The New York Times, por Dana G. Smith
En marzo, Robert Berger, de 69 años, quien se autodescribe como “el tipo de persona que vive mejor gracias a la química”, comenzó a tomar una pequeña dosis de rapamicina una vez a la semana con el objetivo de aumentar su “esperanza de vida saludable”, es decir, el tiempo que podría vivir sin enfermedades graves.
La rapamicina normalmente se receta a los pacientes de trasplantes de órganos con el fin de suprimir su sistema inmunitario. Sin embargo, muchos científicos y buscadores de longevidad como Berger creen que el fármaco puede hacer mucho más que eso. Ellos dicen que puede retrasar el envejecimiento y las enfermedades relacionadas con la edad.
Berger, que vive en Saratoga, California, conoció la rapamicina a través de un amigo que dirige Rapamycin News, un foro en línea para personas que experimentan con el fármaco. Comentó que no ha experimentado ningún cambio al grado “Dios mío, soy otra persona” desde que lo toma, pero su dentista le dijo que sus encías se veían más sanas de lo que habían estado en mucho tiempo, y ahora dice sentir más energía. No obstante, también admite que “es muy difícil darse cuenta, ¿cuánto tiene esto de placebo?”.
En pódcasts, redes sociales y foros dedicados al antienvejecimiento, la rapamicina es aclamada como el “estándar de oro” para alargar la vida. Peter Attia y Bryan Johnson, influentes en el campo de la longevidad, son creyentes de la rapamicina. Ambos afirman que la toman desde hace años y comparten con sus millones de seguidores estudios que demuestran que el fármaco puede prolongar la vida de los ratones en más de un 20 por ciento.
No hay datos sobre cuántas personas utilizan la rapamicina con fines antienvejecimiento, ya que el fármaco se toma fuera de indicación o se compra a proveedores extranjeros. Al igual que Berger, algunos de los usuarios entrevistados para este artículo afirmaron que creían que la rapamicina les había brindado beneficios leves, como ayudarlos a perder peso, aliviar sus dolores o incluso hacer que les volviera a crecer cabello oscuro años después haber encanecido.
Sin embargo, aunque los usuarios se sienten optimistas y las pruebas de que la rapamicina puede aumentar la longevidad en animales son prometedoras, la investigación en humanos es escasa y los efectos secundarios a largo plazo son inciertos. En los pocos estudios en los que se ha comparado la rapamicina con un placebo, es difícil encontrar beneficios tangibles.
¿Por qué tanto revuelo?
Los científicos se enteraron por primera vez del potencial de prolongar la longevidad de la rapamicina, también conocida como sirólimus o Rapamune, en 2006, cuando un estudio demostró que podía extender la vida de las levaduras. El entusiasmo aumentó tres años después, cuando otro grupo de investigadores descubrió que los ratones a los que se administraba el fármaco vivían aproximadamente un 12 por ciento más.
En el marco de un programa de investigación del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento se habían probado otros medicamentos por sus posibles propiedades antienvejecimiento, pero “la rapamicina fue el primero que realmente marcó una diferencia en la longevidad y la duración de la salud tanto en ratones machos como hembras”, señaló Dean Kellogg Jr., profesor de medicina y geriatría del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio.
Después vinieron estudios en gusanos, moscas y más ratones, y casi todos demostraron que la rapamicina prolongaba la esperanza de vida.
Matthew Kaeberlein, quien publicó el primer estudio sobre la rapamicina en levaduras cuando era investigador en la Universidad de Washington (ahora es director ejecutivo de Optispan, una empresa emergente dedicada a la longevidad), afirmó: “La demostración de que se podía obtener el mismo efecto a través de una amplia distancia evolutiva —levaduras, gusanos, moscas de la fruta, ratones— hizo que la gente creyera realmente que se trataba de algo importante y fundamental”.
Los datos preliminares presentados a principios de este año en la reunión anual de la Asociación Estadounidense del Envejecimiento sugieren que la rapamicina también funciona en primos más cercanos al ser humano: los titíes a los que se administró el fármaco mostraron un aumento aproximado del 10 por ciento en su esperanza de vida. Aunque el estudio aún no ha concluido, el investigador principal, Adam Salmon, quien también es profesor de medicina molecular en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio, dijo que de los seis animales que siguen vivos, cinco recibieron rapamicina y uno un placebo.
Los científicos creen que la rapamicina aumenta la esperanza de vida de los animales, y quizá también de las personas, al inhibir el complejo mTOR, una vía biológica fundamental que interviene en muchos aspectos de la salud celular. La supresión del mTOR desencadena una serie de acontecimientos sucesivos, alterando varios procesos clave de maneras que parecen ser beneficiosas para la supervivencia a largo plazo. Por ejemplo, parece reducir la inflamación y acelerar un proceso de eliminación de basura celular conocido como autofagia.
“Si nos fijamos en los rasgos distintivos del envejecimiento, podemos encontrar pruebas en los estudios de que la rapamicina afecta a todos ellos”, dijo Kaeberlein.
Algunos expertos piensan que la rapamicina puede ralentizar el propio proceso de envejecimiento; otros creen que aumenta la longevidad al retrasar o incluso prevenir la aparición de enfermedades mortales relacionadas con la edad. Por ejemplo, la inflamación está relacionada con la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, por no hablar de los dolores y molestias generales, por lo que reducirla se considera ampliamente beneficioso. Y es concebible que el aumento de la autofagia ayude a eliminar las proteínas tóxicas que empiezan a acumularse con la edad, como la amiloide y la tau, que se cree que causan la enfermedad de Alzhéimer.
¿Funciona en las personas?
Anthony Holman, de 54 años, ya había experimentado antes con el ayuno para intentar mejorar su salud, pero “resulta”, explicó, “que me gusta comer”. Hace unos dos años, se topó con una investigación que sugería que la rapamicina tiene algunos de los mismos efectos biológicos que el ayuno. Por aquel entonces, también se enteró de que era portador de una copia de un gen que aumenta el riesgo de padecer alzhéimer. Motivado por hacer todo lo posible para evitar la enfermedad, solicitó una receta de rapamicina fuera de indicación en una clínica de medicina de la longevidad.
Después de tomar una pequeña dosis semanal durante aproximadamente 15 meses, Holman, quien vive en las afueras de Raleigh, Carolina del Norte, dijo que no ha experimentado muchos cambios, ni positivos ni negativos, aunque ha notado una sutil disminución de sus dolores y molestias diarios. “Es casi como tomar vitaminas”, dijo. “Uno no toma vitaminas porque espere algún beneficio inmediato. Las tomas para esperar ver un beneficio a largo plazo”.
Si la gente obtendrá beneficios a largo plazo, eso aún no se sabe: los resultados del puñado de estudios realizados en humanos han sido mucho menos claros que los de la investigación en otros animales.
La prueba más contundente, dicen los entusiastas de la rapamicina, no es un hallazgo arrollador sobre una vida más larga y saludable. Se trata de un estudio de 2014 en el que adultos mayores de 65 años que tomaron otro inhibidor de mTOR, llamado everolimus, tuvieron una respuesta de anticuerpos más robusta a la vacuna contra la gripe que quienes recibieron un placebo. La promesa de estos hallazgos es limitada, pero no carece de valor: normalmente, el sistema inmunitario disminuye con la edad. La mayor respuesta a la vacuna implica que el fármaco contrarrestó ese efecto.
“Realmente implicó que en los seres humanos, estos fármacos, los inhibidores de mTOR, pueden mejorar algo que se deteriora en los adultos mayores”, dijo Adam Konopka, profesor asistente de geriatría y gerontología en la Universidad de Wisconsin, quien no participó en la investigación.
Los estudios posteriores han arrojado resultados desiguales, y muchos de ellos han contado con un número reducido de participantes y períodos de tiempo que, según los expertos, eran demasiado cortos como para realmente llegar a resolver algo.
El estudio más reciente, que aún no ha sido revisado por expertos, es uno de los más amplios hasta la fecha. Fue realizado por AgelessRx, una farmacia en línea que vende una dosis baja de rapamicina con fines de longevidad. En él, más de 100 personas tomaron rapamicina o un placebo una vez a la semana durante casi un año. No hubo diferencias clínicamente significativas en cuanto a beneficios físicos o efectos secundarios negativos entre los grupos, aunque las personas que tomaron rapamicina dijeron sentir que a lo largo del estudio su salud en general había mejorado.
Desglosado por subgrupos, el puñado de personas que tomó la dosis más alta sí observó algunos beneficios adicionales: los hombres mostraron un aumento en la densidad ósea y las mujeres un aumento de la masa muscular magra; además, las mujeres dijeron que experimentaban menos dolor que antes.
“Vemos que algunas personas se benefician mucho”, dijo Stefanie Morgan, vicepresidenta de investigación y ciencias aplicadas de AgelessRx. Pero otros “en realidad no se benefician nada”.
Un pequeño estudio que Kellogg publicó en 2018, realizado entre adultos de 70 años o más que tomaron una dosis diaria de rapamicina durante ocho semanas, tampoco vio que el medicamento aportara beneficios claros. Sin embargo, el grupo de tratamiento experimentó un ligero aumento en un marcador de resistencia a la insulina en comparación con los adultos que recibieron un placebo, algo que podría ser motivo de preocupación, especialmente entre las personas que ya tienen problemas para mantener bajo control su nivel de azúcar en la sangre. De manera anecdótica, algunas de las personas que toman rapamicina fuera de indicación (incluido Berger) han observado un efecto secundario similar; otros han visto un aumento en sus niveles de colesterol.
Los expertos dijeron que no es sorpresa que la rapamicina produzca pocos beneficios inmediatos, si es que produce alguno; pero añadieron que esto no significa necesariamente que el fármaco no funcione. En animales de edad avanzada, la rapamicina parece “prevenir y preservar cosas”, más que rejuvenecerlas, señaló Salmon. “Así que, a menos que se realice un estudio a largo plazo en humanos enfocado en la preservación de la salud”, no hay que esperar mejoras significativas.
Realizar un estudio de longevidad en humanos que dure décadas es difícil y costoso. En lugar de esto, los científicos están poniendo en marcha nuevos ensayos clínicos para estudiar cómo afecta la rapamicina a las enfermedades relacionadas con la edad, incluyendo el alzhéimer, así como a los marcadores biológicos del envejecimiento.
Si los científicos pueden utilizar la rapamicina para “mejorar los diferentes índices que se deterioran con el envejecimiento, entonces eso puede ayudar a servir como un indicador de la duración de la vida saludable”, dijo Konopka, quien actualmente dirige un ensayo clínico para probar el everolimus, el otro inhibidor de mTOR.
¿Es seguro probar la rapamicina?
Aunque algunos de los científicos entrevistados para este artículo dijeron que habían probado la rapamicina, la mayoría afirmó estar a la espera de más estudios en humanos que arrojen luz no solo sobre sus beneficios, sino también sobre sus riesgos.
En las investigaciones realizadas hasta ahora, los efectos secundarios más comunes fueron náuseas y llagas en la boca, aunque también se ha informado de un aumento del colesterol y de la insensibilidad a la insulina.
“Tal y como se utiliza la rapamicina fuera de indicación actualmente —en la mayoría de los casos una vez a la semana, no en dosis muy altas—, los riesgos son bastante bajos”, dijo Kaeberlein, quien también ha tomado rapamicina. Sin embargo, añadió, tampoco son cero.
La mayor preocupación, teniendo en cuenta que la rapamicina se utiliza más habitualmente para prevenir el rechazo de órganos trasplantados, es que el fármaco reduzca el funcionamiento inmunitario de las personas y, por tanto, aumente el riesgo de infección y enfermedad.
Los pacientes con trasplantes a los que se prescribe el fármaco toman una dosis más alta que quienes lo toman para lidiar con el envejecimiento, y no ha habido indicios graves de supresión inmunitaria en los estudios sobre longevidad humana realizados hasta ahora. Sin embargo, Andrew Dillin, profesor de biología molecular y celular de la Universidad de California en Berkeley, quien se especializa en el envejecimiento, afirmó que sí es posible que una dosis baja provoque más infecciones, o infecciones más graves, sobre todo entre quienes tienen enfermedades preexistentes.
“A ver, ¿tomar algo que es arriesgado, que no va a tener ningún beneficio?”, dijo Dillin. “Yo paso”.
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