¿Cómo llegar bien a los 100 años? Consejos de expertos en salud, economía y tecnología para una vejez saludable

El bienestar está cobrando cada vez mayor importancia en todo el mundo y son varios los factores que permiten una vida larga y de calidad.

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Pareja de adultos mayores bailando felices
Pareja de adultos mayores bailando.
Foto: Freepik.

Victoria Vera Ziccardi, La Nación/GDA
Según el Informe Mundial sobre el Bienestar 2022, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el bienestar ha registrado un crecimiento constante en todo el mundo. Este escrito destaca que el 78% de los países han adoptado políticas y programas específicos para promover el bienestar de sus ciudadanos en los últimos cinco años, lo que representa un aumento significativo en comparación con décadas anteriores. Sumado a ello, el Banco Mundial resalta que el gasto en salud y bienestar aumentó en un 15% en promedio en los últimos cinco años.

El médico Conrado Estol, director de la Unidad de Accidente Cerebro Vascular del Sanatorio Güemes y fundador de Breyna Medicina del Corazón y Cerebro, abordó el concepto de longevidad asegurando que hoy es posible llegar a los 100 años e incluso, sobrepasarlos. Esto puede ser alcanzado con hábitos saludables y además, teniendo una buena calidad de vida. “El futuro avanza demasiado rápido y si esperamos a estar preparados va a ser tarde. Una persona de 60, 70, 80 años hoy, en 10 años puede ser más joven de lo que es en la actualidad”, enfatizó.

¿Cómo ha sido esta evolución? Según explicó Estol, desde 1850 hasta la actualidad se ha duplicado la expectativa de vida aunque no todo es “color de rosas”. “A partir de los 65 años aparece un precipicio del que muchos no pueden pasar y que otros caen, por eso es clave el cuidado. Hoy sabemos qué es lo que tenemos que hacer para mantener esa juventud”, dijo.

Pilares para lograr la longevidad.

“Se demostró científicamente que con más caminatas y ejercicio aumenta el volumen cerebral. Así como también, sin actividad física, el tiempo no tiene misericordia con el cerebro. La actividad física no es algo opcional”, advirtió Estol. Para el especialista, alcanzar el bienestar no se logra únicamente ejercitando sino que es un trabajo que implica varias aristas: una correcta alimentación, buen descanso, ejercicio físico y cuidado de la salud mental. Para dimensionar lo beneficioso que es incorporar estos hábitos, Estol reveló que hacer tan solo ejercicio aeróbico disminuye la mortalidad un 25% y, si a eso se le agregan ejercicios de fuerza, disminuye hasta un 40%.

El estrés, el sueño y el cigarrillo son algunos de los malos hábitos que pueden empeorar este deseo de ser longevo, mencionó el médico. “El uso de un tensiómetro para medir la edad de las arterias, el estudio del ADN, la epigenética y la estimulación cognitiva son otros pilares fundamentales”, aseguró. En lo sucesivo aseguró que el proceso de “resetear las células” es lo más eficiente a día de hoy para lograr el rejuvenecimiento. “Se lo llama velocidad de escape de la longevidad y es simplemente no envejecer y mantenerse en el momento”, dijo.

En relación con el tema, Sebastián Campanario, economista y periodista especializado en temas de economía no tradicional, creatividad e innovación, abordó el concepto de “islas de estabilidad”: momentos/actividades en los que una persona puede abstraerse totalmente de lo que lo rodea y le permite asegurarse de que aquello es posible de resolver. ¿Cuál es el propósito de estas islas? Alejar la mente de las preocupaciones por hechos que están fuera de control y obtener tranquilidad.

“Hace tiempo empecé a recorrer la historia de los rompecabezas y descubrí que se inventaron a fines del siglo XVIII y que, en ese entonces, era una actividad para la aristocracia. Fue recién en la década del 30′ durante la Gran Depresión en EE.UU. que se masificaron y se vendieron millones de ellos”, explicó Campanario. Lo cierto es que este cambio en el paradigma de los rompecabezas no fue nada casual ya que, según creen los historiadores, esta explosión ocurrió debido a que los norteamericanos estaban un contexto de híper incertidumbre y no sabían qué pasaría con su futuro; por ende, buscaban estas islas para apaciguar la angustia por la inestabilidad.

Este concepto viene perfecto para “ponerle freno” a un cerebro que en la actualidad está hiperestimulado por la aceleración de las tecnologías y por la capacidad de adaptación de los humanos que tiende a ser más lenta. “En el medio hay una brecha que genera incertidumbre y mucho estrés, para lo cual las islas de estabilidad se hacen muy necesarias”, enfatizó el experto.

Actualmente no existen números para describir la cantidad de información que el cerebro recibe, y lo mismo ocurre con la complejidad de esas nuevas incorporaciones. Para Campanario, estas son características que hacen que la realidad se amplíe constantemente y por ende, pueda pasar cualquier cosa. “Hoy son mucho mas probables los cisnes negros –metáfora que se usa en economía para describir un suceso que ocurre por sorpresa, sin que ningún analista lo haya previsto por ser improbable–, la varianza de la realidad se está ampliando como nunca”, dijo. Por eso, sugiere empezar a buscar las islas de estabilidad en la vida cotidiana, ya que de hacerlo se obtienen varios beneficios: cuidar la salud mental, leer libros, hacer rompecabezas o cualquier actividad que se disfrute.

Finalmente, Rebeca Hwang, argentina que actualmente trabaja en Silicon Valley, responde a la gran aclamada de: ¿cómo va a cruzar la Inteligencia Artificial a este desafío de vivir mejor cada día? Para Hwang, este va a ser el tema más importante a considerar a medida que la humanidad se adapte a los nuevos cambios: cómo se piensa sobre el bienestar, cómo se aborda la salud mental y emocional y cómo es la interacción que se tiene con los seres queridos y con uno mismo. De no hacer esto, considera que socialmente podría desencadenarse una crisis de identidad sobre qué hace a los humanos especiales y los diferencia de las máquinas.

“Las máquinas pueden tener una dualidad, nos pueden ayudar a mejorar nuestra productividad y dejarnos tiempo para que lo podamos usar en otras actividades que nos hagan sentir mejor. Pero también puede generar una adicción a la tecnología que nos hace sentirnos reemplazables y desconectados de la realidad porque, al fin y al cabo, siempre conversamos con máquinas”, concluyó.

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