La Nación / GDA
La falta de higiene bucal no solo tiene consecuencias estéticas, también puede afectar a nuestra salud general a largo plazo. La higiene bucal debe ser diaria y constante y, entre los problemas que su ausencia puede generar, está el conocido y molesto sarro.

Si el sarro no se remueve debidamente, podría ser perjudicial en el futuro. Por ello, los odontólogos recomiendan un método definitivo para retirarlo sin correr mayores riesgos.

Acudir a un dentista por control, es necesario al menos una vez cada seis meses, con el fin de evitar el desarrollo de enfermedades que puedan hacer peligrar el aparato dental. Lo cierto es que para muchos puede sonar aterrador el hecho de someterse a una visita médica de este tipo, pero más aterrador es lo que el sarro provoca en las encías y dientes a largo plazo.

Se lo conoce como una placa dental que se forma sobre los dientes y en la línea de las encías. Todas las personas la poseen, pero con una mala limpieza, a la larga se endurece y se convierte en sarro. Este mismo está compuesto por la acumulación de bacterias muertas como fosfato de calcio, carbonato de calcio y fosfato de magnesio, que con el tiempo se mineralizaron, en fusión con una pequeña cantidad de proteínas de la saliva.

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A diferencia de la placa, el sarro no puede eliminarse con un cepillado normal ni con el uso del hilo dental. La única manera de retirarlo adecuadamente es gracias al trabajo de un profesional. Según remarca la Clínica Cleveland, es prudente requerir el servicio de un odontólogo, ya que cuenta con los elementos necesarios para que no afecte el esmalte de los dientes.

Los aparatos implementan los dentistas para retirar el sarro adecuadamente, son sónicos y ultrasónicos, los cuales generan vibraciones que lo debilitan y facilitan su remoción sin dañar el esmalte. Es por ello que los profesionales advierten que una persona no debería intentar quitarse de manera casera este tipo de placa endurecida, porque podría dañar el diente y dejar un espacio libre para el desarrollo de caries.

Si tenés sarro, es posible que comiences a notar manchas amarillas, marrones o negras en la línea de las encías y en la superficie de los dientes. Otro síntoma es el mal aliento y la gingivitis [encías rojas, hinchadas o sangrantes]. Y por último, la aparición de una capa dura como la costra.

Esto pude generar mal olor debido a la existencia de bolsas entre las encías y los dientes en donde se alojan las bacterias y restos de comida que, al descomponerse, provocan un aliento y sabor desagradable.

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Ante un erróneo cepillado de los dientes y la no utilización de hilo dental, se favorecerá a la aparición de sarro. Según el sitio médico citado anteriormente, se sugiere hacerlo, como mínimo, dos veces al día. Otro de los factores que influyen en su desarrollo, son las bebidas y alimentos azucarados y las harinas. Por último, fumar y tener la boca recurrentemente seca, también propician la manifestación de este tipo de placa.

Los odontólogos recomiendan una visita periódica para controlar y evitar que el sarro se expanda por el aparato bucal, afectando gravemente su salud. Algunas de las complicaciones en que esto podría derivar son: la retracción de encías, gingivitis y las caries.