Por El Tiempo GDA.
La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a las células sanguíneas y la médula ósea. Según la Clínica Mayo, las causas no se conocen en la mayoría de los casos. Sin embargo, ciertos factores como la exposición a altos niveles de radiación, quimioterapia previa, ciertos trastornos genéticos y antecedentes familiares de leucemia pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Los síntomas de la leucemia pueden variar, pero, en general, incluyen fatiga persistente, debilidad, palidez, hematomas o sangrado excesivo, infecciones recurrentes, pérdida de peso involuntaria y dolor en los huesos o articulaciones.
De acuerdo con la FDA, la leucemia se divide en varios subtipos, como leucemia mieloide aguda (AML), leucemia linfoblástica aguda (ALL), leucemia mieloide crónica (CML) y leucemia linfocítica crónica (CLL). Cada uno tiene características distintivas y requiere enfoques de tratamiento específicos.
Los tratamientos para la leucemia pueden incluir quimioterapia, terapia dirigida, radioterapia, trasplante de médula ósea y terapia génica, entre otros. El enfoque de tratamiento recomendado dependerá del tipo y la etapa de la leucemia, así como de las características individuales del paciente.
Estos tratamientos pueden provocar efectos secundarios como náuseas, vómitos, caída del cabello, debilidad, inmunosupresión y mayor riesgo de infecciones. Es importante que los pacientes informen a sus médicos sobre cualquier síntoma o efecto secundario para recibir el apoyo adecuado, según sugieren los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC).
Después del tratamiento inicial, los pacientes pueden necesitar seguimiento regular y pruebas para monitorear su respuesta al tratamiento y detectar cualquier signo de recaída. Además, en el proceso es fundamental contar con apoyo y educación para los pacientes y sus familias.