Redacción El País
Las altas temperaturas no solo traen días soleados, sino también la posibilidad de enfermarnos. Conocida como gripe solar, esta afección es menos popular que la gripe estacional, pero igual de relevante durante los meses más calurosos. Aunque no es tan conocida, sus síntomas pueden ser tan molestos como los de un resfriado común.
La gripe solar está relacionada con factores como la exposición al aire acondicionado, los cambios bruscos de temperatura y el debilitamiento del sistema inmunológico. A continuación, te explicamos qué es, cómo se manifiesta y qué puedes hacer para prevenirla.
¿Por qué nos enfermamos con el calor?
La gripe solar es causada por enterovirus, microorganismos que prosperan en ambientes cálidos y pueden afectar diversos tejidos del cuerpo. A diferencia de los virus que predominan en invierno, los enterovirus son más comunes en verano y pueden provocar síntomas que afectan la nariz, la garganta, los ojos e incluso el sistema digestivo.
Según el National Institute of Health, esta enfermedad se transmite a través del contacto con secreciones respiratorias, superficies contaminadas o la inhalación de aire en espacios cerrados con poca ventilación.
Los cambios bruscos de temperatura son un factor clave. Pasar de un ambiente caluroso a uno frío debido al aire acondicionado puede debilitar las defensas del cuerpo, facilitando la infección. Además, el sudor y la deshidratación causados por el calor extremo hacen que el organismo sea más vulnerable a los virus.
Síntomas principales y cómo diferenciarla de una alergia
Los síntomas de la gripe solar pueden confundirse con los de una alergia, ya que ambos incluyen estornudos y congestión nasal. Sin embargo, hay diferencias clave:
- Fiebre repentina
- Dolor de garganta persistente
- Molestias musculares y fatiga
- Conjuntivitis (ojos rojos e irritados)
- Secreción nasal y lagrimeo constante
- Malestar estomacal o problemas digestivos
Si los síntomas incluyen fiebre o dolor muscular, es más probable que se trate de una gripe solar y no de una alergia. En estos casos, se recomienda monitorear la evolución de los síntomas y consultar a un médico si persisten o empeoran.
Prevención y tratamiento
Para evitar la gripe solar, es esencial adoptar hábitos de higiene y tomar precauciones ante los cambios de temperatura. Algunas recomendaciones incluyen:
- Lavarse las manos con frecuencia para eliminar virus y bacterias
- Evitar el contacto cercano con personas enfermas
- Regular el uso del aire acondicionado para evitar cambios térmicos bruscos
- Mantenerse hidratado para fortalecer el sistema inmunológico
- Desinfectar superficies de uso común, como manijas y mesas
El tratamiento se centra en aliviar los síntomas con descanso adecuado, ingesta de líquidos y, si es necesario, medicamentos para reducir la fiebre o el malestar. Los antibióticos no son efectivos, ya que no actúan contra los virus.
Aunque la gripe solar no suele ser grave, puede ser molesta y afectar la rutina diaria. Con las precauciones adecuadas, es posible minimizar su impacto y disfrutar del verano sin interrupciones por enfermedades inesperadas.