Una fruta que es pequeña, pero tiene diversos beneficios y uno de ellos se obtiene comiendo su piel

Este alimento, cuya temporada es en las estaciones de otoño y parte del invierno, contribuye a la salud cardiovascular y aporta una importante vitamina del complejo B.

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Plato de frutas.
Plato de frutas.
Foto: Unsplash

Redacción El País
La uva es el fruto de la vid —el arbusto trepador perteneciente a la familia de las vitáceas— cuyo cultivo floreció en la Península Ibérica, gracias a la influencia de civilizaciones como los romanos y tiene más de 3.000 variedades. Estas se clasifican principalmente en uvas de mesa, destinadas al consumo directo o para ser deshidratadas, y uvas viníferas, utilizadas en la producción de vino.

Las uvas de mesa sobresalen por su gran tamaño y se presentan en una paleta de colores que va desde el amarillo hasta el violeta. Las viníferas, en cambio, tienden a tener un sabor más ácido. El período óptimo para disfrutar de las uvas frescas ocurre durante el otoño y comienzos del invierno, puesto que su sabor es influenciado tanto por la variedad como por las características del suelo de cultivo.

La contribución a la salud de las uvas viene dada por los polifenoles, entre los que se destaca el resveratrol, presente en la piel de las uvas de tonos oscuros, indicó Iva Marques-Lopes, dietista de la Fundación Española del Corazón. Investigaciones científicas atribuyen a este componente un efecto protector sobre las células, inhibiendo daños causados por sustancias nocivas y los radicales libres. Específicamente, un análisis de estudios humanos publicado por el Journal of Cardiovascular Pharmacology resalta los efectos positivos del resveratrol en la preservación de la salud cardiovascular.

Racimo de uvas. Foto: Pixabay

Tanto el consumo de uvas frescas como el de vino tinto ha mostrado ser beneficioso debido a la presencia de estos compuestos. No obstante, es crucial moderar la cantidad consumida, puesto que si se ingiere en exceso, puede haber más contraindicaciones que beneficios.

El contenido de azúcares (es decir, de glucosa, fructosa y sacarosa) en las uvas es relativamente alto comparado con otras frutas, lo que les confiere un aporte calórico similar al de una banana, una manzana o dos mandarinas grandes. Por lo tanto, es posible incluir las uvas en la dieta siempre que se controle la porción ingerida, apuntó Marques-Lopes.

La presencia de ácido fólico y vitamina B6 —que ayuda a producir anticuerpos, cuidar de la mente, producir hemoglobina y regular el azucar, según indicó MedlinePlus— en las uvas también es notable, ambos indispensables para el correcto metabolismo y desarrollo celular.

Por otro lado, las semillas de la uva contienen omega-6, un tipo de ácido graso esencial. A pesar de que el cuerpo humano es incapaz de digerir directamente las semillas, el aceite obtenido de ellas es ampliamente aprovechado en la cocina y en la cosmética.

Un racimo de uvas puede cubrir más del 15% de las necesidades diarias de potasio, un mineral clave para reducir la presión arterial. Esta característica las hace especialmente recomendables para personas con hipertensión. Sin embargo, quienes tienen afecciones renales deberían limitar su consumo.

Este contenido fue hecho con la asistencia de inteligencia artificial y verificado por un periodista de El País.

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