¿Cuáles y cómo son las prácticas sexuales que los médicos piden no practicar por su peligrosidad y riesgos?

El chemsex es caracterizado por el uso de drogas recreativas para intensificar las relaciones sexuales. Se asocia a fiestas donde se busca tanto la euforia como la prolongación de dichas relaciones.

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El Tiempo/GDA
El slamsex o slamming se trata de una modalidad de chemsex, una práctica sexual cada vez más popular en las redes sociales y que está suponiendo un grave problema de salud pública.

El chemsex es un comportamiento caracterizado por el uso de drogas recreativas para intensificar las relaciones sexuales. Suele asociase a fiestas o encuentros donde se busca tanto la euforia como la prolongación de dichas relaciones.

En el caso del slamsex, se conjugan tres elementos: un contexto sexual (sexo grupal, relaciones sin condón con parejas ocasionales, etc.), la utilización de drogas psicoestimulantes (generalmente metaanfetamina o mefedrona) y la administración de esas sustancias mediante una inyección.

Al consumirse la droga por vía intravenosa, los participantes experimentan efectos más rápidos e intensos. Y dado su efecto reforzante, esto aumenta la probabilidad de volver a consumir, especialmente en entornos de ocio.

Placentero subidón

Algunos estudios indican que el slamming puede provocar, efectivamente, una euforia o subidón intenso, ofreciendo una experiencia placentera y estimulante desde el punto de vista del sexo. También puede facilitar una mayor libertad en la conducta sexual, crear conexiones con quienes la practican, prolongar las sesiones de sexo y aumentar la autoconfianza.

Se puede decir que la vía de administración de la droga es parte de la experiencia y acaba por condicionar la relación erótica, en lugar de constituir un medio para obtener un fin. El apego por este método de consumo está relacionado con lo que se busca en la vida sexual.

De hecho, algunas investigaciones han observado que el interés a la hora de buscar una posible pareja sexual que practique el slamming parece ser tan relevante como su aspecto físico, ubicación, rol sexual y gustos eróticos. El consumo intravenoso acaba por convertirse en un requisito importante (a menudo indispensable) a la hora de seleccionar a las parejas.

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Lenguaje propio

Actualmente, las aplicaciones de citas incluso ofrecen un argot propio que facilita la búsqueda de encuentros sexuales relacionados con esta práctica: desde emojis de caramelos (en alusión a las drogas) hasta determinadas palabras que se especifican en los nombres de usuario, como:

High and Horny (HnH): Describe un estado en el que una persona se siente eufórica y sexualmente excitada, habitualmente por el uso de sustancias.

Tina (T): Término coloquial para referirse a la metanfetamina, que a menudo se usa en el contexto de chemsex.

Party and Play (PnP): Alude a la práctica de consumir drogas mientras se socializa y se participa en actividades sexuales.

Razones para practicar slamsex

Llegados a este punto surge la pregunta: ¿qué lleva a realizar esta práctica? Si bien no hay consenso, varios estudios han concluido que puede servir como mecanismo de evitación ante ciertos acontecimientos, experiencias privadas y estados psicopatológicos como depresión, somatizaciones, ansiedad, eventos traumáticos, etc.

En segundo lugar, el subidón de la droga administrada por vía intravenosa otorga al slamming un lugar distintivo en la secuencia del encuentro sexual y, en ocasiones, contribuye a que los participantes se desinhiban. Esto facilita que prácticas como el fisting (la introducción del puño en la vagina o el recto de otra persona) sean menos dolorosas y más placenteras.

Además, hay quienes subrayan el carácter erótico que tiene la preparación de los materiales, la inyección y el acto de observar a otros mientras esperan y viven el momento de euforia. Este ritual aumenta el deseo de volver a vivir la experiencia.

Una práctica arriesgada

Como es de esperar, el slamsex no carece de riesgos. A la posibilidad de sufrir una intoxicación aguda, hay que sumar la pérdida o falta de control respecto a los riesgos derivados de la administración intravenosa, como la transmisión del virus VIH y el de la hepatitis C.

Algunos autores y autoras también hacen mención del consentimiento, ya que la desinhibición sexual y la pérdida de control pueden provocar la disolución de los límites individuales.

En este sentido, las investigaciones indican que un porcentaje de los participantes lleva a cabo relaciones sexuales sin consentimiento, especialmente cuando ha habido un consumo excesivo de drogas. Dicha ausencia puede afectar a la salud física y mental, aunque pocas personas acuden a profesionales y presentan denuncias por el estigma habitualmente asociado a ese tipo de prácticas.

Para intentar paliar los efectos negativos del slamsex es fundamental llevar a cabo estudios epidemiológicos que abarquen las enfermedades infecciosas, el consumo de drogas y sus efectos en la salud mental, así como adoptar un enfoque multidisciplinar.

También deberían ponerse en marcha estrategias como informar y educar sobre las implicaciones psicológicas del slam y remarcar la importancia de los tratamientos profilácticos, las analíticas regulares, la vacunación o la profilaxis para evitar la infección por VIH, entre otras.

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