"¡Me cansás!"; "¡Me hablás bien o no me hablás! ¿Estamos?"; "¡No me grites que no sos mi padre!" (como si la paternidad diera vía libre para el abuso verbal...). Esas frases, por lo general, representan las etapas finales de una discusión, lo opuesto a un punto de partida para una manera más sana de discutir, sea con una pareja o una amistad, con alguien en el trabajo o en la reunión de consorcio.
"Una buena discusión es aquella en la que ambas partes se van sintiendo que volverían a hacerlo", dice Bo Seo, autor del libro "Buenas discusiones: Cómo el debate nos enseña a escuchar y ser escuchados". Además de periodista y escritor, Seo es bicampeón mundial de debate.
Antes de continuar, no está de más señalar que los conflictos y las discusiones son parte de la experiencia humana. Cualquiera que le diga que con buenos modales se soluciona todo, que no hay necesidad de discutir, le está vendiendo humo. Pero discutir, aún con vehemencia, no tiene por qué significar cavar una zanja que para siempre será insalvable.
Los terapeutas John Gottman y su esposa Julie Gottman, tienen décadas de experiencia acumulada en las discusiones de pareja, plasmada en libros como "La receta para el amor", y señalan que uno de los comportamientos más recurrentes en los conflictos amorosos en querer "ganar".
Uno de los fines, de acuerdo a John Gottman, es demostrar que la otra persona está equivocada cuando lo que debería perseguirse es entender los por qué. Entonces, como se preguntaba Lenin: ¿qué hacer? Acá, cinco recomendaciones de distintos entendidos en la resolución de conflictos para discutir de una forma menos amarga y potencialmente más constructiva.
1. Comprender acerca de qué se está discutiendo
A veces, puede ser difícil hasta para uno mismo tener claro por qué se inicia una discusión. Puede ser algo concreto, como querer que las tareas de la casa se repartan de una manera más pareja. O algo más abstracto, como que alguien se disculpe contigo. A menudo hay un significado más profundo detrás de las múltiples capas de una pelea, dice Chris Segrin, jefe del departamento de comunicación de la Universidad de Arizona. Aunque estés discutiendo sobre a quién le toca lavar los platos, puede que haya un problema simbólico más grande atrás. Si, por ejemplo, la discusión es acerca de qué afiches o adornos están colgados en el apartamento, puede que la traducción de"‘Vivimos en este apartamento y todo es como lo organizaste vos" sea "‘No siento que tenga la oportunidad de poner algo que me guste", lo cual denota un conflicto más profundo en la relación.
Los Gottman sugieren hacer preguntas como: "¿Por qué esto es tan importante para vos?". Hay que escuchar primero y luego tener el espacio para responder a las mismas preguntas, sin interrupciones. "A menudo, terminás entendiendo mejor a tu pareja", dice Julie Gottman.
Por su parte, la coach Danielle Bayard Jackson, autora de "Luchando por nuestras amistades", recomienda intentar dilucidar si el meollo es una opinión ("¡Qué aburrida es esta serie que querés que veamos!") o un valor ("¿¡Cómo podés votar a ese partido!?"). Bayard Jackson concluye que, por lo general, las personas quieren una de tres cosas de una discusión: dejar una idea clara, marcar una diferencia o ser escuchado.
2. Practicar la escucha activa
Dado que una pelea es un intercambio, escuchar es crucial. En lugar de solo estar esperando para poder meter ese comentario que uno sabe descolocará o enojará al otro, lo mejor es respirar profundamente mientras la otra persona habla, dice Bayard Jackson. En entornos profesionales, puede ayudarte anotar algunas cosas sobre lo que la otra persona dijo, y también garabatear cómo querés responder a eso, dice Amy Gallo, autora del libro "Cómo trabajar con cualquiera, incluso personas difíciles". Los Gottman también sugieren tomar notas para asegurarte de entender el argumento que te presentan. No serás tan reactivo cuando estés enfocado en hacer apuntes durante la conversación.
Por difícil que te resulte, evitá interrumpir. Si la otra parte parece especialmente exaltada, dejala que se exprese. Vas a poder ver un panorama más completo de sus argumentos. Por ahí, podés intentar preguntarle (sin tono burlón, eso sí): "¿Tenés algo más que me quieras decir?". Intentá ser lo menos apasionado posible al escuchar a la otra persona, dice Seo. Si partís de la base que actúan de mala fe, es menos probable que llegues a un acuerdo.
3. Concentrate en las coincidencias y negociá en los desacuerdos
En medio de una discusión acalorada, muchas personas sienten la necesidad de rebatir cada detalle. Craso error. Intentá reprimir ese impulso. Cuando respondas, arrancá por aquello en lo que hay acuerdos, por insignificante que te parezca. Por ejemplo: "Eso que dijiste sobre el horario en que hay que sacar la basura es importante. Me alegra que lo señalaras". Ya hay algo compartido. Reconocer las buenas ideas del otro puede hacer que este no esté tan a la defensiva y cuando te toque hablar, es probable que esté un poco más receptivo a lo que vas a decir.
4. Gestioná tus emociones
Las discusiones son emocionales, punto. Es muy difícil escuchar cómo hemos herido a alguien, o que desafíen a nuestras opiniones más arraigadas. Tanto es así que las emociones pueden desbordarnos y nuestro cuerpo reaccionar "inundándose": el ritmo cardíaco se acelera, los músculos se tensan y entramos en un estado que se asemeja al de "pelear o huir". En estos momentos, lo mejor es tratar de apartarse de la conversación. Sugerir un descanso con frases como "Deberíamos tomarnos un tiempo" y acordar un momento para retomar la discusión puede permitirnos calmarnos, reconsiderar la situación y obtener una perspectiva externa.
Si más o menos intuís que eso puede llegar a pasar (una manera de darse cuenta de esto es si te percatás de que estás nervioso/a incluso antes de empezar a conversar), Bayard Jackson sugiere comenzar a hablar con afirmaciones que refuercen el objetivo de fortalecer la relación, incluso mencionando tu estado de ánimo. Por ejemplo: "Me gustaría hablar contigo sobre un tema importante y quiero asegurarte que no deseo incomodarte, ni que pienses que estoy distanciándome de nuestra amistad".
5. Cuando hay diferencias insalvables
En aquellos temas en los que estás diametralmente opuesto al punto de vista de la otra persona, evitá a toda costa menospreciarla, o insultar su inteligencia. Atacar a la persona y no al argumento es de amateur, dice Segrin. Incluso si hay una gran brecha entre tu opinión y la de un amigo, considerá si vale la pena entrar en la discusión. Nos gusta pensar que nuestros amigos están de acuerdo con nosotros, siempre pero es irreal esperar que eso sea siempre así.
Puede pasar que la otra parte recurra a mentiras durante la discusión. Tratá de no responder a cada una, dice Seo. Mejor, elegí una mentira "representativa" para rebatir. Así, es más probable que puedas poner en evidencia las falsedades de otros argumentos suyos. De manera similar, evitá entrar en una pelea con alguien que sea particularmente combativo. Hay gente que vive para discutir. Decile algo así como "Me parece que estamos discutiendo de manera tal que no vamos a llegar a entendernos". Y después, si podés, lo mejor es distanciarse.
Cuando eso no sea posible (por ejemplo, una relación laboral) dejá en claro que no estás de acuerdo. Si ambas partes pueden respetar el punto de vista del otro, la relación puede continuar siempre y cuando haya respeto mutuo, dice Segrin. "Va a haber cosas, cuando tenemos una relación con otro ser humano, que simplemente tenemos que aceptar sobre ellos. No siempre es malo. No se trata de quién tiene razón. Es simplemente aceptación".