A medida que envejecemos, ciertos factores internos y externos alteran nuestro metabolismo y eso puede influir en cómo nos vemos y nos sentimos. Sin embargo, podemos tomar medidas para reducir el efecto que tiene el paso del tiempo en nuestro proceso metabólico.
Según los especialistas de MayoClinic, el metabolismo es el proceso por el cual el cuerpo convierte lo que come y bebe en energía. Incluso, cuando el cuerpo está en reposo sigue usando energía para funciones básicas como la respiración, la circulación de la sangre y la reparación de las células. La energía que usa el cuerpo para estas funciones básicas se denomina índice metabólico basal y es un factor clave para estar en forma.
El metabolismo se ralentiza de forma natural a medida que pasan los años. La nutricionista Anabella Famiglietti aclara que este proceso “varía según diferentes factores como la genética, el sexo, la composición corporal y los niveles hormonales, modificándose en las diferentes etapas de la vida: crecimiento, embarazo y lactancia, y durante el envejecimiento”.
¿Por qué los adultos después de los 50 tienen el metabolismo más lento? Existen varios factores asociados al envejecimiento que influyen en el estado metabólico. Algunos son:
- Disminución de la masa magra (conjunto de lípidos que constituyen una reserva de energía para el cuerpo) de alrededor de un 1% por año después de los 50 años. Esta reducción va acompañada de la actividad física que hace el individuo y condiciona un decrecimiento del requerimiento energético total.
- Aumento de grasa corporal asociado a la disminución de la actividad física y la secreción de las hormonas de crecimiento y sexuales. A su vez, se modifica la distribución corporal, acumulándose más a nivel hepático, intraabdominal e intramuscular.
- Desregulación de la ingesta. Disminuye la sensación de sed y aparece la tendencia a la deshidratación. Se modifica la digestión de nutrientes por una disminución de las secreciones gastrointestinales. Por último, aumenta la cantidad de sustancias anorexígenas (que disminuyen el apetito), como la ingesta de medicamentos, el aislamiento y la depresión.
Luego de los 50 años, una persona necesita menos energía y acumula con mayor facilidad ciertas reservas en forma de grasa. Por este motivo, hay ciertos métodos y hábitos que pueden colaborar para acelerar el funcionamiento del metabolismo.
Cinco hábitos para activar el metabolismo.
1. Consumo de proteínas
Según el Dr. Chih-Hao Lee, profesor de genética y enfermedades complejas en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, el metabolismo aumenta cada vez que se come, digiere y almacena alimentos; un proceso llamado “efecto termogénico de los alimentos”. En palabras del Dr. Lee, la proteína tiene un mayor efecto térmico en comparación con las grasas y los carbohidratos porque el cuerpo tarda más en quemarla y absorberla.
Una dieta rica en proteínas ayuda a que el metabolismo comience a utilizar la energía acumulada para mejorar la digestión. Este proceso termogénico exige un gasto extra de calorías para absorber y procesar los nutrientes de la comida.
2. Bebidas frías o calientes
El consumo moderado de bebidas estimulantes y calientes como el café y el té, favorecen la estimulación gástrica y la quema de energía porque generan un gasto de grasa mayor que otras bebidas.
Por otro lado, un estudio publicado en el Journal of Clinical and Diagnostic Research intentó comprobar el efecto del consumo de agua fría en individuos con sobrepeso. Para el final de la investigación, la termogénesis -es el proceso de producción de calor en los organismos- inducida por el consumo de agua fue reconocida por los investigadores como un componente importante del gasto energético diario. En resumen, tomar agua fría hace que el cuerpo se sienta obligado a recuperar su temperatura habitual y como consecuencia quema más energía.
3. Comida picante
Un estudio hecho por la Universidad de Cambridge ha comprobado que alimentos como el comino, la canela, la cúrcuma, los pimientos y los chiles pueden aumentar la tasa de reposo metabólico y disminuir el apetito.
La capsaicina, sustancia que se encuentra presente en las comidas picantes, es el encargado de disminuir los lípidos corporales mediante un mecanismo que motiva la muerte de las células grasas inmaduras. No se recomienda su ingesta en personas con problemas digestivos.
4. Dormir más de siete horas
La falta de sueño genera más cortisol, hormona que descontrola la sensación de hambre y saciedad, provocando deseo de comer.
El portal de medicina Medline Plus explica que un buen descanso por la noche evita un consumo mayor de calorías que se dispara en los casos de quienes tienen altos niveles de cortisol por descansar mal. En palabras de la la licenciada Famiglietti, asegurarse un buen descanso y respetar el ritmo circadiano colabora con una sincronización y un mejor funcionamiento del cuerpo.
5. Entrenamiento de fuerza
Una investigación encabezada por Alexandra C. McPherron, integrante del Insitituto Nacional de Diabetes y Digestión de los Estados Unidos, estableció que este tipo de entrenamiento ayuda a aumentar la tasa metabólica en reposo (RMR por sus siglas en inglés) al aumentar la cantidad de músculo magro en el cuerpo. La RMR es la cantidad de calorías que el cuerpo requiere para realizar funciones básicas, como la respiración, la circulación y la digestión.
En síntesis, para la Lic. Famiglietti el metabolismo puede ser regulado mediante un estilo de vida activo y la regulación del ritmo circadiano. Asegura que garantizar 7 a 8 horas de descanso por las noche es indispensable para “sincronizar” el cuerpo.
“La salud está asociada con la energía que se enciende por la mañana, se metaboliza según las necesidades durante el día, y se apaga correctamente en la noche. Cuanto más sincronizado se está, mayor es la energía y mejor funcionará el metabolismo”, concluye.
(Por La Nación GDA)