Milenka Duarte/El Comercio GDA
Respirar es un acto natural y automático que rara vez nos detenemos a analizar y, menos aún, consideramos cómo lo hacen nuestros hijos.
Inhalamos y exhalamos confiando en que nuestro cuerpo está cumpliendo su función correctamente, pero ¿alguna vez te ha preguntado qué ocurre si este proceso cambia?
En muchos niños, la respiración por la boca puede parecer un hábito inofensivo a primera vista; sin embargo, esta práctica puede ser una señal de alarma sobre diversos problemas de salud subyacentes que podrían impactar en su desarrollo físico, emocional e incluso cognitivo.
En definitiva, lo que empieza como un hábito aparentemente sin importancia, puede desencadenar una serie de consecuencias graves que van desde infecciones frecuentes hasta cambios en la estructura del rostro y la calidad del sueño. Estos problemas, a menudo pasados por alto, pueden volverse crónicos en los menores si no se identifican y tratan a tiempo, por lo que comprender las causas detrás de este fenómeno es clave para prevenirlo y garantizar un desarrollo saludable.
Según explicó Jorge Centeno, otorrinolaringólogo de la Clínica Ricardo Palma a Hogar y Familia, el ser humano está diseñado para respirar principalmente por la nariz, un órgano extraordinario que filtra, calienta y humedece el aire antes de que llegue a los pulmones, protegiendo nuestro organismo y favoreciendo a una adecuada oxigenación. Cuando esta función se ve alterada y la respiración se realiza mayoritariamente por la boca, puede causar sequedad, problemas dentales, así como una mala calidad del sueño, lo que a su vez puede manifestarse en síntomas, como fatiga o problemas de concentración en los niños, señaló el otorrinolaringólogo pediátrico de Cleveland Clinic, Brandon Hopkins.
“La respiración por la boca es relativamente común, pero no es normal. Si bien un bebé o un niño puede respirar de esta manera ocasionalmente, ya sea mientras llora o se alimenta, la respiración bucal constante debe ser siempre un motivo de atención. Por lo general, este problema puede notarse a cualquier edad, pero es más evidente a parte de los 2 o 3 años, cuando la respiración nasal debería haberse establecido como el patrón predominante. Por ello, se estima que, entre el 10% y el 25% de los niños respiran por la boca y esto suele estar asociado con condiciones, como alergias o adenoides agrandadas”.
¿Cuáles son las principales razones por las que los niños comienzan a respirar por la boca?
De acuerdo a la doctora Claudia Vásquez, otorrinolaringóloga de Clínica Internacional, existen tres principales tipos de respiradores orales:
Obstrucción nasal: Esta es la causa más común, puesto que diferentes condiciones pueden bloquear el flujo de aire a través de la nariz, como:
Hipertrofia de adenoides: Crecimiento excesivo del tejido adenoideo en la parte posterior de la nariz.
Hipertrofia de cornetes: Inflamación y aumento del tamaño de los cornetes nasales.
Rinitis alérgica: Inflamación de la mucosa nasal, causada por alergias, infecciones o irritantes.
Desviación del tabique nasal: Alteración en la alineación de la pared que separa las fosas nasales.
Pólipos nasales: Crecimientos benignos en la cavidad nasal.
Problemas de tono muscular: En algunos casos, la debilidad muscular en la cara dificulta el sellado adecuado de los labios, lo que lleva a la respiración por la boca. Estas condiciones pueden incluir:
- Hipotonía orofacial: Debilidad específica en los músculos de la cara y la boca.
- Trastornos neurológicos: Niños con parálisis cerebral u otros síndromes que afectan el tono muscular.
Factores genéticos
Algunos niños nacen con predisposiciones genéticas que afectan su capacidad de respirar adecuadamente por la nariz. Por ejemplo, aquellos con hipotonía selectiva orofacial suelen presentar debilidad en los músculos de la zona de la boca, aunque el resto del cuerpo tenga un tono muscular normal.
“En general, las alergias y la congestión nasal crónica son causas comunes de la respiración por la boca, ya que bloquean las fosas nasales. En concreto, si estas afecciones no se tratan adecuadamente, el niño puede acostumbrarse a respirar por la boca como mecanismo compensatorio, incluso después de que la congestión haya desaparecido. Además, ciertas condiciones como la apnea del sueño, en la que las vías respiratorias se obstruyen durante el descanso, también pueden ser un factor importante. Por otro lado, factores externos como la exposición al humo del tabaco, al igual que ciertos factores genéticos pueden predisponer a un niño a adoptar este hábito. Anomalías hereditarias, como el síndrome de Stickler —que afecta el desarrollo del rostro y las vías respiratorias— o la micrognatia (mandíbula inferior pequeña), dificultan la respiración nasal y fomentan la respiración bucal”, sostuvo el doctor Hopkins.
Del mismo modo, el uso prolongado del chupete y el hábito de chuparse el dedo pueden contribuir al desarrollo de problemas estructurales en la boca que favorecen a la respiración bucal. Básicamente, estas prácticas ejercen una presión constante sobre las encías y los dientes en formación, lo que puede provocar alteraciones como un paladar más estrecho y elevado. Estas modificaciones en la estructura oral pueden obstruir parcialmente las vías respiratorias, dificultando la respiración nasal y promoviendo la respiración por la boca.
¿Cuáles son las consecuencias de la respiración bucal en el desarrollo de los niños?
La respiración bucal puede tener un impacto significativo en el desarrollo físico de los niños, especialmente en su estructura facial y salud dental. El otorrinolaringólogo pediátrico mencionó que, durante el crecimiento, respirar constantemente por la boca puede provocar alteraciones en el desarrollo del rostro, conocidas como “síndrome de cara larga”. Esto incluye características como un rostro alargado, un paladar alto y estrecho, y una mandíbula inferior retraída, causadas por la posición anómala de la lengua y los músculos faciales durante la respiración.
A nivel dental, este hábito está relacionado con mordidas abiertas, sobremordidas y mala alineación de los dientes. Estos problemas pueden dificultar la masticación y la pronunciación, además de incrementar el riesgo de caries y enfermedades de las encías debido a la falta de saliva, que normalmente protege contra bacterias.
La respiración bucal también puede contribuir a trastornos del sueño, como apnea obstructiva, lo que afecta la calidad del descanso del niño y, en consecuencia, su rendimiento escolar, ya que puede presentar dificultades de concentración, problemas de comportamiento e irritabilidad durante el día, al igual que síntomas similares al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Asimismo, como refirió la experta de la Clínica Internacional, esta condición puede derivar en problemas cardiovasculares, endocrinológicos y resistencia a la insulina debido a la inflamación crónica causada por la falta de sueño reparador.
“De igual forma, puede influir negativamente en el desarrollo del habla. Cuando los niños respiran por la boca, la posición de la lengua cambia, interfiriendo en su capacidad para articular sonidos correctamente. Esto puede derivar en dificultades con la pronunciación y problemas de fonación, especialmente si el hábito persiste durante los años críticos del desarrollo del lenguaje. Además, el crecimiento anormal del paladar estrecho asociado a la respiración bucal también puede afectar la calidad del habla”, expresó Hopkins.
Por su parte, la otorrinolaringóloga destacó que, la respiración nasal favorece a una mayor expansión del tórax, ya que utiliza el diafragma y los músculos abdominales. En cambio, la respiración por la boca depende principalmente de los músculos del tercio superior del pecho, lo que limita la capacidad pulmonar y reduce la cantidad de oxígeno que llega a la sangre.
¿Cuáles son las señales que pueden indicar que un niño está respirando por la boca?
Respirar es una de las funciones vitales más importantes del cuerpo humano; no obstante, la inspiración puede tener un efecto positivo o negativo en nuestro organismo según cómo lo realicemos. Una respiración normal es silenciosa y relajada, tanto en niños como en adultos, mientras que, una respiración por la boca puede evidenciarse mediante las siguientes señales de alerta:
- Ronquidos y respiración ruidosa: Esto ocurre comúnmente durante el sueño, siendo uno de los signos más frecuentes de que el niño respira por la boca.
- Boca seca al despertar: La respiración bucal provoca sequedad, especialmente por la mañana.
- Posturas inusuales al dormir: Los niños pueden dormir con el cuello extendido o en posiciones incómodas para intentar respirar mejor.
- Fatiga diurna y dificultades para concentrarse: La mala calidad del sueño, debido a la apnea del sueño o la respiración bucal, puede hacer que el niño esté más cansado durante el día, afectando su rendimiento académico y atención.
Tono de voz nasal: Un niño que respira por la boca suele tener un tono de voz más nasal.
- Boca entreabierta de manera permanente: Esto también puede ser una señal de respiración bucal constante.
¿La respiración bucal puede desaparecer por sí sola o requiere de una intervención?
Según Brandon Hopkins, la respiración bucal puede mejorar si se abordan las causas subyacentes, como la congestión nasal o las alergias, pero no siempre desaparece por sí sola. Por ello, en algunos casos, puede persistir y requerir de tratamiento.
Generalmente, como indicó la médico, los tratamientos deben ser clasificados de acuerdo a qué tipo de respiradores orales es:
Terapia miofuncional orofacial: Esta es una terapia muy reconocida, enfocada en rehabilitar mediante una serie de ejercicios específicos los músculos de la zona orofacial, como la boca, la lengua y la garganta, con el objetivo de mejorar el control muscular y la postura lingual para favorecer la respiración nasal. Esto no solamente sirve para respirar, también sirve para alimentarnos y para hablar, ya que estas funciones comparten la misma área anatómica. Aquellos niños que respiran por la boca, a veces están comiendo y se atoran, es porque están respirando por la boca y están comiendo a la vez.
Tratamiento médico: Este enfoque, manejado por otorrinolaringólogos o pediatras, se centra en tratar las causas de la obstrucción nasal. Incluye el manejo de alergias (rinitis alérgica) con antihistamínicos o corticoides nasales, así como también el tratamiento de infecciones y el control de la inflamación de la mucosa nasal o hipertrofia de cornetes (aumento de tamaño de los cornetes nasales), que pueden obstaculizar el paso del aire.
Tratamiento quirúrgico: Se considera en casos de obstrucción severa de la vía aérea, como hipertrofia de amígdalas o adenoides significativas que actúan como una barrera mecánica. El 80% de los casos requiere de tratamiento médico y solo un grupo menor necesita solo cirugía.
Ortodoncia: Si hay problemas en la alineación dental o la estructura facial, el tratamiento ortodóntico puede ser necesario para corregirlos.
¿Qué hábitos saludables pueden prevenir la respiración por la boca?
Para prevenir la respiración por la boca, es fundamental mantener las vías respiratorias despejadas y promover una serie de hábitos saludables en los niños desde pequeños:
- Mantener las vías respiratorias despejadas
- Evitar la exposición a irritantes como el polvo, el humo y alérgenos, que pueden causar congestión nasal.
- Tratar las alergias nasales a tiempo y practicar una higiene nasal adecuada.
- Utilizar soluciones salinas para limpiar las fosas nasales y minimizar la obstrucción.
- Promover la respiración nasal con ejercicios
- Enseñar a los niños a practicar respiración profunda por la nariz y exhalar por la boca para ser más conscientes de cómo respiran.
- Introducir ejercicios de respiración alterna, cerrando una fosa nasal a la vez, para fortalecer los músculos nasales.
- Ejercicios de fortalecimiento de la musculatura orofaríngea, como masticar alimentos duros o usar una pajilla, para mejorar la respiración adecuada.
- Minimizar los alérgenos en el hogar mediante el uso de purificadores de aire y mantener las ventanas cerradas durante la temporada de polen.
- Humedecer el aire en los dormitorios con humidificadores para mantener las vías respiratorias húmedas, especialmente en invierno.
- Asegurarse de que los niños tengan un descanso adecuado y dormir en posiciones que favorezcan la respiración nasal.