Redescubrir la alimentación después de los 40: el equilibrio es lo que importa, no la perfección

En esta etapa, no se trata de eliminar grupos de alimentos sino de gestionarlos de manera inteligente, sin culpa y sin comprometer nuestra salud metabólica.

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mujer comiendo
mujer comiendo
Foto: Rawpixel.

Entrar a los 40 trae nuevos desafíos, pero también la oportunidad de conectar con nuestro cuerpo desde un lugar más consciente y amable. En esta etapa, la alimentación se convierte en una herramienta clave para sentirnos bien, mantener la energía y cuidar nuestra salud. No se trata de dietas extremas ni restrictivas, sino de encontrar un esquema que se ajuste a nuestra realidad, gustos y necesidades.

Siempre he insistido en la importancia de las proteínas en esta etapa de la vida. No solo nos ayudan a conservar la masa muscular -ese “seguro de vida” clave-, sino que también brindan saciedad y evitan que sintamos hambre entre comidas. Es hora de desterrar mitos sobre la carne, los huevos o los quesos. No son enemigos, sino aliados, siempre y cuando sepamos elegir las fuentes adecuadas y las cantidades que cada una de nosotras necesita.

El objetivo: alrededor de 100 gramos de proteína diaria, ajustados a nuestras necesidades específicas. Y si preferimos no consumir proteínas de origen animal, hay alternativas, pero es fundamental no excederse en los almidones.

¿Villanos?

Si en algún momento pensaste en eliminar los carbohidratos, es hora de replantearlo. Nuestro cuerpo necesita energía, y estos bien elegidos son una fuente valiosa. La clave está en acompañarlos con fibra para evitar picos de insulina y glicemia. No recomiendo dietas cetogénicas ni ayunos prolongados. Estas estrategias suelen fallar porque no permiten incluir lo que importa: proteínas, fibra y nutrientes fundamentales como el calcio y los omega-3.

Y, ¿qué pasa con los azúcares, las grasas ultraprocesadas o ese chocolate? No se trata de eliminarlos sino de gestionarlos de manera inteligente, sin culpa y sin comprometer nuestra salud metabólica.

Una copa de vino o un pedazo de chocolate pueden ser parte de nuestra vida, siempre que no se conviertan en la norma diaria. El equilibrio es la clave, no la perfección. Comer saludable no significa renunciar al placer.

Comiendo amigas
Mujeres comiendo al aire libre.
Foto: Freepik.

Suplementación

Si hasta ahora no has recurrido a la suplementación, probablemente sea el momento de hacerlo. Aun con una buena alimentación, es posible que no lleguemos a cubrir todos los requerimientos que esta etapa de la vida demanda.

Es fundamental evaluar qué suplementos pueden ayudarnos a mantener un esquema nutricional equilibrado y suficiente. El calcio, los omega-3 y las proteínas son nutrientes clave que no pueden faltar. No se trata solo de mantener un peso saludable, sino de preservar nuestra masa muscular y cuidar nuestros huesos para el futuro.

Este nuevo capítulo en nuestras vidas es una invitación a cuidarnos desde el conocimiento y la acción. Cada ajuste en nuestra alimentación es una inversión en bienestar. La meta no es solo mantenernos en forma, sino sentirnos fuertes, activas y en equilibrio.

No hay soluciones rápidas ni “dietas milagrosas”. Lo que funciona es el compromiso con nosotras mismas, la elección de alimentos adecuados y la decisión de vivir esta etapa con energía y vitalidad.

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