O Globo - GDA
Para muchas personas, es difícil imaginar cómo sería vivir sin papel higiénico, bidet o una ducha higiénica. Sin embargo, en el pasado, los seres humanos no contaban con estos recursos para limpiarse después de ir al baño. Entonces, ¿qué usaban?
Quienes vivían en la antigua Roma y utilizaban letrinas públicas, según investigadores, tenían el tersorium, una vara con una esponja en la punta que podía estar impregnada de vinagre o agua salada. En cuanto a la higiene de los griegos y romanos de las clases más bajas, usaban hojas, piedras y cerámicas rotas, mientras que los griegos más ricos tenían la opción de hojas de puerro.
En la época medieval, la mayor parte de la sociedad usaba lo que tenía a mano para limpiarse tras ir al baño: heno, hojas, ropa vieja o incluso el borde de la propia vestimenta. Las personas adineradas, en cambio, tenían acceso a telas especiales que llevaban consigo al baño. Por otro lado, los vikingos, conocidos por su naturaleza guerrera, se limpiaban con lana de oveja.
En Occidente, hasta la invención del papel higiénico en 1857 por Joseph Gayetty en Estados Unidos, la mayoría de las personas usaba periódicos, folletos e incluso mazorcas de maíz para su limpieza, según apunta National Geographic.
Gayetty presentó lo que llamó "Medicated Paper for the Water Closet" ("Papel medicado para el sanitario", en traducción libre), que se produjo en masa y llegó a popularizarse incluso en países orientales.
El papel higiénico no es el método más recomendado
Actualmente, los especialistas señalan que el papel higiénico está hecho de un material seco y, por ello, contribuye a esparcir la suciedad, no limpia completamente las rugosidades del ano y aumenta el riesgo de infecciones.
Lo más recomendado es que la región íntima se lave con agua y jabón, ya sea usando una ducha higiénica o en la ducha normal. Luego, debe secarse completamente, sin dejar ningún rastro de humedad (para evitar así la proliferación de hongos y bacterias).