El Universal/GDA
La sal es uno de los condimentos básicos para realzar el sabor de numerosos platos. Sin embargo, su consumo en exceso no solo puede alterar el sabor de los alimentos, sino que también podría traer efectos negativos para la salud.
El consumo excesivo de sodio puede elevar la presión arterial e incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y otros padecimientos.
Además, provoca retención de líquidos y el aumento de peso, lo que obliga al hígado, los riñones y el corazón a trabajar a marchas forzadas.
Sin embargo, no todo es negativo con este condimento: la sal es esencial para mantener el equilibrio del pH en la sangre, regular los fluidos corporales y facilitar la transmisión de impulsos nerviosos, así como la relajación muscular.
Eso sí, debe consumirse conforme las dosis recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS):
Los adultos no deben superar los 5 g al día (aproximadamente una cucharadita); mientras que para menores de 10 años es de 4 g diarios.
¿Cómo sustituir la sal en las comidas?
Se sugiere reemplazar la sal por alternativas saludables, como hierbas aromáticas y especias.
Opciones como el orégano, el tomillo, el romero, el laurel y la albahaca pueden realzar el sabor de los platos sin añadirles sodio. Asimismo, el uso de especias como la pimienta, el comino, la cúrcuma y el pimentón pueden aportar un toque diferente a tus comidas.
Otra idea es incorporar ingredientes naturales como el jugo de limón, que añade frescura a los alimentos, o ajo y cebolla (ya sean frescos o en polvo) porque ofrecen un sabor intenso.
Y para añadir un toque cítrico a tus platos, usá la ralladura de limón o naranja, misma que aporta un aroma único a tus preparaciones. No obstante, es importante evitar la parte blanca de la cáscara, ya que puede amargar el sabor.
Recordá que alimentos como los embutidos, el queso, el pan, la leche, la mayoría de conservas y los productos industrializados contienen altos niveles de sodio. Por ello, es fundamental revisar la etiqueta y los sellos del empaque para verificar que no rebases las dosis segura de sal.