Casi no camina y corrió la San Fernando: la historia de una deportista con esclerosis múltiple

Maggie Leri fue diagnosticada con la enfermedad hace diez años y aún así entrena, nada, corre, practica yoga y participa en eventos deportivos.

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Maggie Leri
Maggie Leri en una carrera.
Foto: Maggie Leri.

Dar una vuelta a la manzana, ir de compras a la farmacia, subir y bajar escaleras: para Maggie Leri, las acciones cotidianas son un desafío. A sus 40 años fue diagnosticada con esclerosis múltiple —una enfermedad autoinmune que ataca al sistema nervioso central— y cada día su cuerpo se lo recuerda con dolor y una extrema sensación de fatiga.

Sin embargo, Maggie es un gran ejemplo de que los desafíos están para superarse. Nació en Paraguay, pero vive en Punta del Este desde el año 2020. Hace natación y musculación tres veces por semana, practica yoga y participa en eventos deportivos; como la Corrida San Fernando, en la que estuvo por cuarta vez el pasado sábado 6 de enero.

— ¿Cómo ha sido su historia con la esclerosis múltiple?
— Los médicos creen que tengo la enfermedad desde los 20 años, pero que, como siempre hice actividad física, eso habría dificultado su detección. Fue avanzando progresivamente; por ejemplo, de repente me caía de la bici, o trotaba y de un momento a otro empezaba a arrastrar el pie. Cuando tenía 35 años tuve que dejar de usar tacos altos porque no podía mantener el equilibrio. Los médicos me decían no te pasa nada, todo está en tu cabeza. Hoy, en realidad, pienso que tenían razón, porque a través del poder de mi mente logro llevar adelante mi situación.

— ¿Cómo fue enterarse de que tiene esta enfermedad?
— Cuando me diagnosticaron estuve bajoneada por un tiempo. Creía que era el fin de todo. El médico, sabiendo que yo era deportista, me dijo olvidate del deporte. Pero lo cierto es que el deporte terminó salvándome la cabeza. Trato de siempre ganarle a esto que me pasa a través de la actividad física.

— ¿Cuándo hizo el clic para cambiar de actitud?
— En un momento pensé tengo que salir de esto, no puede ser que me gane esta enfermedad, y empecé a buscar señales. Encontré una foto de mi papá, en ese entonces ya fallecido. Él era un hombre súper positivo y deportista, y en la foto había una frase escrita a mano que decía algo así como que la mente puede conseguir todo lo que uno se propone. Ahí fue que empecé a investigar y buscar historias de personas que tuvieran esclerosis múltiple y no estuvieran en silla de ruedas ni en la cama con una sonda, que era lo que me habían dicho iba a pasarme.

Descubrí varios casos que me motivaron muchísimo. El primero fue el de Kayla Montgomery, una corredora de pista estadounidense que en ese momento tenía 16 años. Después, encontré tres deportistas españoles: Diego Velázquez, Agna Egea y Ramón Arroyo Prieto. Hay una película que se llama 100 metros que cuenta la historia de Ramón Arroyo; él se propuso hacer un Ironman —serie de carreras que incluye natación, ciclismo y carrera a pie—, y lo hizo. Yo pensé qué genial, cómo puede ser esto, cómo puedo hacerlo. Estas historias me levantaron de la cama y me inspiraron a entrenar.

Maggie Leri
Maggie Leri.
Foto: Maggie Leri.

— ¿Qué lugar ocupaba el deporte en su juventud?
— De niña y adolescente hacía natación, corría, andaba en bici y practicaba otros deportes, como tenis, porque en casa nos incentivaban mucho a eso. Lo hacía en mi tiempo libre, es decir, le ponía un tiempo en el día, pero no significaba lo que hoy. Hoy es mi motor. Sé que si no me muevo, no me muevo, así de simple. En esta enfermedad el cuerpo quiere ganar, tira para que me quede, pero amo tener desafíos.

Ahora que estamos en verano aprovecho para nadar en el mar. Hago un recorrido que va del Muelle 3 al Muelle de Mailhos, ida y vuelta. Amo nadar, me da muchísima libertad, no siento ninguna discapacidad en el agua. Ahí no siento la esclerosis múltiple.

— ¿Qué siente cuando sí la siente?
— Muchísimo cansancio, muchísima fatiga. Hace 10 años que me diagnosticaron y desde hace un año que siento dolores que van y vienen, como si me estuviesen clavando miles de agujas en las dos piernas. Me bajonea mucho la ingobernabilidad del cuerpo, cuando mi mente le dice a mis piernas que se muevan y ellas no lo hacen. Ahí es cuando uso todas mis herramientas mentales para estar bien, porque a pesar de ser súper positiva y poner la mejor onda, por momentos me quiebro.

— ¿Cuáles son esas herramientas?
— Algo que me sirve mucho es ocuparme de los demás. Cuando empiezo a lamentarme, entro a mis redes sociales y respondo mensajes; me escribe muchísima gente contándome sus cosas. Me certifiqué como coach ontológica, entonces ayudo a las personas a encontrar caminos para resolver sus dificultades. Mi primera herramienta es dejar el modo selfie —como me gusta llamarlo— y ayudar al otro.

Otra herramienta que tengo es ponerme a hacer algo, estar ocupada. Y sé qué cosas tengo que hacer y qué cosas no; por ejemplo, si estoy bajoneada, llamo a alguien que es súper high, no a quien suele estar triste. A veces me siento mal porque no puedo caminar, entonces hago un esfuerzo y bajo a la calle, aunque sea para caminar cinco pasos. Intento moverme porque sé que en ese lugar oscuro no quiero estar.

— ¿Por qué eligió el camino del coaching?
— Soy diseñadora gráfica y acudí al coaching en mi ambiente laboral para superar problemas que tenía en mi estudio. Me pareció una herramienta espectacular. Después de varios años, mi coach me dijo tenés que dejar de recibir coaching y ser coach. Hoy, doy mentorías personalizadas y charlas motivacionales para empresas donde transmito mi historia de vida y las herramientas que utilizo para salir adelante.

— ¿Cómo fue la experiencia de correr la San Fernando?
— Fue mi cuarta vez. La primera fue en 2019 y la hice con mi hermano al lado; sin bastones, pero agarrada de él, y la terminé. Al año siguiente fui con mi hermano y con mi hija menor. Tengo dos hijas, una de 26 y otra de 23. La tercera vez, en el año 2022, no la terminé. Me habían anotado en una distancia de 10 kilómetros, algo imposible para mí, y la abandoné. Este año la hice con mi pareja. Estuvimos muchísimo tiempo, casi dos horas, pero lo hice con la idea de que si abandonaba, no importaba. Sin presiones. Estábamos realmente fluyendo dentro de la situación y la terminamos. Si uno ve mi llegada, puede pensar uy, pobrecita, pero perdí la vergüenza de eso porque sé todo lo que hay detrás.

— Luego de todo lo que ha pasado, ¿cuál es la enseñanza que le parece más importante dejar a sus hijas?
— Que la actitud es lo que realmente define lo que a uno le pasa. No es lo que nos pasa, sino los ojos con los que miramos eso que nos sucede. Esa es una frase que aprendí con el coaching y siempre trato de que las tres reflexionemos de esa manera porque hace que vivamos el mundo que queremos, y no el que nos toca.

Maggie Leri
Maggie Leri en natación.
Foto: Maggie Leri.

La calma del Este y un gran desafío en la mira.

Maggie se mudó a Punta del Este por varias razones; entre ellas, “el ritmo de vida y el clima, que es súper favorable para mi situación”, contó. En su país natal, con frecuencia las temperaturas oscilan entre los 38°C y los 45°C, mientras que la costa uruguaya es más fresca y ventosa. “En la esclerosis múltiple, la cobertura del sistema nervioso está pelada, como un cable pelado, y cualquier extremo de temperatura me incapacita más”, explicó la deportista. De hecho, mientras corría la San Fernando, cada cierto tiempo se detenía para pasarse hielo por las piernas.

Asentada en el Este, se enteró que allí mismo se corre el Ironman 70.3, una de las series de carreras de triatlón de larga distancia. “Pensé que si me quedaba acá, tenía que entrenar para lograrlo”, relató. Su cuerpo no podía completar las tres disciplinas —natación, ciclismo y a pie—, así que armó un equipo junto a Pablo Rosso —ciclista uruguayo amputado— y Álvaro Pérez —corredor ciego—, en el que ella haría la parte de natación. Pero ese Ironman se suspendió por un fuerte temporal, justo cuando estaban en la largada.

El desafío sigue presente. Entrena para el Ironman 70.3 que será en marzo, aunque desde hace meses tiene “situaciones médicas” que la obligan a detener sus entrenamientos “una y otra vez”. “No sé si mi cuerpo llegará a esa instancia, pero estoy preparándome como si lo fuera a hacer”.

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