Por más obvio que parezca, las enfermedades no conocen de estratos sociales pero hay casos que cuentan con mala fama y debemos eliminar estigmatizaciones. La escabiosis, también conocida como sarna, es una ectoparasitosis provocada por un ácaro llamado Sarcoptes scabie y la falta de higiene no es su única causa.
La alta contagiosidad de esta afección, las frecuentes consultas y algunas condiciones predisponentes que favorecen la misma fueron razón determinante para decidir dedicarle este espacio al tema.
Pensando en ella frente a determinados síntomas y signos podemos diagnosticarla y tratarla adecuadamente, lo que cambiará la calidad de vida de ese niño y su familia, sobre todo por un síntoma que siempre está presente y que es muy molesto: el prurito o picazón.
No es poco frecuente que esta enfermedad motive varias consultas antes de llegar al diagnóstico definitivo, se hayan empleado diferentes antialérgicos y realizado tratamientos cutáneos, infructuosos e inadecuados. Si bien se ven casos sin una noción de contacto claro, lo frecuente es que haya alguien más en la familia padeciendo esta enfermedad y que, por contacto directo o a través de ropa de cama o toallas, se trasmita al niño.
Para comprender los síntomas y signos debemos referirnos brevemente al ciclo biológico de este parásito que pasa por cuatro fases: huevo, larvas, ninfas y adultos. La hembra, después de aparearse con el macho, elimina un líquido que disuelve la capa córnea (la más superficial la piel) y cava con sus mandíbulas y patas túneles donde deposita dos a tres huevos por día. A los tres o cuatro días los huevos dan lugar a las larvas, que suben desde los túneles a la superficie de la piel donde maduran a adultos en una a dos semanas reiniciándose el ciclo. La hembra permanece en ese surco o madriguera durante dos meses, lo que dura su vida.
La escabiosis se transmite de persona a persona, en contacto estrecho, pero el ácaro puede permanecer con vida hasta tres días en la ropa de cama, prendas personales o toallas. Si una hembra fecundada pasa a un niño a través de contacto directo con la persona infectada, con ropa de cama u otros fómites o materiales contaminados, en el nuevo huésped comienza el ciclo.
Manifestación
El prurito -o sea, la sensación de picazón que provoca el deseo de rascar la piel- es el síntoma más frecuente y empeora característicamente en la noche debido a la mayor la temperatura corporal. Está relacionado con la sensibilización a productos de la saliva y otras partes del ácaro y comienza entre tres y cuatro semanas luego del inicio de la infestación.
Los túneles que hace la hembra pueden verse a simple vista en las manos pero sobre todo en los pliegues entre los dedos, muñecas, genitales, axilas, ombligo. En estas zonas aparece una erupción con pápulas eritematosa. Las lesiones se modifican por el rascado y las infecciones secundarias, que impiden ver los surcos ya referidos. La cabeza y el cuello suelen no estar afectados, excepto en los niños menores de un año; en estos casos se ve compromiso de cara, cuero cabelludo, palmas de manos y planta de pie con vesículas algunas con contenido purulento, lo que puede retardar el diagnóstico.
En otras edades, si hay lesiones en cabeza y cuello no están habitas por el ácaro. Una buena entrevista clínica y un examen adecuado permitirán llegar al diagnóstico en la mayoría de los casos, por lo menos de sospecha e iniciar el tratamiento. En algunas situaciones será necesario realizar otros exámenes.
Tratamiento
Es importante tener en cuenta que el tratamiento no solo incluye productos que matan el ácaro, ya sea por vía cutánea o por vía oral en los mayores de 6 años, sino que es fundamental el lavado adecuado de la ropa personal, de cama y toallas, siempre con agua caliente y posterior planchado. De contar con secador automático, ayudará para eliminar el ácaro; otra forma es colocar la ropa en una bolsa y dejarla tres días, tiempo de vida del ácaro.
También se deben administrar antialérgicos para ayudar a disminuir la picazón que es muy intensa. En el caso de los tratamientos cutáneos se aconseja hacerlo en la noche antes de acostarse y baño en la mañana siguiente (nunca se lo recomienda antes de la aplicación). En los menores de un año, la vaselina azufrada es la indicación, incluyendo el cuero cabelludo; no pueden utilizarse en ellos los piretroides que se utilizan en los mayores de esa edad.
La picazón no desaparece en forma inmediata y puede durar hasta tres semanas; las lesiones incluso pueden durar un mes. Debemos recomendar el tratamiento a todas las personas que viven con el niño y los contactos mayores de dos meses de vida, tengan o no síntomas. La indicación del tratamiento es exclusivamente del pediatra, el médico de familia o quien asiste a ese niño.
La sobreinfección por el rascado es muy frecuente y esto debe considerarse al indicar el tratamiento. Si estas medidas no se toman adecuadamente, la infestación se mantendrá.