Fernanda Ortiz Hernández, El Universal/GDA
Hay muchas maneras de consumir jengibre: en platillos, como aditivo para postres y en infusiones. Su sabor picante y fresco lo hace ideal para ingerirlo en agua o té para comenzar las mañanas.

De acuerdo con la revista Inecol del Instituto de Ecología del Conacyt, el jengibre proviene de la familia zingiber officinale que posee más de 1.200 especies a las que se atribuyen propiedades antisépticas, antioxidantes, expectorantes, antiinflamatorias y antimicrobianas.

En la medicina herbolaria, el jengibre se utiliza como remedio contra las náuseas, tos, fiebre, asma, bronquitis y flatulencias. Y es que su raíz aporta los minerales manganeso, hierro, magnesio, zinc, potasio, fósforo y calcio, así como vitamina C, B3, B6, B1, B2, B9 y E.

Además, el sabor picante del jengibre se debe al gingerol, el cual activa los jugos digestivos, y así mejora la absorción y asimilación de nutrientes en el cuerpo. Aunado a lo anterior, los gingeroles contribuyen a estimular el flujo de saliva, reducen la sensación de náuseas, vómitos y espasmos.

Para personas que suelen hacer ejercicio por las mañanas, el jengibre tiene un efecto relajante en los músculos. Esto permite conseguir mayor flexibilidad y regular la temperatura durante la actividad física.

En ayunas, acelera el metabolismo y estimula la digestión, de ahí que se asocie al jengibre con la pérdida de peso. Por si fuera poco, desinflama el abdomen y facilita la expulsión de gases.

En mujeres embarazadas, el agua de jengibre disminuye las náuseas que a menudo se presentan al despertar, explica Inecol. Finalmente, en pacientes con diabetes reduce los niveles de azúcar en la sangre.

Para consumir jengibre por las mañanas deberá colocar un trozo de raíz fresca en 2 tazas de agua y dejar hervir por 10 minutos. Dado que no todos toleran su sabor picante, puede añadir una cucharada de limón y miel para endulzar.