Si bien muchas veces separamos lo físico de lo mental para facilitar el estudio de ciertas patologías, los seres humanos seguimos siendo uno solo: cuerpo y mente son dos partes de lo mismo. Una forma de entender el vínculo entre ambos planos es mediante la relación entre alimentación y salud mental.
¿Cómo influye la alimentación en el funcionamiento de nuestro cerebro?
El cerebro se encarga de controlar las diversas funciones cognitivas, como el pensamiento, el lenguaje, la atención, la memoria y el aprendizaje, entre otros, para lo que requiere como mínimo del 20% de la energía que ingerimos.
Las células nerviosas o neuronas que lo componen demandan alimento para tener un buen funcionamiento y generar nuevas conexiones cerebrales. Además, la composición de cada comida tiene un efecto directo en la producción de las señales químicas del cerebro, en otras palabras, los neurotransmisores que se encargan de llevar la información a lo largo del sistema nervioso pueden condicionarse de acuerdo al tipo de alimento que hemos ingerido, lo que influye en nuestro estado de ánimo y comportamiento.
En los últimos años, ha habido un aumento en la investigación sobre los efectos de la nutrición en el estado mental. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista European Neuropsychopharmacology demuestra que la dieta influye significativamente en la salud mental y el bienestar. Los autores evidencian una relación directa entre la nutrición, la susceptibilidad al estrés, la salud mental y la función mental a lo largo de la vida.
De igual manera, entre los hallazgos se demostraron los beneficios de una dieta mediterránea, rica en verduras y aceite de oliva, tales como brindar protección contra la depresión y la ansiedad. No obstante, aún existe una brecha en la comprensión de cómo y por qué los alimentos producen estos efectos.
Por su parte, un estudio reciente publicado en la revista The Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y realizado por científicos de la Zhejiang University, en China, ha determinado que las personas que consumen alimentos fritos con bastante frecuencia, sobre todo las famosas papas fritas, presentan un mayor riesgo de padecer algún problema de salud mental. Después de analizar los datos de 140,728 individuos y realizar un seguimiento de los mismos durante aproximadamente 11 años, se demostró que una nutrición basada en frituras incrementa un 12% más el riesgo de ansiedad y un 7% el de depresión.
En este caso, los autores aseguran que esto sería causado por una sustancia química denominada acrilamida, la cual se libera una vez que los alimentos se fríen o atraviesan un proceso de altas temperaturas. La exposición a este químico ocasionaría una inflamación cerebral, siendo esta la responsable de que se generen comportamientos similares a la ansiedad y la depresión.
(Por El Comercio GDA)