Sol Valls, La Nación GDA
En un rincón de la biología moderna donde la ciencia, la mente y el espíritu se encuentran y se genera una intersección entre lo inevitablemente predeterminado y lo potencialmente reprogramable, Bruce Harold Lipton se convirtió en una voz revolucionaria, y en un referente para aquellos que buscan una alternativa a su llamado “destino”.
—¿Cuándo y cómo empezaste a interesarte en la epigenética?
—Todo empezó en la década de los 80. Enseñaba biología celular en una escuela de medicina y, como la mayoría de los biólogos, creía que los genes controlaban la vida. Sin embargo, una investigación destruyó esa creencia. Puse células madre clonadas —óseas, musculares y grasas— en distintos entornos y, para mi asombro, se desarrollaron en tipos de células completamente diferentes, todo indicaba que no eran los genes los que controlaban las células, sino el entorno en el que se encontraban. Esto marcó el comienzo de mi viaje hacia la epigenética: el estudio de cómo las señales ambientales regulan la actividad genética. La implicancia de este descubrimiento fue lo que más me llamó la atención: si las células responden a su entorno, entonces la biología humana no está predeterminada por la genética o, dicho de otra manera, no somos víctimas de nuestros genes, podemos cambiar el curso de nuestras vidas cambiando nuestras percepciones y nuestro entorno. Fue una realización liberadora, me llevó a explorar cómo los pensamientos y creencias influyen en la biología.
—La epigenética plantea que el entorno, no solo los genes, determina el destino de una célula. ¿Cuál es el mejor entorno para el desarrollo genético?
—El mejor entorno es el que provee equilibrio, armonía y señales de seguridad y crecimiento. Esto no incluye solo el entorno físico, —nutrición adecuada, aire limpio y ejercicio—, sino también el entorno emocional y psicológico. Emociones positivas como el amor, la alegría, la gratitud y un sentido de propósito crean un entorno bioquímico que fomenta el crecimiento celular, la reparación y la salud; mientras que el estrés, el miedo y la ansiedad liberan hormonas de estrés (como el cortisol) que ponen al cuerpo en “modo de protección”, suprimiendo el crecimiento y debilitando el sistema inmunológico.
—¿El “mejor” entorno varía para cada individuo?
—Sí, puede variar de una persona a otra, dependiendo de sus necesidades y circunstancias. Aunque los principios básicos de un entorno de apoyo son los mismos —alimentos saludables, equilibrio emocional y relaciones de apoyo—, cada individuo puede tener distintas preferencias y factores estresantes específicos que abordar. La clave es crear un entorno, tanto interno como externo, que fomente la sanación, el equilibrio y la vitalidad.
—¿Cómo influyen nuestras creencias y pensamientos en el comportamiento celular?
—Un ejemplo clásico es el efecto placebo: cuando una persona cree que está recibiendo un tratamiento poderoso —aunque sea solo una píldora de azúcar—, su mente genera una respuesta curativa en el cuerpo. Esta creencia provoca cambios bioquímicos que imitan los efectos de una medicación real. Hay muchos estudios de casos en donde no es la píldora la que desencadena la sanación, sino la creencia del paciente en el poder de la píldora. Cuando alguien cree que está en peligro constantemente, su cuerpo activa su sistema de respuesta al estrés, liberando cortisol y adrenalina y, con el tiempo, estas hormonas suprimen el sistema inmunológico, dañan los tejidos e interfieren con la digestión y el sueño, conduciendo a enfermedades. Por el contrario, alguien que cree que está seguro, amado y apoyado, genera una cascada de señales bioquímicas positivas como la oxitocina, la serotonina y las hormonas del crecimiento, que promueven la sanación, la reparación y el buen funcionamiento del sistema inmune.Un caso famoso es el de Norman Cousins: un hombre que, diagnosticado con espondilitis anquilosante (una enfermedad degenerativa), se negó a aceptar el pronóstico, se centró en el humor y empezó a ver comedias todos los días, creyendo que la risa podía ayudar a su cuerpo a sanar. Su salud mejoró y se recuperó por completo.
—¿Experimentaste en primera persona el poder de la auto-sanación?
—Sí. Al principio de mi carrera vivía con una profunda sensación de impotencia y estrés, atrapado en la creencia de que la vida era difícil y de que era víctima de fuerzas fuera de mi control. Esta mentalidad afectaba mi salud, mis relaciones y mi felicidad en general. Después de mis descubrimientos en biología celular y epigenética me di cuenta de que podía cambiar al cambiar mis creencias y, al pasar del miedo a practicar la atención plena y enfocarme en el amor y la gratitud, experimenté una transformación profunda. Pasé de sentirme desamparado y estresado a sentir que tenía control sobre mi vida, a ser más feliz y a tener una mejor salud física.
—¿Todas las enfermedades se originan en el plano emocional?
—Si bien creo que las emociones juegan un papel significativo en el desarrollo de enfermedades, estas son el resultado de una combinación de factores que no incluyen solo emociones, sino también influencias físicas, ambientales e incluso genéticas. Sí puedo afirmar que emociones como el estrés crónico, el miedo o los traumas no resueltos, son factores clave en la aparición de una enfermedad, porque alteran el entorno interno del cuerpo, debilitando el sistema inmunológico y afectando el funcionamiento celular.
—¿Cómo explica los casos en los que personas felices se enferman?
—A menudo hay creencias subconscientes subyacentes, o problemas emocionales no resueltos, que pueden no ser evidentes. Alguien puede parecer feliz, pero su programación subconsciente (formada en los primeros años de vida) puede estar reproduciendo patrones de miedo, culpa o dudas que se manifiestan en el cuerpo como enfermedad. Además, factores externos como toxinas, una dieta deficiente o infecciones, también pueden desencadenar enfermedades, independientemente del estado emocional.
—¿Cómo se explican las enfermedades en los niños?
—Las enfermedades en los niños pueden surgir de una variedad de factores, incluidos la genética, las toxinas ambientales, la nutrición y el entorno emocional en el que son criados. Desde la perspectiva de la epigenética, sabemos que el entorno temprano de un niño, incluido el estado emocional de sus padres, puede influir en la expresión de sus genes.
Referentes del mundo.
Bruce Harold Lipton, nombrado una de las 100 mentes brillantes de la ciencia y la espiritualidad del siglo 21 y ganador del Premio Goi de la Paz en 2009, estará en Rewire Experience.
El evento —que será en Punta del Este y entre el 25 y el 26 de noviembre— reunirá a referentes mundiales de longevidad y bienestar y será un espacio de encuentro para quienes buscan entender y dominar su cuerpo y mente para expandir su potencial.
Entre los principales expertos, además de Lipton estará el Dr. Efraín Olzewer, precursor de la medicina ortomolecular en América Latina; la Dra. Julieta Moras, especialista en terapia neural y medicina integrativa; el Dr. Fernando Santana, especialista en nutrición con formación en medicina antienvejecimiento, longevidad saludable y medicina funcional; la Dra. Florencia Leinado, médica deportiva destacada por su enfoque integrativo de nutrición y biohacking; el Lic. Facundo Garretón, líder emprendedor en innovación y negocios en biotecnología, fundador y CEO de Terraflos; la Lic. Connie Ansaldi, CEO y fundadora de CUX AI, especialista en transformación digital y reinvención; la Dra. Alejandra Zia, médica clínica y endocrinóloga, experta en medicina ortomolecular; la Lic. Sol Attie, especialista en alimentación antiinflamatoria y máster en enfermedades autoinmunes, Low Carb High Fat y cetogenética; el Dr. Christian Ubilla, certificado en medicina de longevidad y diplomado en Medicina Biorreguladora de sistemas; y el Dr. Martín Lombardero, cardiólogo; entre otros destacados profesionales.
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