Mucho se habla del cambio climático y del incremento de las temperaturas a nivel global. Sin embargo, ya transitamos el invierno y con él llegaron días realmente muy fríos. Como médicos pediatras estamos obligados a recordar las medidas de prevención necesarias para que nuestros niños pasen de la mejor manera posible estos meses y puedan disfrutar del invierno.
Aunque haga frío, es importante saber que no hay inconveniente en que los pequeños salgan a jugar a la intemperie, siempre y cuando estén supervisados por un adulto.
Lo primordial es que se abriguen adecuadamente. Es fundamental colocar sobre el cuerpo varias capas de ropa, aunque las mismas sean finas, lo que se busca es crear una especie de aislamiento que protege del frío y la humedad. También es necesario utilizar gorros de lana, bufandas, guantes y medias gruesas.
Cuidado con la calefacción.
A la hora de dormir, es preferible abrigarlos adecuadamente que calefaccionar en exceso el ambiente donde se encuentran. No debemos dejar encendidas estufas a supergás, leña o similares durante la noche o mientras duermen; recordemos que la combustión produce monóxido de carbono, un gas que, de no tener ninguna ventilación, puede intoxicar y generar enfermedades graves e, incluso, la muerte.
Tampoco hay que avivar el fuego de estufas con alcohol o nafta y menos en caso de que los niños estén presentes, porque luego ellos pueden imitar esa acción cuando estén solos.
Con respecto a los artefactos de calefacción eléctrica o que generan llama o brasa, deben estar alejados de elementos que puedan tomar fuego como, por ejemplo, la ropa de cama o de vestir. Además estos artefactos deben situarse lejos de los niños.
Si bien todo el año vemos quemaduras, lamentablemente, durante los meses fríos las ocasionadas por agua caliente, grasa y aceite son más frecuentes. Debemos evitar que los niños entren a la cocina, pero si lo hacen, mientras permanecen en ella, deben estar siempre supervisados por un adulto. Mientras se están utilizando, hay que dejar fuera del alcance de los más pequeños los mangos de las ollas (que no sobresalgan hacia afuera de la cocina), las calderas y sartenes. También es importante tener gran cuidado con los termos que utilizamos para el agua del mate.
Ante una quemadura, debemos colocar inmediatamente la zona afectada debajo de agua fría y dejarla correr; no es recomendable utilizar cremas o pomadas y siempre debe realizarse una consulta médica.
Beber agua, alimentarse sano.
Los niños tienen que beber agua —aunque no tengan sed—, jugos naturales y tener una alimentación saludable y equilibrada lo que, sin duda, los ayudará a mejorar las defensas naturales.
Tratemos de evitar el consumo de comida chatarra, los alimentos ultraprocesados y los hipercalóricos. De ser posible, las frutas y verduras tienen que estar presentes en la alimentación diaria.
No hay que olvidar a los virus que circulan en esta época del año. Entre ellos, están el Virus respiratorio sincicial (VRS), Rinovirus, Adenovirus, Para influenza, Influenza, entre otros, que causan rinorrea (mocos), tos, fatiga, broncoespasmo, fiebre y dolor de garganta. Algunos también provocan síntomas digestivos, y en esta época son frecuentes los que traen vómitos y diarrea por Rotavirus.
Ya nos referimos en esta columna a la importancia de mantener las vacunaciones al día y la vacunación antigripal. Si bien insistimos en la administración de esta última en la población de niños de entre 6 meses a 4 años inclusive y cualquiera por encima de esta edad, que tenga comorbilidades (asma, cardiopatías, inmunodeprimidos por alguna enfermedad o medicación, niños portadores de enfermedades neuromusculares, obesos y niños que llevan adelante tratamiento avanzados con acetil salicílico) cualquier pequeño de más de 6 años puede ser vacunado si sus padres o cuidadores así lo establecen, y no requieren para ellos orden de pediatra.
Podríamos resumir esta columna recomendando algunas acciones concretas: abrigar a los niños lo justo y necesario de acuerdo a la temperatura ambiental, manejar de forma prudente los métodos que utilizamos para calefaccionar, ventilar diariamente las habitaciones, que los pequeños mantengan una alimentación saludable —que incluye la toma de agua aunque no sientan sed— que realicen actividad física. Además es importante evitar su concurrencia a lugares cerrados, mal ventilados y muy concurridos.