María del Pilar Vicente, El Comercio/GDA
Los conflictos entre padres a veces son inevitables; en general, es importante aclarar que todos los vínculos sanos, ya sea de pareja o amistad, están compuestos por momentos de acuerdos y desacuerdos. Quizás la clave esté en cómo manejamos los conflictos.
En primer lugar, un desacuerdo sano no es sinónimo de una situación agresiva, verbal o físicamente. Estudios científicos determinan que son las peleas agresivas las que tienen un impacto grande en el desarrollo emocional de los niños.
No obstante, se recomienda siempre evitar dentro de lo posible que los niños presencien discusiones entre los adultos, del tipo que sea. En caso de que los pequeños hayan estado presentes, expertos recomiendan:
- Explicarles que los desacuerdos en los vínculos son naturales; así como ellos tienen desacuerdos con sus hermanos y/o amigos, los padres también los tienen.
- Explicarles que no siempre tenemos que estar de acuerdo con la otra persona para asegurar su amor. Que no debemos callar ni evitar decir lo que pensamos y sentimos.
- Procupar que también presencien la reparación. En otras palabras, que observen un momento donde los adultos logran resolver el conflicto: las disculpas, el choque de manos, el abrazo, el beso o la expresión de amor.
- Recordarles que siempre hay posibilidad de enmendar una discusión, pidiendo disculpas y llegando a acuerdos.
