La Nación / GDA
Traer un perrito a casa debe figurar en la lista de acciones que generan más alegría en la vida de las personas. Sin embargo, pasados unos días, comienza a pesar la otra lista: la de obligaciones con el cuidado de la mascota. Darle de comer, pasearlo, llevarlo al veterinario, jugar con él y además, bañarlo. Y esta última, justamente, es la que más dudas despierta: ¿cada cuánto se baña a un perro?
Determinar cómo y con qué frecuencia hacerlo puede ser un desafío, ya que tanto el exceso como la falta de baños pueden afectar negativamente la salud y el bienestar del perro.
Antes de ser parte de los hogares, los perros vivían en la naturaleza. Allí, los baños eran un evento espontáneo y accidental: revolcarse en ríos, charcos o incluso limpiarse mediante lamidos ayudaba a eliminar algo de suciedad. Sin embargo, estas prácticas naturales no siempre eran suficientes para mantener una higiene adecuada, especialmente en ambientes húmedos o propensos a bacterias. Este contexto ayuda a comprender por qué los cuidados actuales son necesarios.
Más allá de la apariencia, la higiene en los perros tiene un impacto directo en su salud. Un perro limpio no solo luce mejor, sino que también está más protegido frente a infecciones en la piel y problemas como alergias. Además, la limpieza regular contribuye a su bienestar general y mejora la convivencia, ya que una mascota limpia genera menos malos olores en el hogar.
Con qué frecuencia debe bañarse a un perro
Como regla general, la mayoría de los perros necesitan un baño cada cuatro a seis semanas, según el American Kennel Club. Este intervalo permite preservar el equilibrio natural de aceites en su piel y pelaje, esenciales para mantenerlos sanos. Sin embargo, las necesidades pueden variar: los perros que pasan mucho tiempo al aire libre o en contacto con barro pueden requerir baños más frecuentes.
A su vez, es importante evitar excesos, ya que bañar a un perro demasiado seguido puede ser contraproducente. Al eliminar los aceites naturales de su piel, se incrementa el riesgo de sequedad, irritación y mayor vulnerabilidad a alergias e infecciones. Además, el pelaje puede perder su brillo y suavidad, lo que afecta tanto su apariencia como su salud general.
Por otro lado, no bañar a un perro con la frecuencia necesaria también acarrea riesgos. La acumulación de suciedad facilita la proliferación de bacterias y parásitos, genera malos olores persistentes y aumenta la posibilidad de desarrollar problemas como infecciones cutáneas o dermatitis.
De acuerdo a la web Trusted Housesitters, cada raza tiene necesidades específicas que deben ser consideradas. Por ejemplo, los perros de pelo corto, como los beagles, suelen necesitar baños menos frecuentes, mientras que las razas de pelo largo, como los golden retrievers, requieren más atención para evitar nudos y suciedad acumulada.
Asimismo, algunas razas, como los bulldogs, demandan cuidados especiales en los pliegues de su piel. En este sentido, consultar al veterinario es clave para diseñar una rutina de baño adecuada a las características particulares de cada perro.
Consejos para bañar al perro
Bañar a un perro puede ser una experiencia positiva tanto para el animal como para su cuidador, siempre que se sigan algunos pasos clave. Prepararse adecuadamente y conocer las mejores prácticas hará que el proceso sea más eficiente y cómodo para ambos:
- Usar productos adecuados: es importante utilizar shampú especializado para perros y nunca emplear champú para humanos, ya que puede alterar el pH de la piel del animal.
- Controlar la temperatura del agua: el agua debe estar tibia, ni muy fría ni muy caliente. Esto asegura la comodidad del perro y evita cambios bruscos de temperatura.
- Elegir el lugar correcto: usar una bañera o ducha donde se pueda controlar al perro fácilmente. Si es posible, buscar un espacio antideslizante para evitar accidentes.
- Preparar todo de antemano: tener a mano toallas, champú, cepillos y cualquier herramienta necesaria durante el baño. Esto evita interrupciones y mantiene al perro relajado.
- Paciencia con perros inquietos: si el perro se mueve mucho, intentar bañarlo en un espacio reducido y utilizar juguetes o premios para distraerlo. Hablar con un tono calmado para tranquilizarlo.
- Secado adecuado: secar bien al perro después del baño para evitar resfriados o irritaciones por humedad. Usar una toalla absorbente y, si el perro lo tolera, un secador a baja temperatura.
- Cepillar antes y después: cepillar el pelaje del perro antes ayuda a eliminar nudos, y después del baño ayuda a mantenerlo suave y brillante. Además, facilita la distribución uniforme de los aceites naturales.
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