para adquirirlos. Algunos de ellos son los siguientes:

• Yogur natural
• Leche fermentada
• Pepinillos
• Levadura natural
• Productos a base de soja
• Legumbres
• Quesos como cabrales o roquefort
• Kéfir
• Tempeh
• Miso
• Vinagre de manzana
• Aceitunas
• Microalgas

En general, se puede afirmar que muchos de los alimentos fermentados tienen probióticos. Además, actualmente se pueden encontrar productos a la venta que muestran en sus etiquetas la adquisición de probióticos.

Los principales beneficios que los probióticos otorgan al cuerpo humano, según la clínica española Quirónsalud, se listan a continuación:

• Previenen y aminoran las enfermedades intestinales como colitis, gastritis, enfermedad de Crohn e inflamación intestinal
• Combaten la diarrea y el estreñimiento al favorecer una flora intestinal sana
• Fortalecen el sistema inmunológico, puesto que los probióticos aumentan la producción de macrófagos, células de defensa en el cuerpo
• Previenen cáncer de colon al reducir los niveles de sustancias cancerígenas
• Aumentan la absorción de algunos nutrientes como el caso de la vitamina B, calcio y hierro
• Ayudan a disminuir las probabilidades de padecer obesidad y en general problemas de alimentación
• Favorecen a que el intestino tenga un balance de bacterias y que así estas puedan funcionar en el intestino de forma adecuada