Qué es la microbiota intestinal y cómo impacta en la salud del resto del cuerpo

El intestino es el segundo cerebro del cuerpo y su primer órgano inmunológico; la gran mayoría de las bacterias se encuentran en el colon.

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Intestino sano
Mujer cuidando su intestino.
Foto: Freepik.

Carla Quiroga & Malú Pandolfo, La Nación/GDA.
El término microbiota hace referencia a la comunidad de microorganismosque se encuentran generalmente asociados a tejidos sanos, especialmente en el colon, aunque también en la piel y otras mucosas. “La gran mayoría de las bacterias, más del 90%, residen en el colon. Esto representa una cantidad diez veces mayor que el número total de todas nuestras células del cuerpo”, dice Diego Wappner, médico especialista en medicina interna y clínica médica y director de la diplomatura universitaria en Riesgo Cardiometabólico y Renal en Diabetes en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales.

Gabriel Vinderola, doctor en química, investigador del Conicet y profesor de microbiología de la Universidad Nacional del Litoral, señala que la microbiota o los microorganismos que colonizan el cuerpo, cubriendo la piel y las mucosas, están presentes “en todo el tracto digestivo, en el tracto reproductor femenino y en el árbol respiratorio. Estos microorganismos son bacterias, principalmente levaduras, hongos, virus y también arqueas, que son parientes lejanos de las bacterias”, sintetiza.

Si bien las bacterias normalmente están asociadas a distintos tipos de enfermedades, sólo el 1% de las que están en el organismo enferma, gracias al sistema de defensas, responsable de que la mayoría de ellas sean inofensivas o, incluso, beneficiosas. “Las bacterias que habitan el intestino producen sustancias que logran un efecto positivo en nuestro cuerpo, como vitaminas”, señala el médico.

Un organismo conectado.

Tras años de estudio, se sabe que la función del sistema digestivo excede el procesamiento de los alimentos, ya que la microbiota intestinal es fundamental para el correcto funcionamiento de los más variados órganos, desde los pulmones, pasando por los riñones y hasta el hígado, el corazón y el cerebro. Si bien la microbiota intestinal actúa, en primer término, sobre el tracto digestivo, “hay una conexión intestino-cerebro a través del nervio vago, otra intestino-piel y otra entre el intestino y el hígado".

“El intestino es el segundo cerebro del cuerpo y nuestro primer órgano inmunológico: tiene la misma cantidad de neuronas que la médula espinal, y también los mismos neurotransmisores”, afirma el gastroenterólogo Facundo Pereyra y autor de Reseteá tus intestinos, un libro que se transformó en best seller: lleva 30.000 ejemplares vendidos y va por su octava edición.

El nervio vago es el componente principal del sistema nervioso parasimpático, que controla las funciones y actos involuntarios del cuerpo y contrarresta al simpático que es el que prepara para la acción. “Ayuda a cambiar el modo corporal para el descanso, la relajación, la recuperación, la regulación de tu frecuencia cardíaca y la respiración, básicamente todas las cosas divertidas que necesitás para vivir”, profundiza Kevin Tracey, presidente del Instituto Feinstein de Nueva York.

“Por eso cuando nos ponemos nerviosos nos duele la panza”, agrega Pereyra, quien asegura que reparar y resetear la salud digestiva es el punto de partida. El especialista estudió a más de 12.000 pacientes y luego desarrolló un método para tratar problemas relacionados con el mal funcionamiento del intestino y como consecuencia de la microbiota.

En esos casos aconseja “poner a descansar al intestino entre siete y diez días” para que el órgano “se sane”. ¿Cómo? “Hay que eliminar el gluten, el azúcar, los lácteos, las carnes rojas, el café, el mate y el alcohol. Igual cada persona requiere de una dieta personalizada. También es importante agregar magnesio, probióticos, enzimas digestivas y omega 3″, responde.

En cuanto a los resultados, afirma que cuando las paredes del intestino se desinflaman la persona luce mejor la piel, tiene mayor claridad en sus pensamientos, está más contenta, no tiene ansiedad y mejoran sus articulaciones y hasta los dolores menstruales en las mujeres.

La interrupción del equilibrio.

Cualquier interrupción del equilibrio de la microbiota “o disbiosis”, da como resultado el mal funcionamiento de los órganos afectados y la progresión de muchas enfermedades relacionadas. Existe lo que la comunidad científica denomina el eje microbiota-intestino-cerebro, siendo este un sistema bidireccional. “El cerebro puede afectar indirectamente a la microbiota intestinal mediante cambios en la secreción, motilidad y permeabilidad intestinal, o puede influenciar directamente la microbiota por vía neuronal mediante la liberación de sustancias que comunican las células intestinales con las células encargadas de las defensas”, detalla Vinderola.

La interrupción de equilibrio de la microbiota se vincula con la progresión de enfermedades “a través de las conexiones interorgánicas más importantes, como los ejes intestino-pulmón e intestino-cerebro”, añade. Es el caso de trastornos metabólicos como la diabetes, la obesidad, distintos tipos de cáncer, trastornos de la piel como psoriasis o acné o, “inclusive, enfermedades cardiorrespiratorias como el asma o la insuficiencia cardíaca, o neurológicas, como la enfermedad de Alzheimer”, enumera Wappner.

Pereyra insiste en que un mal funcionamiento del intestino puede afectar el ánimo de una persona. Habla del “síndrome de intestino permeable”, una teoría alternativa, no científica.

Niños comida juego
Niños jugando a cocinar comida saludable.
Foto: Freepik.

Cómo cuidarse.

Vinderola enfatiza la importancia del uso racional de medicamentos, sin importar la edad, ya que todos, en alguna medida, impactan negativamente sobre la microbiota, “sobre todo los antibióticos y los antiácidos”, advierte. La ingesta de antibióticos debe respetar las indicaciones médicas para no dañar la microbiota.

El uso de antibióticos en forma prolongada o inadecuada tiene efectos en la estructura de la comunidad microbiana. “Estas alteraciones muchas veces son duraderas en la microbiota del intestino e interfieren en la relación, mediante la interrupción de las asociaciones entre el huésped y la microbiota”, describe.

Un buen funcionamiento del intestino puede actuar preventivamente, evitando infecciones agudas gastrointestinales y respiratorias, así como cuestiones crónicas como la diabetes, el sobrepeso, la obesidad, las alergias alimentarias, la endometriosis, el ovario poliquístico y las enfermedades neurodegenerativas.

Tres claves para mejorar.

1. Dieta meditarránea.

Para mantener una microbiota saludable se recomienda consumir ciertos alimentos, como brócoli, cebolla, ajo, alcaucil, legumbres, papa y arroz, cocidos y luego enfriados. También cereales integrales, cuya fibra alimentaria es luego fermentada por las bacterias del intestino, promoviendo el desarrollo de ciertas especies, como bifidobacterias, que colaboran en el mantenimiento y formación de una microbiota saludable. Los especialistas recomiendan la dieta mediterránea –rica en frutas, vegetales y hortalizas con bajo consumo de carne y alto de legumbres– para mantener sana la microbiota. Tambien ingerir ácidos grasos omega 3 que el organismo no fabrica por sí mismo y que deben conseguir se a través de la alimentación por medio de pescados azules, como la sardina, la caballa, el atún y el salmón o de frutos secos naturales. Se aconseja disminuir la ingesta excesiva de alcohol, azúcar y alimentos ultra procesados.

Probióticos y yogures.

Ingerir alimentos que contengan probióticos naturales es fundamental para tener un intestino sano. Algunos ejemplos son el chucrut, el yogur natural y sin edulcorante, el natto –alimento japonés elaborado con porotos de soja que se fermentan–, el kimchi –preparación de origen coreano en base a verduras fermentadas, con repollo y cebolla–, el kéfir y los encurtidos, que se sumergen y se conservan en una solución de sal o de vinagre.

Actividad física y dormir bien.

El entrenamiento también impacta muy positivamente en la microbiota, porque aumenta las especies de bacterias antiinflamatorias. También el reposo digestivo, llamado a veces ayuno intermitente, tiene un impacto positivo en la microbiota.

El gastroenterólogo Facundo Pereyra aconseja acostarse temprano, dormir al menos siete horas, estimular la producción de vitamina D tomando al menos 20 minutos de sol por día (mejor por la mañana), meditar, agradecer, descansar y tomar contacto con la naturaleza. Con un paseo diario, alcanza.

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