El cáncer de próstata es una de las formas más comunes de cáncer entre los hombres, pero a menudo está rodeado de mitos y desinformación.

En el seminario de oncología “Cada minuto cuenta”, organizado por Pfizer en Bogotá, el doctor Enrique Grande, profesional reconocido por sus aportes en el tratamiento de tumores genitourinarios y endocrinos, abordó la importancia de desmitificar estas creencias erróneas y promover una mayor alfabetización en salud.

Aunque es cierto que el riesgo aumenta con la edad, hombres jóvenes también pueden ser diagnosticados.

Grande, Jefe de Oncología del MD Anderson Cancer Center Madrid, dijo que es imprescindible identificar a pacientes con antecedentes familiares.

“Por un lado, actualmente hay fármacos que van dirigidos a ciertas alteraciones moleculares; por otro, es crucial saber qué hacer con los hijos de los pacientes, porque tendrán mayor probabilidad de tener cáncer. Entonces, la preocupación va más allá del paciente que tengo delante de mí”, afirmó.

En realidad, el cáncer de próstata puede desarrollarse sin síntomas evidentes en sus etapas iniciales, lo que hace esencial la detección temprana. Grande puntualizó que incluso “los tumores más agresivos de cáncer de próstata empiezan sin síntomas”.

Aunque el PSA es una herramienta útil, no garantiza resultados precisos, ya que los niveles elevados pueden deberse a otras condiciones no cancerosas, y un resultado bajo no asegura la ausencia de cáncer. “La hipertrofia prostática benigna, que es cuando no hay tumor y simplemente la próstata crece, también produce la elevación del PSA. Si tenemos una infección urinaria que se complica y empieza a afectar lo que tiene alrededor, incluida la próstata, eso también eleva los niveles. Por lo tanto, que un análisis indique esos niveles no siempre significa que hay un cáncer de próstata”, explicó el doctor.

En algunos casos, es posible optar por un enfoque de vigilancia activa, especialmente en cánceres de bajo riesgo y dependiendo del perfil del paciente.

Si bien estos son tratamientos comunes, no siempre garantizan la cura, ya que su efectividad depende del estadio del cáncer y de las características individuales del paciente.

Grande afirmó que estos procedimientos “son extremadamente eficaces a la hora de tratarlo, pero la tasa de eficacia es entre el 80% y 90%. Es decir, hay entre un 10% y un 20% de pacientes que desafortunadamente pueden desarrollar metástasis y no será curable”.

Aunque algunos cánceres de próstata crecen lentamente, otros pueden ser agresivos y potencialmente mortales, por lo que es importante no subestimar su gravedad.

La realidad es que el impacto varía; mientras algunas personas pueden experimentar efectos secundarios, otras pueden mantener su función sexual.

Hay opciones menos invasivas y enfoques personalizados que pueden ser más manejables.

Llevar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada y ejercicio regular, puede desempeñar un papel importante en la prevención y el manejo de esta enfermedad, aunque, por supuesto, no reemplaza la necesidad de controles médicos.

En diálogo con El País, el doctor Enrique Grande destacó la importancia de realizar controles periódicos para la detección temprana del cáncer de próstata, especialmente en hombres con antecedentes familiares. Para estos casos, sugirió comenzar las revisiones al menos cinco años antes de la edad en que un familiar fue diagnosticado. Por ejemplo, si un pariente cercano fue diagnosticado a los 45 años, las revisiones deberían iniciar antes de los 40.

En hombres sin antecedentes familiares, recomendó iniciar los chequeos a partir de los 50 años, destacando la importancia de un análisis de sangre para medir el antígeno prostático específico (PSA) y un examen rectal, pasos clave para la detección oportuna de anomalías.

El doctor también advirtió sobre síntomas importantes a vigilar, especialmente en hombres cercanos a los 50 años. Estos incluyen un aumento en la frecuencia de la micción, la necesidad de levantarse durante la noche para orinar y la sensación de no vaciar completamente la vejiga, así como molestias o ardor al orinar.

Respecto a la prevención, enfatizó que si bien no hay factores de riesgo modificables claros, además de los genéticos, llevar un estilo de vida saludable con una alimentación balanceada y ejercicio físico regular, es beneficioso. En caso de metástasis, el tratamiento cambia a una fase sistémica, que puede incluir hormonas y tratamientos orales o intravenosos. “Queremos obtener el máximo beneficio del tratamiento sin comprometer la calidad de vida del paciente”, concluyó Grande, resaltando la necesidad de trabajare un enfoque individualizado en el manejo del cáncer de próstata.