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VIDA SANA

Claves para mejorar la salud hepática y cómo alimentarnos si tenemos enfermedad del hígado graso

Varias investigaciones han demostrado cómo debemos configurar nuestro estilo de vida para evitar los efectos de un hígado graso.

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Dolor de estómago.
Dolor en la parte superior del abdomen.
Foto: EME.

La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) comprende una variedad de afecciones hepáticas que afectan a las personas que beben poco o nada de alcohol. Dentro de ellas está la esteatohepatitis no alcohólica (NASH), una forma agresiva de la enfermedad que se caracteriza por la inflamación del hígado y puede progresar a cicatrización avanzada (cirrosis) e insuficiencia hepática. Este daño es similar al daño causado por el consumo excesivo de alcohol.

Sin embargo, hay algunas medidas que pueden tomarse para aliviar los efectos de esta afección. Algunas formas de tratar la enfermedad son:

1) Reducción de peso.

En un estudio prospectivo de 261 pacientes con biopsias pareadas, luego de 52 semanas de cambios en el estilo de vida se observó una relación entre la pérdida de peso obtenida y la mejoría histopatológica. En particular, se corroboró que se necesita una pérdida de peso de al menos el 7% para obtener una mejoría significativa en la enfermedad de hígado graso.

2) Dieta.

Otro estudio con diseño cruzado que incluyó a 12 pacientes demostró que la dieta mediterránea logró una mayor reducción en esteatosis que la dieta isocalórica baja en grasas y rica en hidratos de carbono, independientemente del peso corporal. Adicionalmente, se sabe que la dieta mediterránea reduce el riesgo de eventos cardiovasculares.

3) Ejercicio.

En un estudio antes-después se encontró una reducción significativa en esteatosis hepática en 48 sujetos divididos en cuatro rutinas de ejercicio (control, bajo volumen-alta intensidad, alto volumen-baja intensidad, bajo volumen-baja intensidad). El efecto fue independiente de los cambios en el peso corporal.

Las medidas quirúrgicas también han mostrado ser altamente eficaces, pero no representan una alternativa viable para una enfermedad con una prevalencia tan elevada.

Cómo es la dieta ideal para un hígado graso.

En principio, es necesario limitar la ingesta de grasas saturadas y trans, como la manteca y el aceite de origen animal. Estas deben reemplazarse por grasas insaturadas, especialmente ácidos grasos omega-3, como el pescado, la palta, los aceites naturales y los frutos secos.

Además, es clave reducir la ingesta de alimentos altos en glucosa, como el pan blanco, el arroz blanco y las papas, sustituyéndolos por frutas, verduras y cereales integrales. También es importante evitar los alimentos y bebidas que contengan grandes cantidades de azúcares, como los postres, las gaseosas y las mermeladas. Puede utilizar endulzantes naturales como la miel.

La lista de alimentos recomendados para personas con hígado graso es larga. Algunos de ellos son:

  • Pescados blancos y grasos: salmón, atún, sardina, arenque, bacalao, merluza, etc.
  • Carnes magras: pollo, pavo y conejo.
  • Yogur natural bajo en grasa.
  • Legumbres.
  • Aceite de oliva, frutos secos, semillas, aguacates.
  • Cereales integrales: avena, arroz, trigo, centeno, etc. También sus derivados como pan o pasta integrales y pseudocereales como la quinoa o el trigo sarraceno.
  • Frutas frescas.
  • Verduras de todo tipo. Las verduras de hoja verde, como las espinacas, contienen grandes cantidades de antioxidantes y otros nutrientes que las convierten en candidatas ideales para una dieta protectora hepática.

(Por El Tiempo GDA)

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